“Estamos abriendo espacio”: las primeras mujeres contralmirantes en la Armada

El pasado 14 de octubre, nueve oficiales de la Armada fueron seleccionados para cursos de ascenso. Entre los seleccionados se encuentran las capitanas de fragata Beatriz García y Carolina Gómez, se convertirían en las primeras contralmirantes en la historia de esta institución. El Espectador habló con ellas.

21 de octubre de 2022 - 09:00 p. m.
Las capitanas Beatriz García (izq) y Carolina Gómez (der) son las primeras mujeres que serán contralmirantes de la Armada.
Las capitanas Beatriz García (izq) y Carolina Gómez (der) son las primeras mujeres que serán contralmirantes de la Armada.
Foto: Mauricio Alvarado

La Armada Nacional tendrá por primera vez a dos mujeres en rango de contralmirante. Se trata de las capitanas de fragata Beatriz García y Carolina Gómez. Dos mujeres con más de 20 años de experiencia dentro de esta institución militar. García es abogada con una amplia trayectoria dentro de la justicia penal militar y Gómez es ingeniera con experiencia en Cotecmar, la entidad a cargo del desarrollo de la industria naval.

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En diálogo con El Espectador, las capitanas que ahora ingresan a realizar el curso para ascender al rango de contralmirante, hablaron sobre el rol de la mujer en las Fuerzas Militares, las dificultades de ser mujer en un mundo tradicionalmente manejado por los hombres y el papel que cumplirán dentro de una institución que se está renovando.

¿Qué representa para ustedes llegar al grado de contraalmirante y por qué es importante en sus carreras?

Beatriz García: Es un honor poder decir que somos las primeras oficiales de la Armada de Colombia que vamos a poder llegar al grado de contralmirante después de realizar el Curso Integral de Defensa Nacional en la Escuela Superior de guerra. Es un honor, después de 25 años de ser oficial de la Armada nacional, llegar al punto más alto de esta hermosa carrera militar.

Carolina Gómez: Es un honor, una responsabilidad y un compromiso infinito con todas las mujeres que integran esta carrera militar. Yo creo que uno de los temas de mayor satisfacción fue el día en que nos seleccionaron y escuchar todas las voces de cariño de todas las niñas de la institución, como gritaban felices diciendo “si se puede las mujeres podemos llegar hasta la más alta jerarquía militar”. Lo que estamos haciendo es abrir espacio para ellas.

¿Cuántos años pasaron para que, por primera vez, dos mujeres fuesen llamadas al curso de ascenso para el cargo de contraalmirante?

BG: Desde 1984 fueron incorporadas las primeras mujeres profesionales del cuerpo administrativo a prestar sus servicios a la Armada nacional. Posteriormente, en 1997, se incorporan las primeras cadetes que van a ser oficiales de línea de escuela. Considero que ha sido un tránsito que poco a poco se ha dado en la institución, abriendo las puertas. Ellas fueron las pioneras para que hoy estemos acá sentadas dirigiéndonos a Colombia entera.

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¿Por qué se demoró tanto la Armada en tener mujeres en este cargo?

CG: Considero que la Armada nacional viene de un proceso de transformación que de cara al bicentenario naval marca un hito fundamental, nombrando a dos mujeres dentro del curso CIDENA. ¿Por qué tantos años?, yo opino que ahora la Armada se siente segura y tranquila de que hay un potencial aquí que desarrollar. Llegamos en el momento oportuno.

¿Por qué quisieron entrar a la Armada y qué tan fácil fue para ustedes decidirlo e ingresar a la institución? ¿En sus familias fue bien recibido?

BG: Mi gran motivación ha sido mi papá. Él estuvo cuando en la Marina se hacía 10º y 11 de bachillerato. Se retiró para posteriormente ser abogado y siempre me decía “ingresa a la Marina, sé abogada de la Marina”. Cuando ya llego con mi diploma de abogada, ese día salió la convocatoria en el Diario del Huila. Al día siguiente, estaba en Bogotá haciendo el proceso de incorporación. Mi papá falleció hace 3 meses, y le rindo este homenaje a ese gran hombre que me impulsó a estar hoy acá.

CG: Mi papá, que igualmente fue militar. No estaba bien para una mujer ser militar, somos 3 hermanos y yo soy la única mujer. Estaba bien para mis hermanos, pero no para la niña de la casa. Entonces yo decidí, sin autorización de él, presentarme. Pasé todos los exámenes y él se dio cuenta el día de la visita domiciliaria. Eso lo hizo llorar porque jamás pensó que yo me fuera a presentar y fuera a pasar. Hoy es el hombre más orgulloso del mundo.

