
Jaime Garzón interpretando a su famoso personaje Néstor Eli. / Archivo El Espectador
La memoria de Garzón debe perpetuarse en la negociación real, no en la retórica farisea sobre la paz. Sobra seguir llorando sobre los cadáveres de los nuestros.
He cargado a cuestas desde el amanecer, hoy viernes que escribo la columna, la voz de mi hermano a las seis de la mañana diciéndome por teléfono, entre gritando y susurrando: Esta vez fue Garzón. He luchado todo el día a brazo partido contra su cuerpo tronchado sobre el timón de un carro que a las nueve de la mañana todavía tenía las luces encendidas. No quiero que su muerte se...
Por Alfredo Molano Bravo
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