La confesión de un extraditado esmeraldero sobre atentado en el norte de Bogotá
Horacio Triana, preso en Estados Unidos por narcotráfico, le contó a la Fiscalía por qué ordenó en 2012 atentar contra el sucesor de Víctor Carranza y último enemigo de Otoniel en Colombia. El Espectador revela su última declaración en Colombia, antes de ser extraditado en enero de 2019.
En un documento de cinco páginas, el temido y poderoso empresario esmeraldero Horacio Triana dejó su última declaración ante las autoridades colombianas. Ese testimonio, conocido por El Espectador, es revelador porque da detalles sobre las razones que lo llevaron a perpetrar un sonado atentado contra otro poderoso empresario de la gema verde y que le costó su captura en 2016. Durante el tiempo que estuvo preso en Colombia, cerca de tres años, fue muy poco lo que habló ante la Fiscalía. Sin embargo, tres meses antes de su extradición, ocurrida en enero de 2019, Triana contó por qué ordenó asesinar a Hernando Sánchez, sucesor del controvertido zar esmeraldero Víctor Carranza y enemigo público de Otoniel, líder del Clan del Golfo.
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En un documento de cinco páginas, el temido y poderoso empresario esmeraldero Horacio Triana dejó su última declaración ante las autoridades colombianas. Ese testimonio, conocido por El Espectador, es revelador porque da detalles sobre las razones que lo llevaron a perpetrar un sonado atentado contra otro poderoso empresario de la gema verde y que le costó su captura en 2016. Durante el tiempo que estuvo preso en Colombia, cerca de tres años, fue muy poco lo que habló ante la Fiscalía. Sin embargo, tres meses antes de su extradición, ocurrida en enero de 2019, Triana contó por qué ordenó asesinar a Hernando Sánchez, sucesor del controvertido zar esmeraldero Víctor Carranza y enemigo público de Otoniel, líder del Clan del Golfo.
De acuerdo con Triana, el intento de homicidio, perpetrado en octubre de 2012 en la zona T de Bogotá, ocurrió luego de ser víctima de un robo del 20 % de las acciones de una próspera mina que él mismo descubrió a finales de los años noventa. Se trata de Cunas, ubicada en Maripí, Boyacá, la cual desde entonces funciona bajo el nombre de Esmeraldas Santa Rosa y actualmente es liderada por Hernando Sánchez, los hijos y la esposa del fallecido Víctor Carranza, entre otros viejos clanes del gremio esmeraldero. Siguiendo con el relato de Triana, toda esta sangrienta disputa comenzó por un viejo capo narcotraficante que también pagó cárcel en Estados Unidos y ya volvió a Colombia: Julio Lozano Pirateque, alias Patricia.
Este capo mafioso fue uno de los líderes de la junta directiva, un grupo narcotraficante que operó hace dos décadas en Bogotá con narcotraficantes de la talla del Loco Barrera y Don Lucho, quien fue asesinado hace dos años. De acuerdo con Triana, “Víctor Carranza me presentó a Lozano, persona que yo no conocía hasta ese momento. Posteriormente, don Víctor me propuso que le vendiera unas acciones de la mina, que operaba bajo el nombre de Esmeralda Santa Rosa. Lozano luego me dijo que él era de Boyacá, que era muy amigo de Carranza, que ellos tenían negocios y que él necesitaba invertir en las minas de esmeraldas. Así que decidí venderle el 5% de las acciones de la compañía, pero me pidió que las dejara a nombre de Hernando Sánchez”.
En ese momento, en 2005, Lozano Pirateque y su organización criminal ya estaba en la mira de las autoridades colombianas y de los Estados Unidos. Cinco años después, Lozano se entregó ante la justicia estadounidense y entregó información sobre sus nexos con las FARC, carteles mexicanos, entre otros hechos que todavía se mantienen en reserva. Por ejemplo, no se sabe si entregó información sobre sus negocios en el mundo de la gema verde con otros narcotraficantes que tenían fachada de esmeralderos. Sin embargo, el único que terminó ganando, según la denuncia de Triana, fue Sánchez, ya que este nunca le pagó los $10.000 millones que habían pactado por la compra de las acciones y se apoderó de la mina.
