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Guillermo Cano: 36 años sin el delantero centro de la redacción

El enigmático “Analítico”, como firmó textos del Mundial de Fútbol, fue delantero y el norte de la redacción, hasta que su valentía intimidó al peor de los criminales. Guillermo Cano amaba ver perder a Millonarios y los artículos bien escritos en las páginas que dirigió. Esta es su historia con el deporte.

Jhoan Sebastian Cote y jcote@elespectador.com / @SebasCote95

17 de diciembre de 2022 - 09:00 a. m.
Guillermo Cano, un diestro que no perdonaba el arco rival.
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En la redacción de El Espectador permanecen, cada día más cargadas de nostalgia, piezas únicas del periodismo. Aquella página, coloreada en sepia, con la cual este diario anunció, el 17 de diciembre de 1986, que Guillermo Cano había sido asesinado. O la portada del día siguiente al atentado con explosivos, con la que, contra todo pronóstico, se anunció que “¡seguimos adelante!”. Pero, además, hay una reliquia especial. Escondido en el archivo, en medio de enormes libros marrones, sobrevive una pequeña cartilla verde. Se trata de la recopilación de las crónicas de fútbol que Cano escribió, que develan su amor por los deportes y las formas de trabajar el periodismo que siguen vigentes.

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En contexto: Contra el olvido, en favor de la justicia y la verdad: el legado de Guillermo Cano

Como si se tratara de un futbolista de época, la portada de la cartilla muestra a Cano como pocos lo conocieron. Con camisa y medias hasta las canillas, patea un balón de derecha. Era delantero centro y, aunque tenía piernas delgadas, no desperdiciaba ocasión de gol. En la cartilla hay memorias del viaje de Cano a los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, donde dejó por escrito una frase que, cinco décadas después, nadie va a poder refutar: “Continuamos siendo un país con fútbol de segunda”. Las noticias lo persiguieron, pues, además, le tocó presenciar la masacre de la delegación de atletismo de Israel, a manos del grupo palestino Septiembre Negro.

Como se lee en la cartilla, Guillermo Cano fue su propio enviado especial al Mundial de Fútbol de España en 1982. Aunque del puño y letra del director de El Espectador aterrizaban las noticias a Colombia, los lectores creían que un tal “Analítico” estaba ilustrándoles el certamen. Fue un torneo especial para Cano, pues aquel Mundial confirmaba, ante el planeta, que España pudo transitar a la democracia, después de cinco décadas en las que el “generalísimo” Francisco Franco hizo lo que quiso. Y entre esos crímenes particulares estuvo, en los años 30, obligar al exilio a la familia de la esposa de Cano, los Busquets, tan catalanes como el F. C. Barcelona

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Página de deportes de El Espectador, durante el Mundial de España 1982.
Foto: El Espectador

“Tenía dos grandes amores, que eran el Barcelona y Santa Fe. El orden es indiferente”, recuerda Rufino Acosta, antiguo editor de deportes. La teoría con mayor fuerza en la familia es que el destino le tenía guardado a Cano su pasión por el león. Para empezar, fue bachiller del colegio Gimnasio Moderno, cuyos exalumnos dieron vida al club en 1941. Además, Juan Busquets, suegro de Cano, terminó, por cosas de la vida, en la directiva del equipo santafereño. Y, aunque no hay certeza pura del origen de ese amor, lo palpable es que se sostuvo en el tiempo y es herencia en la familia que construyeron los Cano y los Busquets desde mediados del siglo pasado.

Al antiguo editor jefe Antonio Andraus se le pierde uno que otro apellido hablando del ajedrez de los lejanos 70, pero recuerda la presencia de Guillermo Cano en la redacción. “Al día siguiente que jugaba Santa Fe, si ganaba, era un hombre lleno de sonrisas, paz, tranquilidad y un amor espiritual increíble. Pero cuando perdía Santa Fe, a don Guillermo no se le podía saludar”, dijo. Rufino Acosta, por su parte, podría quedarse toda una vida decidiendo si a Cano lo hacían más feliz las victorias de Santa Fe o las derrotas de Millonarios. Todas las fuentes consultadas se inclinan por lo segundo.

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En contexto: Guillermo Cano: alma y nervio de los deportes

De hecho, recuerdan las veces que el loco Jaime Arroyave visitaba la antigua sede de El Espectador. Cano se separaba de su máquina de escribir y gritaba: “¡Te felicito, loco!”. Arroyave sacaba pecho, pues era quien tomaba la dirección técnica de Millonarios cuando estaba en problemas y quien descubrió, en Tumaco, al joven Willington Ortiz. Antes de que cualquier sonrisa se dibujara en el rostro de Arroyave, el director terminaba con un: “¡Te felicito! Estás acabando con Millonarios”, y volvía a su lugar. Cano, por supuesto, se aseguraba de que su pasión se quedara en la intimidad de la redacción y lejos de los lectores. Primero, lo primero.

Cano constituyó la sección deportiva del periódico. Llegó con 18 años y desde sus inicios dejó clara su inclinación por el toreo. En medio del cubrimiento de unos Juegos Bolivarianos, se encontró con Mike Forero, licenciado en Educación Física: . “Lo convence de venir y montan tremendas páginas deportivas, en la antesala incluso de El Dorado de Millonarios en 1948 y la Vuelta a Colombia en Bicicleta en 1951”, recuerda una fuente cercana a la redacción. Cano tenía buen olfato, pues Forero terminó dirigiendo deportes hasta 1978, cuando el presidente Turbay lo nombró director de Coldeportes. Ambos crearon la ceremonia del Deportista del Año e impulsaron la Vuelta de la Juventud en bicicleta.

El legado de Cano vive, también, en el día a día de los periodistas de El Espectador. Con tinta —por supuesto roja— en las páginas impresas señalaba errores y felicitaba a su equipo. Una práctica que hoy se exterioriza en la sección de Redacción al Desnudo. Un formato de opinión, de un periódico que, en pleno 2022, sigue esperando para publicar, ojalá algún día, que la justicia esclareció el crimen perpetrado hace 36 años. Guillermo Cano, además, es recordado por su memorable “¿no le da pena venir chiviado?”, cuando la competencia publicaba primero una noticia. Sin embargo, como buen delantero centro, aguantó las chiviadas, para convertirlas en oportunidades. Así lo confirman sus antiguos editores, quienes no cierran la entrevista sin recordar: “Nos decía: ‘lo que importa no es quien da primero la noticia, sino quien mejor la da’”.

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Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

Por jcote@elespectador.com / @SebasCote95

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