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'Hay que humanizar a todos los actores del conflicto'

Para Wilson López, asesor de relaciones internacionales, si en Colombia se quiere lograr la construcción de paz los líderes políticos deben ser un ejemplo.

Redacción Judicial
16 de agosto de 2013 - 11:47 a. m.
Wilson López, asesor de relaciones internacionales del Colegio Colombiano de Psicología
Wilson López, asesor de relaciones internacionales del Colegio Colombiano de Psicología
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Con el tema de las negociaciones de paz en La Habana (Cuba) entre el Gobierno y las Farc, en el país se ha creado expectativa sobre qué podría ocurrir si llegan a firmarse los acuerdos durante el pos conflicto en Colombia. A raíz de esto, el Colegio Colombiano de Psicólogos está organizando el tercer congreso de psicología que se realizará del 5 al 7 de septiembre y la temática central de este año es la reconstrucción del tejido social. Esta problemática será abordada por expertos en diferentes áreas de la psicología.

Wilson López, asesor de relaciones internacionales del Colegio Colombiano de Psicología, le explicó a El Espectador qué necesitaría el país para asumir las etapas que vienen después de la posible firma de acuerdos con las Farc. El experto sostiene que el conflicto armado en Colombia no sólo deja muertes, pobreza, victimas, victimarios, también deja miedo colectivo, desconfianza entre víctimas y victimarios, entre los civiles y el Estado. “Cuando la confianza se rompe la estructura de la sociedad tiende a colapsar, aspectos como el administrativo, jurídico pierden credibilidad porque la institucionalidad y las reglas de juego se desdibujaron”, afirma.


¿Cómo se construye confianza?
En una guerra como la que hemos vivido, el dolor, la venganza y las heridas hacen difícil construir confianza. Lo primero que debemos resolver es cómo humanizar a todos los actores. El tema es ponerle cara a los muertos y que no se vuelvan una cifra más. Detrás de todos los muertos hay una familia. Si humanizamos el conflicto lograremos que las personas entiendan que tanto guerrilleros, como soldados y civiles estamos sufriendo. Debemos desnaturalizar la muerte. Resulta que para Colombia ya es natural que maten a alguien. Lo que ocurre en la desconfianza es que hay asimetría, es decir, que algunos creen que sufren más que otros y el ideal es que todos entendamos que perdemos.


¿A qué se refiere usted cuando habla del tema de la desconfianza entre víctimas y victimarios?

Toda la estructura de las sociedades y la construcción de la relaciones se basan en la confianza. En relación con el Estado, si no se confía en que nos va a proteger y velar por nuestra justicia, no vamos a acudir a la Policía ni entidades del Gobierno para que nos cuiden, sino que acudiríamos a un paramilitar o un guerrillero. Lo que genera la guerra es que rompe la estructura del tejido social. Hay que entender que el tema de la confianza no solamente es entre víctimas y victimarios sino que en una situación pos negociación –me resisto a hablar de pos conflicto– toda la sociedad tiene que participar en la reconstrucción del tejido social, especialmente, en las zonas en las que hubo masacres.


¿Por qué pos negociación y no posconflicto?

Se están generando expectativas muy altas de lo que va a suceder después de la negociación y el problema no es el conflicto. Lo que podría llegar a pasar si se firma el conflicto es que al otro día todo el mundo va a esperar que no haya más muertos y eso no va a pasar. Medicina Legal y Policía dicen que más del 70% de los crímenes violentos no se deben al conflicto armado directo sino a delincuencia común. El país debe prepararse para evitar que suceda lo mismo que pasó en Guatemala, Salvador, Honduras y Nicaragua, donde después de conflicto se crearon pandillas juveniles y pusieron en jaque a los gobiernos al punto de convertirlos en estados fallidos.


¿No cree que antes de iniciar los diálogos de paz en La Habana (Cuba) tuvo que existir un mínimo de confianza entre las Farc y el Gobierno?

Son varias cosas. En principio evidentemente se hicieron unos acuerdos previos mínimos y por eso hay tantas reglas, como lo han reflejado las experiencias internacionales de negociación. Un ejemplo, son los garantes del proceso. También se dice que una cosa ocurre dentro de la mesa y otra cosa lo que ocurre por fuera. Lo ideal es que no dijeran tantas cosas por fuera, porque eso mina la confianza de lo que ocurra en las negociaciones, aunque es inevitable que eso ocurra. El problema más grave es que nosotros seguimos negociando en medio de la guerra y entonces la sociedad no entiende por qué siguen apareciendo noticias de que mataron 15 guerrilleros o 15 soldados. En medio de eso, ¿cómo va haber confianza? Este es un tema psicosocial al que nunca le han dado la importancia que merece, porque este es el mayor problema en una pos negociación. Aquí es de donde se empieza a construir la confianza en un proceso que puede tardar hasta 20 años.


