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Finca Caballo Blanco, centro de operación narco que terminó a manos de “Memo Fantasma”

Según el más reciente informe de Indepaz, una de las haciendas que utilizaron reconocidos narcos para la producción y exportación de cocaína terminó en manos de Memo Fantasma, un peso pesado del narcoparamilitarismo que se volvió invisible para las autoridades y quien hoy fungiría como próspero empresario.

Redacción Judicial

16 de diciembre de 2020 - 11:02 a. m.
Los grupos paramilitares permearon prácticamente todos los sectores de la sociedad colombiana. La historia de "Memo Fantasma" sería un ejemplo más. / Fotografía tomada del informe "El Estado Suplantado. Las Autodefensas de Puerto Boyacá", del Centro Nacional de Memoria Histórica.
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La compra de extensas fincas con el propósito de instalar el corredor del tráfico de narcóticos desde el Magdalena Medio al Golfo de Urabá, marcó la llegada de narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros al Urabá Cordobés y antioqueño. Las imponentes haciendas se convirtieron en un valioso fortín para los actores armados pues les servían para ocultar armas y producir y exportar estupefacientes. Ese fue el caso de la finca Caballo Blanco que fue adquirida por reconocidos narcotraficantes, y terminó en manos del famoso Memo Fantasma, según indica el informe “Macrocriminalidad con licencia legal Urabá – Darién”, elaborado por Indepaz y según lo ha podido constatar la Fiscalía.

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Era la década de los 80 cuando integrantes de los carteles de Medellín como Pablo Escobar, la familia Ochoa, Gilberto Rodríguez Gacha, Jaime Galeano, el hondureño Juan Ramón Meta Ballesteros, José Antonio Pelusa Ocampo Obando, los hermanos Fidel, José Vicente y Carlos Castaño Gil, y Henry de Jesús Pérez adquirieron haciendas de gran extensión entre las que se encuentran Las Catas, El Martillo, Macaniyal, El Danubio o Volador, la Virgen del Cobre y Caballo Blanco, en donde construyeron laboratorios de procesamiento de cocaína y pistas aéreas precisas y útiles para exportar la droga que producían, según indica Indepaz.

“Necesitábamos una zona equidistante, un eje en donde nuestras autodefensas pudieran expandirse, aspirábamos a tener salida al mar y frontera con los departamentos de Córdoba, Antioquia y Chocó. Recuerdo que sacamos un mapa de alto relieve y definimos una zona donde nace el alto Sinú”, declaró Carlos Castaño en 2012 ante el Tribunal Superior de Justicia y Paz de Medellín, tal como lo cita el informe que, también, retoma las palabras del periodista Antonio Sánchez (al mismo Tribunal) quien narró que cuando los narcos llegaron a la zona, los campesinos cordobeses les decían “Los Mágicos” porque llegaban con talegos a comprar tierras y lavar sus riquezas. (Lea también: Así se legalizó el despojo de tierras ejecutado por los hermanos Rendón Herrera)

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Aseguró Sánchez que, en ese momento, no se despachaba droga en Córdoba, pero cuando los narcos se dieron cuenta de que sus costas les eran útiles para sacar lanchas y tener pistas frente al mar Caribe, empezaron a comprar pistas abandonadas y fincas a la gente rica de Montería quienes, en algunos casos, se volvieron socios de los recién llegados. Entonces, explicó el periodista, citado por Indepaz, narcotraficantes como Gonzalo Rodríguez Gacha y César Cura de Moya fueron propietarios de las haciendas Caballo Blanco, La Mireya y San Antonio. “En la hacienda Caballo Blanco, se movían grandes cantidades de droga y dinero en efectivo y de ella se decía que tenía más operación aérea que el Aeropuerto El Dorado”, dijo en 2014.

Esto hizo que la hacienda Caballo Blanco se convirtiera, tal y como lo señala Indepaz, en el centro de operaciones de capos de la droga como Leonidas Vargas Vargas, José Galeano, Gilberto Rodríguez Gacha, Víctor Carranza, entre otros narcotraficantes que se instalaron en Córdoba para extender los tentáculos del negocio que se convirtió en la “gallina de los huevos de oro”. Así, los nuevos terratenientes lograron el objetivo de fondo: controlar las rutas territoriales del narcotráfico, asumir funciones de administración de justicia entre vecinos desplazando a la población que se había asociado con las guerrillas, reorganizar la tenencia de la tierra y apropiarse de fincas y negocios en áreas de dominio armado.

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Pasaron los años y la imponente hacienda Caballo Blanco, tal como lo indica Indepaz, terminó en poder de Guillermo León Acevedo Giraldo, alias Memo Fantasma, Sebastián Colmenares o Guillermo Camacho Acevedo quien la adquirió por compraventa al extraditado Francisco Antonio Flórez Upequi, alias Don Pacho. Indica el documento que el accionar criminal de Acevedo Giraldo se catapultó cuando se apropió de un cargamento de droga del clan Galeano, después del asesinato de su jefe, Fernando Galeano Berrio, en La Catedral, por órdenes de su exsocio Pablo Escobar Gaviria. Al no tener a quien rendirle cuentas, se quedó con el cargamento y logró capital para iniciar su carrera en el narcotráfico.

