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Heiner Castañeda y resignificar el oficio de la noticia en era del cartel de Medellín

El periodista y profesor de la Universidad de Antioquia cubrió para televisión los años más atroces de la violencia del narcotráfico. Su proyecto de vida en el periodismo dio un vuelco cuando, por primera vez, fue víctima de una de las bombas del cártel de Medellín.

Valentina Arango Correa
02 de diciembre de 2023 - 08:27 p. m.
Heiner Castañeda, profesor de periodismo en la Universidad de Antioquia.
Heiner Castañeda, profesor de periodismo en la Universidad de Antioquia.
Foto: Archivo Heiner Castañeda

“Es este el resultado de una guerra en la que los asesinos no buscan hombres, sino uniformes. En Medellín, Heiner Castañeda. Noticiero de las 7″. Las manos de este periodista y ahora profesor de la Universidad de Antioquia nunca paran de moverse. Sus gestos parecen concentrar toda la energía y el movimiento que atravesó a finales de los años 80 contando los hechos de violencia que ejecutó el cártel de Medellín en Antioquia. Cuando habla, alcanza hasta quitarse su reloj y su pulsera, y en pocos minutos volver a abrochar y anudar como estaban. Tan agitado como un día cualquiera en contexto de guerra entre carteles, o entre el Estado y terroristas.

(En contexto: Hace 30 años murió un victimario, pero quienes importan son sus víctimas)

El primer día de su labor como reportero para televisión, 25 de enero de 1988, fue la liberación de Andrés Pastrana, quien estaba secuestrado por los extraditables del cartel de Medellín, y el asesinato de Carlos Mauro Hoyos, el procurador de la época, por las mismas personas. De ahí en adelante, los recuerdos del periodista que sostenía su micrófono con fuerza narran el padecimiento de las familias que sobrevivían a la violencia. Sin embargo, después de febrero de 1991, cuando vio estallar la bomba de La Macarena, la cual dejó a 19 personas muertas y más de 60 heridos, su perspectiva sobre el periodismo lo volcó a un dolor que lo obligó a comenzar de cero.

“Eso era un sábado y unos amigos tenían allí afuera un caspete, donde vendían cerveza y gaseosa. Recuerdo que fui al baño, a unos 20 o 30 metros del lugar donde estábamos. Cuando me devolví, casi que al instante, explotó un carro bomba que estaba exactamente donde estaba yo. Ahí fue una conmoción tenaz. Ver la explosión y no ver lo que significaba cubrir la explosión. Es decir, una cosa es sentir que el mundo se te viene encima y la otra cosa es llegar como periodista, con unas cámaras, a ver que el mundo se le había venido encima un montón de personas”, recuerda.

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Su forma de ver y contar la vida cambió para siempre. Las reflexiones siguen llegando con los años, al remover los recuerdos de tantos hechos que dice no haber superado del todo. Su manera de seguir adelante fue renunciar a la calle, a humanizar la guerra con los testimonios de las familias, pero no al periodismo. No le importó irse por menos de un tercio de su sueldo en el medio a enseñar a otros periodistas más jóvenes la labor. “Cuando renuncié le dije al noticiero que estaba cansado de ganarme la vida con la muerte sin haber matado a nadie”, dice.

Ahora, llevando sus manos arriba de la cabeza, habla de la preocupación que tiene para buscar, desde la pedagogía, la forma más auténtica de que los estudiantes realmente recorran el pregrado de Periodismo para ejercer este oficio. No pudo seguir contando las historias de la muerte, pero sí ha sido capaz de enseñarle a generaciones y generaciones de jóvenes, el cómo hacerlo. Su prioridad ha sido su familia, cuidarlos fue su manera, según cuenta, de sostenerse. “Hemos sido capaces de levantarnos entre los escombros, pero los escombros todavía están ahí. Es más, hay nuevos escombros y una de las formas fundamentales de entender que recuperarse de la violencia y seguir es no admitir, bajo ninguna circunstancia, que los escombros desaparecieron”, reflexiona.

(Lea también: En su memoria: 661 víctimas de un taquillero criminal que es mejor ni mencionar)

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

Valentina Arango Correa

Por Valentina Arango Correa

Periodista de la Universidad de Antioquia y realizadora audiovisual.@negruracorreavarango@elespectador.com

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Carlos(89133)02 de diciembre de 2023 - 09:21 p. m.
El profe Heiner nos debe ese libro…
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