¿Cuáles son los escenarios posibles después de una negociación?

Una línea es trabajar para que la gestión de los conflictos sea sin violencia. Hay que evitar que nos suceda lo de países centroamericanos donde la delincuencia común se los tomó. Lo importante es trabajar por la seguridad ciudadana con temas de campañas culturales de prevención y paz. Después de la negociación se van a empezar a visibilizar otra clase de delitos que anteriormente estaban en la sombra como la extorsión, la violencia intrafamiliar, la violencia a la mujer, el robo común y el microtráfico. Imagínese lo que va a pasar cuando cada vez más gente que solo saber ser violenta y no haga nada más, regrese a su casa.


Usted habla que el perdón y la reconciliación no es lo mismo…

No es lo mismo. El perdón supone un proceso personal, es poder aprender a vivir con el dolor y con la persona que me ha hecho daño. Pero una cosa es hacer ese proceso y otro restablecer las relaciones con esa persona que me hizo daño. Reconciliarse implica vivir con esa persona y caminar a su lado.


Con el tema del marco para la paz, algunas víctimas sienten que van a quedar impunes, ¿cómo se podría dar esa reconciliación en medio de ese sentimiento de impunidad?

No hay forma de perdonar si usted olvida, porque si usted olvidó entonces, ¿qué perdona? No puede haber olvido. Por eso diferencio el perdón de la reconciliación. El problema no son las salidas jurídicas sino las secuelas psicosociales, hacer una lectura desde el fondo del tejido social. Los 8 mil hombres de las FARC, de acuerdo al informe de memoria histórica, no han provocado la mayor cantidad de masacres, ni de muertos, ellos son responsables del 92% de los secuestros en este país, pero el problema no va a ser ese. Los paramilitares supuestamente se desmovilizaron, pero no hicieron reparación, no dejaron las armas, ni pidieron perdón de forma sincera, incluso algunos salieron a pedirlo de forma cínica porque sabían que eso les rebajaría las penas.


Entonces, ¿qué debe hacer la guerrilla para no repetir la misma historia de los paramilitares?

La guerrilla tiene que entender que si no piden perdón sinceramente por las cosas que ha hecho, si no asume compromiso de no repetir y si no dice cómo va a reparar parte de la responsabilidad que tiene, va a tener muchos problemas para que la sociedad entera, no solo el gobierno, los aceptemos. Es una decisión que tendrán que tomar y creo que los medios deben presionar para que, si ya sabemos que los estudios muestran que la sociedad entera no va a perdonar, vamos a tener problemas todos para poder refrendar esos acuerdos que se firmen y darles legitimidad social.


¿Cree que las críticas y comentarios de los diferentes líderes de los sectores políticos, como el centro democrático, hacia el proceso de paz, retrasan ese proceso de confianza, perdón y reconciliación?

El discurso, es decir, lo que decimos y la forma como lo decimos, evidentemente influye en que nosotros podamos construir confianza y paz. Nuestros líderes políticos, independientemente del sector que sean, deben ser un ejemplo de paz y eso implica la forma de referirse a los otros, la forma en que se habla de los otros. Usted no puede usar porque la está legitimando. Entonces ese lenguaje de: “voy a ganar matándolos a todos”, “es posible matarlos y acabarlos”, ya sabemos que ese es lenguaje de guerra. Eso lo que ha mostrado es que al final no se logra. Entonces el problema, más que un actor u otro, es que no pueden naturalizar la violencia, buscan justificar los actos violentos. “Es mejor seguir sacrificando soldados, es mejor seguir sacrificando guerrilleros”, cuando todo el país debe decir: ¡no más muertos por la violencia!
Sinceramente creo que hay muchos líderes políticos, de todos los sectores, que tienen utilidad política incendiando más el conflicto. Me parece que la sociedad tiene que juzgar la mezquindad que pueden tener. Que esos políticos utilicen algo como esto para ganar elecciones, para justificar ideológicamente algo, eso me parece terrible.

Por Redacción Judicial

 

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