“De un momento a otro Sánchez dispuso que no me terminaba de cancelar la suma que faltaba por la venta del 5% de las acciones, y ahí también se ordena que no se me permitiera más el ingreso a la mina ni la empresa. Ante lo acontecido, busque la intermediación de Carranza, quien en un principio me prometió solucionar el problema, pero pasaron los meses y la situación con Hernando Sánchez se fue complicando más, hasta que termino en los hechos por los cuales estoy condenado: el atentando que el señor Sánchez sufrió en el centro Comercial Andino de Bogotá el 11 de octubre 2012. (...) La mediación con Carranza resulto nula, puesto que se aliaron para sacarme de la empresa”, señaló Triana ante la Fiscalía.
Ese día del atentado, todos los noticieros reportaron como un sicario entraba a un local comercial en la zona T (norte de Bogotá) y baleaba al esmeraldero Sánchez, quien sobrevivió al atentado, pero terminó tres meses en coma. Hoy todavía su cuerpo sufre las consecuencias de ese intento de homicidio. Ese atentado hizo parte de una seguidilla de hechos violentos entre esmeralderos, como los dos atentados que recibió Víctor Carranza entre 2009 y 2010, uno de ellos perpetrado con una rocket en Villavicencio. El Espectador intentó conocer la versión del esmeraldero Sánchez, pero su abogado y la propia empresa Esmeralda Santa Rosa no han respondido a la solicitud de este diario.
Triana tampoco es un delincuente de poca monta. Petrit Baquero, uno de los investigadores más importantes sobre las guerras esmeralderas en Colombia, señala que Triana era un esmeraldero de un perfil más bien bajo hasta el descubrimiento de la mina de Cunas y fue, a su vez, “el artífice de la llegada de los paramilitares de la casa Castaño a esta zona de Boyacá a través de Freddy Rendón Herrera, alias el Alemán, líder del Bloque Elmer Cárdena del grupo criminal. No fueron las de Luis Eduardo Cifuentes, alias el Águila (que eran herencia de Gonzalo Rodríguez Gacha) ni las de Arnubio Triana Mahecha, alias Botalón (herencia de las autodefensas de Puerto Boyacá de Henry Pérez). Fue el Alemán por medio de Triana”.
Pirateque también es otro viejo conocido de los expedientes judiciales. En 2021, su nombre fue mencionado por un testigo de la Fiscalía como dueño del narcolaboratorio que el Ejército encontró en la finca del exembajadores Fernando Sanclemente. Un año después, Lozano apareció en un organigrama de la Policía como integrante de un peligroso grupo criminal que participó en la fuga de alias Matamba de la Picota (marzo de 2022) y la masacre de cuatro personas en el norte de Bogotá (agosto de 2022). En ese mapa aparecen el temido jefe paramilitar alias el Pájaro y Yerson Triana (hijo de Horacio Triana), como socios de Lozano Pirateque. Una extraña alianza que es propia del mundo de la mafia.
Los testigos y la vendetta mafiosa
“Don Horacio”, como es conocido en el gremio, insiste en que el negocio de Cunas lo realizó con Lozano Pirateque y que de ello pueden dar fe varios testigos que este diario prefiere reservase, ya que algunas personas que hicieron parte de estos asuntos mafiosos en décadas pasadas, han sido asesinadas en los últimos tres años a plena luz del día en Bogotá. En enero de 2022, por ejemplo, se conoció un audio en que Otoniel, líder del Clan del Golfo, ordena matar a Sánchez y advierte que Lozano Pirateque entregó información para matar a don Lucho, un viejo narco asesinado en julio de 2021 en el popular barrio de Pablo VI en Bogotá. Sin embargo, aún no se sabe por qué Otoniel quería matar a Hernando Sánchez.
Además de su relato y postular testigos, Triana le pidió a la Fiscalía que verifique su testimonio a través de inspecciones a los archivos de la empresa Esmeraldas Santa Rosa, la Superintendencia de Sociedades, la Cámara de Comercio, Agencia Nacional Minera, la DIAN, y una notaría en Bogotá. “De manera oportuna también aportaré algunos documentos que tengo bajo mi poder y que soportaran mi denuncia, los mismos que se allegaran, ya sea por el suscrito o por alguno de mis familiares de los que he referido o a través del abogado que designe para que me represente como apoderado de víctimas”. El Espectador contó detalles de ese expediente que anda en la Fiscalía y que cinco años después de la denuncia de Triana aún no tiene una decisión de fondo.
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