“Junto con mi esposa, Andrea Paz, somos los gestores del proyecto inKjail, que es un proyecto dedicado a la población penada y pospenada, quienes por medio del tatuaje quieren buscar alternativas de vida. Es una población que en Colombia y en todo el mundo ha sido apartada, olvidada y muchas veces despreciada”, cuenta David Dagger, tatuador y profesional en diseño gráfico. El colectivo The Golden Dagger asegura que tal oficio es una de las pocas disciplinas del arte en la cual la persona obtiene los medios para sostener su vida y, además, evolucionar situaciones trágicas de la vida.
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Desde septiembre del año pasado, Rosa Sánchez, una apasionada por la Zumba, pero que siempre se interesó por el mundo del tatuaje, inició su proceso de aprendizaje con inKjail, convirtiéndose en la primera participante del proyecto. Su talento con la tinta lo descubrió y desarrolló estando interna en la cárcel de Jamundí, Valle del Cauca, donde se fue puliendo durante tres años de condena. “Yo espero estar tatuando rápido; pero hacerlo bien, que es lo importante, ¿no? Yo sé que sola no lo iba a lograr, por eso aproveché de una cuando me habló el colectivo”, explica Sánchez, quien realiza su proceso de aprendizaje en el estudio dos veces por semana.
Asegura, que encontrar un trabajo formal y estable ha sido una doble condena. Aunque intentó dictar clases de zumba y presentarse en otros entornos laborales, sus antecedentes judiciales le han cerrado las puertas. De hecho, según el informe “Mujeres y prisión en Colombia: desafíos para la política criminal desde un enfoque de género”, que contó con la participación de la Universidad Javeriana y la Cruz Roja Internacional, el 95 % de las mujeres reincidentes no reporta haber recibido ayuda de fundaciones para replantear su proyecto de vida.
Y es precisamente la falta de oportunidades lo que la ha llevado a afirmar que solo el dibujo y el baile le ayudaron a soportar y sobrevivir a las interminables horas de soledad y encierro, permitiéndole generar pequeños ingresos para su sustento, vendiendo algunos de sus diseños a las compañeras de patio.
Dammian gallo, más conocido como Alta Alcurnia, es otro de los participantes del proyecto. Aunque tiene años de experiencia, que adquirió estando en la cárcel, su vida giraba entorno al consumo de drogas y su talento se estancaba rápidamente. Sin embargo, cuando llegó a la cárcel de Jamundí, en Cali, donde paga su condena y se desempeña como monitor de talleres en su patio, logró entrar en un proceso de desintoxicación en el que lleva dos años. Actualmente está esperando su libertad condicional y está desarrollando su propia línea de máquinas realizadas artesanalmente.
Asegura que mantener y conseguir los materiales al interior del centro penitenciario es difícil, pero no se desanima y sigue trabajando todos los días en el estilo de vida que acogió. The Golden Dagger se ha comprometido para sacar adelante su proyecto, buscando alianzas comerciales que se animen a vender su producto.
Así mismo, Paola Paz y David Dagger llegaron a Edwar Montoya —conocido en el gremio como Kave Tattoo—, un paisa que se enamoró del oficio del tatuaje desde que probó la máquina de tatuar que hizo un compañero en una feria de ciencias del colegio. La primera persona a la que tatuó fue a su abuela y desde entonces, todos en su barrio, ubicado en Apartadó (Antioquia), se prestaron para su aprendizaje.
Aunque en un principio, la codicia y la ambición nublaron su camino, cuatro años de condena en la cárcel bastaron para que el oficio del tatuaje se convirtiera en su sustento y entretenimiento para que el tiempo en ese lugar se fuera más rápido. Ahora, con la ayuda de The Golden Dagger, espera que la tinta sea su nuevo estilo de vida. Planea a mediano plazo montar su propio estudio y demostrar su talento. “Ellos me han enviado unos materiales para capacitarme, pero me han dado moral más que todo. Me han dado un empujón, sin interés alguno. Es una segunda oportunidad y me ven es por lo que hago, por mi arte, no por mis errores”, asegura Edward, quien está en detención domiciliaria.
De acuerdo con Santiago Tobón, director del Centro de Investigaciones Económicas de la Universidad EAFIT, los pospenados que salen de cárceles que presentan mejores condiciones, incluidos programas de resocialización integrales, tienen un 36 % menos de probabilidades de reincidir en el crimen. Atendiendo estadísticas de esa naturaleza, el colectivo The Golden Dagger planea llevar su proyecto también a los centros penitenciarios. Por ejemplo, en la cárcel de mujeres conocida como El Buen Pastor, en Bogotá, en compañía de la fundación Transformando Libertad, se tiene planeado iniciar los proceso de enseñanza virtuales en tatuaje para decenas de internas del patio de comunidad terapéutica, en enero del presente año.
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“En algunos centros penitenciarios no está permitida la práctica del tatuaje, por lo que decidimos aliarnos con Argento & Bourbon, en cabeza de Camilo Sarmiento, una marca (de zapatos para hombre) que nos permitirá obtener la materia prima para el desarrollo práctico de la enseñanza, ya que están dispuestos a donar los retazos sobrantes de sus piezas de cuero. Una vez surtida esta parte práctica, los internos desarrollarán diseños tatuados sobre las piezas de cuero, lo que les permitirá obtener unos primeros ingresos por medio del oficio”, agrega David Dagger.
Por otro lado, el colectivo logró asociarse con la marca estadounidense Eternal Ink, por medio del empresario Jaime Marín, que goza de gran reconocimiento en el mundo del tatuaje, la cual entregará agujas para iniciar el proceso práctico de los participantes. “Adicional a esto donarán los pigmentos con pronta fecha de expiración y ya obsoletos, para contribuir al desarrollo artístico de los internos, pues estos podrán ser utilizados en ilustraciones y cuadros”, cuenta Paola Paz. Así mismo, los hermanos Juan y Carlos Ariza, propietarios de la marca de relojes Bomberg Colombia, apoyarán una fase del proyecto pensada para quienes no tienen habilidades artísticas: la puesta en marcha de microfábricas de máquinas de tatuaje, en los centros penitenciarios.
El proyecto inKjail ya trazó sus primeras líneas. Actualmente cuatro pospenados realizan su proceso de aprendizaje en el oficio, lo que les permitirá profesionalizarse y hacer parte de estudios aliados o aventurarse a crear su propia empresa. David Dagger cuenta que su motivación la encuentra en su propia experiencia, pues dedicarle su energía al tatuaje lo sacó de la época más oscura de su vida. Además, el equipo está conformado por César Guerrero, quien plasmará las experiencias del colectivo a través de arte fotográfico y, así mismo, la psicóloga Ana Hoyos hará un acompañamiento social a los penados y pospenados que decidan encaminar su proyecto de vida junto a The Golden Dagger.