¿Han lidiado ustedes con el machismo al interior de la Armada? ¿Podrían contarnos una de esas experiencias?

BG: No existió en ese momento de formación en la Escuela Naval, ni tampoco en el transcurso de la carrera, situaciones que llevaran a creer que no podíamos desarrollar nuestras potencialidades, crecer y formarnos como grandes oficiales de la Marina que somos hoy.

CG: Bueno, en la escuela no sentí la diferencia. Cuando yo llegué a la Marina, yo tenía bajo mi mando 56 hombres que tenían la edad de mi papá. Entonces venían y decían, “¿pero como una chiquilla viene a decirnos a nosotros cómo tenemos que hacer las cosas?”. Tenía que demostrarles que era tan capaz como ellos. Después de eso se convirtieron en mis mejores amigos dentro de la Armada.

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Capitana García, usted es abogada, ¿cómo definiría los derechos humanos?

BG: Los derechos humanos se aplican en todo tiempo y lugar, se aplican en situaciones de paz, pero deben ser siempre respetados en situación de conflicto armado. Son esa columna vertebral en la que debemos apoyarnos para que todo funcione bien, porque la dignidad humana es lo que permite que una sociedad pueda fluir, es lo que permite que pueda desarrollarse cualquier institución.

De su paso por la justicia penal militar, ¿cuál cree que es su mayor debilidad y hacia dónde cree que debería estar enfocada esta justicia para fortalecerla?

BG: Pienso que nuestra justicia penal militar está avanzando, está fortaleciéndose para ir a la par de la justicia ordinaria. Hace poco inició en Bogotá el sistema penal oral acusatorio, que es un gran avance, pero se debe fortalecer la capacitación del personal en materia de derechos humanos y derecho internacional humanitario.

Capitana Gómez, usted es ingeniera industrial, ¿qué tan fácil fue para usted estudiar ingeniería hace más de 20 años, en un gremio dominado por los hombres?

CG: Bueno, cuando ingresé a estudiar ingeniería, éramos 26 en total y solo dos éramos mujeres. El ámbito era muy competitivo, teníamos que demostrar que teníamos las mismas condiciones que un varón a la hora de desarrollar esta carrera. Incluso llegaron a decir que una mujer que entra en un taller lo vuelve territorio maldito. Entonces empezamos a cambiar, empezamos a demostrarles que las mujeres éramos tan competitivas como los hombres y que damos un toque de distinción a cada taller al que entrábamos. No fue fácil, pero aquí estamos.

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¿Cómo fue su paso por una entidad como Cotecmar? ¿La investigación es un campo machista?

CG: Yo empecé en Cotecmar, duré 14 años en la institución trabajando en mantenimiento y reparación de buques. Participé en la implementación de los talleres para la reparación de los buques. Antes no existía esto, sino que tocaba jugar con la marea, entonces hicimos que se crearan condiciones de mayor seguridad. Este taller lo que nos dio fue un proceso seguro, no jugando con la marea ni con la vida de las personas.

¿Creen que es relevante que, al igual que en el derecho y las ingenierías, más mujeres puedan incursionar en la carrera militar?

BG: Es muy importante que todas las mujeres entendamos que podemos desarrollarnos en cualquier campo de acción, no importa la profesión que escojamos. Todo si lo hacemos con disciplina, dedicación, esfuerzo y constancia, va a llevar a que podamos destacarnos en esa profesión que hemos escogido.

CG: Yo siempre le digo a las mujeres: “Jamás le digas a una mujer ‘no se puede’, porque se convierte en un reto y al convertirse en un reto, las mujeres les enseñan la manera de como se pueden hacer las cosas”. Cuando uno tiene un propósito claro y disfruta lo que hace, esos retos se convierten en una pasión.

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Hay un sector del feminismo que se considera antimilitarista porque ve en el militarismo una forma de opresión patriarcal. ¿Qué opinan?

BG: Como mujeres podemos transformar a las instituciones con ese trabajo duro que nos caracteriza. Yo puedo desempeñarme en mi rol militar, jurídico y esto no rompe con ser una persona humana que entienda las diferentes lecciones que se hayan aprendido en el desarrollo de la profesión. Las instituciones han sido muy buenas, pero para que seamos mejores, ese toque femenino es muy necesario.

CG: Quiero aclarar que las Fuerzas Militares no solo están para la guerra, sino también para la construcción de la paz, y la paz exige mucho más compromiso de los hombres y mujeres que tienen las Fuerzas Militares. En este proceso, es mucho más importante el papel y el rol que juegan las mujeres en esta institución. Preparamos las manos para la guerra cuando Colombia así lo exija, pero hoy estamos preparando nuestras manos para la paz.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

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