Lo que se dice sobre Acevedo Giraldo, según Indepaz, es que junto con otros socios de la Oficina de Envigado como Juan Nicolás Bergonzoli Gutiérrez; Hugo Fenel Bernal Molano, alias Iván; Ítalo Giovanni Cianci Vega; José Antonio Pelusa Ocampo Obando; Pedro y Santiago Gallón Henao y Gustavo Upegui López se convirtieron en gestores y financiadores del plan de despojo en Urabá–Darién. Tras obtener grandes riquezas, indica la investigación, se dedicaron a lavar activos espurios mediante la cría de “caballos de paso y pura sangre”, la ganadería extensiva, la explotación minera, la contratación con entidades públicas, la compra de equipos de fútbol, la industria de la construcción y otros negocios legales.

En ese sentido, con el ánimo de “lavar su mal habida fortuna”, señala Indepaz que el ganadero antioqueño, Memo Fantasma, suscriptor del “Manifiesto Público Unidad para la Paz” y aliado de Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias Macaco, ingresó a la “élite inmobiliaria” del próspero empresario Carlos Alberto Gutiérrez Robayo (concuñado de Gustavo Petro), propietario de sociedades Offshore, gestor de la prórroga de contratos a favor de operadores de Transmilenio en 2013 y prestamista de los hermanos Miguel, Manuel y Guido Alberto Nule Mariño (protagonistas del conocido “carrusel de la contratación”).

“De esta manera, Memo Fantasma a través de sus empresas, entre ellas Ciprés Asociados S.A.S. se vinculó a proyectos inmobiliarios ejecutados por Aldea Proyectos S.A.S. (constructora vinculada a grandes proyectos como el Edificio Samsung en Bogotá, el Centro de Alta Tecnología y el centro comercial El Retiro) e Hitos Urbanos S.A.”, señala en informe. Con la primera constructora, fue intermediario en la compra de un terreno que hace parte de la renovación urbana de Bogotá llamado El Pedregal, en el que Aldea Proyectos se comprometió a entregar una estación de Transmilenio y estacionamientos para los buses del SITP, a cambio del permiso para construir oficinas y áreas comerciales a gran escala en la carrera 7 con calle 100 en la capital.

Agrega el documento que con Hitos Urbanos, una sociedad anónima de la que es accionista Álvaro Rincón Muñoz, esposo de la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, alias Memo Fantasma y su amigo empresario Alberto Gutiérrez Robayo constituyeron la Fiducia Inmobiliaria Integral en la Fiduciaria La Previsora S.A. y que, a través de esa sociedad de economía mixta, vinculada al Ministerio de Hacienda, se construyó el edificio de oficinas Torre 85, en Bogotá. La estructura se levantó en un lote aportado por Margot de Jesús Giraldo Ramírez y María Enriqueta Ramírez, madre y abuela de Memo Fantasma. (Le puede interesar: La “reforma agraria” de Fidel Castaño Gil, una cortina de humo que protegía sus intereses)

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Todas estas maniobras por parte del “narcotraficante mutado a empresario” para limpiar dinero de origen criminal, reseñadas en el informe de Indepaz, fueron citadas de la investigación que reveló este año la organización Insight Crime la cual determinó que el hoy empresario imnobiliario Guillermo León Acevedo era el mismo Memo Fantasma, un peso pesado del narcoparamilitarismo del que nunca se habló en los tiempos del proceso de paz entre Uribe y las autodefensas, y que desapareció de los expedientes de Justicia y Paz. Los investigadores hicieron un seguimiento de dos años, hasta que lograron obtener testigos que, con foto en mano, identificaron al empresario como Memo Fantasma.

Tras publicarse los hallazgos de la investigación, Guillermo León Acevedo Giraldo negó cualquier vínculo con narcoparamilitares. “Nunca he tenido relación comercial, social o de amistad con ninguna persona, que yo tenga conocimiento, haya estado al margen de la ley. Mi patrimonio, lejos de ser una fortuna, como se ha manifestado malintencionadamente, es fruto de mi trabajo empresarial en el área inmobiliaria y de la construcción”, le dijo en mayo al diario El Tiempo, mientras sus abogados instauraron una denuncia por injuria y calumnia en contra del centro de investigación de crimen organizado en Latinamérica y el Caribe, Insight Crime.

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La responsabilidad de establecer si Guillermo León Acevedo es Memo Fantasma, le correspondió a Fiscalía 14 de la Unidad Especializada para el Narcotráfico y lo que se sabe hasta el momento es que el ente investigador impuso medidas cautelares a la hacienda Las Vegas, ubicada en Buenavista (Córdoba), que pertenecería al narcoparamilitar y, según El Tiempo, habría hecho lo mismo con la finca La 13 y la mencionada Caballo Blanco. Además, el ente llamó a declarar al constructor Álvaro Rincón Muñoz, esposo de Martha Lucía Ramírez, para indagar sobre el espinoso tema. Lo cierto es que, al momento, no hay certeza absoluta sobre la identidad de un hombre de quien se dijo ostentó más poder que Macaco en el Bloque Central Bolívar.

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