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La Fuerza Pública aún no se repone del accidente en el que murieron 11 uniformados de la Fuerza Aérea el pasado viernes y ahora enfrenta otro duelo: un helicóptero con 18 policías se estrelló ayer en una zona selvática de Urabá, 16 de ellos fallecieron y dos están gravemente heridos. Los uniformados trabajaban en la región como parte de la operación Agamenón, que se adelanta desde febrero en Urabá y cuya misión es desarticular el clan Úsuga.
Su plan de trabajo establecía que empezarían labores a las cinco de la mañana, pero se retrasó por condiciones climáticas. En el operativo participaban otros dos helicópteros que se percataron de lo que había pasado al escuchar el estruendo y el estallido de la munición del Blackhawk usado para operaciones de asalto de la Policía. En él viajaban 18 uniformados: cuatro tripulantes y 14 patrulleros del Comando Jungla. Édgar Andrés Báez y Juan Carlos Mesa Patiño salieron con vida del sitio del accidente y fueron llevados con quemaduras de segundo y tercer grado en gran parte de sus cuerpos a la Clínica Panamericana de Apartadó.
Aunque el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, explicó que la hipótesis principal del accidente es que el helicóptero se estrelló a una velocidad de 180 kilómetros por hora contra la ladera de la montaña por poca visibilidad, por la presencia de nubes bajas, los hechos suscitaron manifestaciones por parte de algunos opositores del Gobierno, como el expresidente Álvaro Uribe, quien dijo a través de su cuenta de Twitter: “Escucho un audio, al parecer de Fuerzas Armadas, que habla de que el helicóptero fue impactado por ‘tatucos’. Allí delinquen Farc y bacrim”. El presidente Juan Manuel Santos no dudó en responder y dijo que todo parece indicar que fue un accidente y que pide responsabilidad a quienes emiten especulaciones e informaciones sin confirmar.
La tragedia se presenta cuatro días después del accidente aéreo ocurrido el viernes pasado, en el que un avión de la Fuerza Aérea cayó en cercanías de la zona Las Palomas, en el municipio Agustín Codazzi de Cesar, y en el cual fallecieron 11 miembros de esa institución. Las autoridades indicaron que ni las necropsias ni los restos del avión mostraron evidencia alguna de que hubiese sido derribado. “Se tiene descartado que haya sido un ataque”.
El piloto anunció minutos antes que el motor presentaba fallas, luego se perdió la comunicación. Según voceros de la Fuerza Aérea, pasará algún tiempo antes de que las pruebas arrojen resultados certeros sobre las causas del accidente. El avión Casa 235 había sido revisado recientemente, pues su manual indica que cada 150 horas de vuelo debe recibir mantenimiento.
Una de las posibles causas que se barajan sobre ese accidente es el engelamiento, que consiste en la formación de hielo alrededor de las alas y los timones de control. Al parecer el ala derecha tenía hielo, al encenderse el sistema de anticongelamiento la aeronave se recalentó y al apagarse se precipitó a tierra. Esta teoría se apoya en que también había condiciones meteorológicas adversas.
Según las autoridades, la cercanía de las tragedias no es más que una coincidencia. Sin embargo, hay que reconocer que las zonas donde ocurrieron están particularmente afectadas por el conflicto y la presencia de grupos armados ilegales. Urabá, por ejemplo, es hoy escenario de una cacería por parte de la Policía contra Otoniel y su grupo de narcotraficantes.