Después de 31 meses éste lunes se iniciará el juicio contra el patrullero de la Policía Metropolitana de Bogotá, Wilmer Antonio Alarcón por su presunta responsabilidad en los hechos que rodearon la muerte del joven grafitero Diego Felipe Becerra Lizarazo registrada el 19 de agosto de 2011.
El uniformado, quien se encuentra privado de su libertad desde febrero de 2012, es procesado por el delito de homicidio agravado en calidad de autor puesto que le habría disparado por la espalda al joven de 16 años quien falleció pocas horas después en la clínica Shaio en el noroccidente de Bogotá.
Según la investigación de la Fiscalía General el patrullero Alarcón persiguió por varias cuadras a Becerra Lizarazo quien se encontraba pintando unos grafitis en el sector de Suba en compañía de dos amigos menores de edad. De “manera injustificada” le disparó con su arma de dotación causándole una herida moral. (Ver"Muerte del grafitero fue falso positivo urbano de la Policía": fiscal Montealegre)
Posteriormente le dio aviso a sus superiores por radioteléfono para contarles los sucedido. Desde un principio aseguró que el joven portaba un arma y que le había disparado en defensa propia puesto que creía que tenía un arma. Para el ente acusador el joven de 16 años no portaba ningún elemento con el que se le pudiera confundir y nunca amenazó al uniformado.
Por estos hechos la Procuraduría General en 2013 lo destituyó e inhabilitó por 10 años para ejercer cargos públicos. En el fallo disciplinario se indica que "Está probado que Diego Felipe Becerra, al momento de recibir el disparo propinado por el patrullero Alarcón, se encontraba corriendo y de espalda en relación con el uniformado que lo perseguía y no portaba arma alguna,sólo llevaba consigo una mochila en la que guardaba cuatro aerosoles”.
“Ante ante todo su obligación era proteger la vida de la persona que perseguía, una vez le gritó que se detuviera antes de reducirlo y/o capturarlo,prefirió dispararle por la espalda estando a tan solo 1,32 metros de distancia sin que pueda decirse que su intención al disparar era reducirlo, por cuanto el disparo fue hecho directamente a la espalda causándole heridas que posteriormente le causaron la muerte”, indica el fallo disciplinario.
El patrullero “vulneró el derecho a la vida” del joven artista puesto que desconoció sus labores como servidor público. “Alarcón desconoció las disposiciones especiales que integran los principales básico sobre el empleo de la fuerza y de las armas de fuego por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, y que lo obligaban a no emplear su arma de fuego contra la persona que lo perseguía".
La Procuraduría General estableció además que el patrullero no presentaba problemas mentales, ni estaba bajo los efectos del alcohol o alguna sustancia psicoactiva, indicando que actuó con plena voluntad de sus hechos, tanto cuando disparó contra el joven grafitero, así como cuando manipuló la escena del crimen.
Alarcón enfrenta otro proceso penal por la manipulación de la escena del crimen puesto que habría conocido sobre la adquisición y ubicación predeterminada de un arma de fuego en el lugar para así desviar la investigación. El patrullero aseguró que fue contactado por un conductor de un bus de servicio público sobre un atraco que había sido víctima por tres jóvenes.
La Fiscalía General ha determinado que, según los informes de balística, que Becerra Lizarazo no portaba ningún arma puesto que no hay rastros en sus manos ni en sus prendas. Igualmente que la pistola hallada en el lugar presentaba problemas y debía ser accionada por una persona con un amplio conocimiento en el manejo de armas de fuego.
Por Redacción Judicial
