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La equivocación que revivió al fantasma del MAS

El grupo Muerte a Secuestradores atemorizó al país en los años ochenta por todos los crímenes que cometió. El martes, se conocieron unos volantes amanezantes firmados por este grupo criminal. Sin embargo, la empresa que produce la película aclaró que eran ficticios.

María Camila Rincón Ortega
22 de octubre de 2014 - 10:48 p. m.
Estos fueron los panfletos que arrojó una avioneta sobre Chía.
Estos fueron los panfletos que arrojó una avioneta sobre Chía.

Los panfletos que durante la tarde de este martes aterrizaron en Chía (Cundinamarca) parecían ser la prueba fehaciente de que las tragedias tienden a repetirse. Esa escena de una avioneta volando a muy baja altura y arrojando papeles que anunciaban la creación del temido grupo Muerte a Secuestradores (MAS), ya había ocurrido en Cali: fue el miércoles 2 de diciembre de 1981. Treinta y tres años después, el fantasma del terror desplegado por este grupo criminal resucitó y se prendieron las alarmas.

“223 industriales de todo el país hemos acordado la formación del M.A.S ‘Muerte a Secuestradores’, su objetivo es la ejecución pública y sistemática de cualquiera que se vea envuelto en el atroz delito del secuestro”, es el mensaje completo que se puede leer en los volantes distribuidos. Una frase contundente que no da lugar a equívocos sobre las motivaciones del MAS y que no puede generar sentimientos diferentes a la preocupación. Más aún, si se tiene en cuenta el baño de sangre que esta estructura criminal ejecutó en los años ochenta.

Por eso el alivio fue total cuando se pudo establecer que el episodio dramático era un malentendido y hacía parte de la producción de una película. Una vez las autoridades se pusieron a investigar el hecho y la información trascendió a los medios de comunicación, la compañía Dynamo Producciones envió un comunicado aclarando que los panfletos pertenecen al largometraje que están realizando. Estos volantes, sin embargo, cayeron fuera del sitio de grabación.

“Queremos aclarar que dichos panfletos hacen parte de una producción audiovisual que actualmente se está grabando en Colombia, y no corresponden a ninguna actividad criminal ni malintencionada. Desafortunadamente, de forma accidental, algunos panfletos fueron encontrados en los alrededores del lugar de grabación, generando un malentendido entre los vecinos al interpretarlos como un mensaje real, y no como parte de la obra de ficción que se está produciendo”, sostuvo el comunicado. Y lamentó los inconvenientes generados por este suceso que puso “en escena un acontecimiento que está fuertemente enmarcado en la memoria colectiva de los colombianos”.

Precisamente, este hecho causó preocupación en la Universidad de La Sabana, donde cayeron entre 20 y 30 panfletos. Aunque el jefe de comunicación externa de esta institución, Felipe Ortegón, explicó que no se produjo una crisis, sí existió una alarma inicial porque en la Universidad no había antecedentes de un hecho similar. Agregó que hubiera sido deseable que fueran informados de la producción para evitar estas situaciones. “El grupo MAS tiene una connotación muy importante para la historia reciente de Colombia. Es una de las raíces del paramilitarismo y es irresponsable de parte de la película no avisar que es algo ficticio con un antecedente de estas magnitudes”, sostuvo.

De hecho, el MAS fue una de las grades génesis del terror que impartió y repartió el capo Pablo Escobar y el narcotráfico en general. Fueron los grandes ‘narcos’ los que financiaron a esta organización criminal y lograron convertirla en un Ejército privado de 2.230 hombres y un fondo de $446 millones. Su origen se remonta al 1 de diciembre de 1981, cuando en el hotel Intercontinental de Medellín se realizó un encuentro urgente convocado por los hermanos Ochoa Vásquez, del cartel de Medellín. La razón era simple: su hermana Martha Nieves Ochoa llevaba tres semanas secuestrada por el M-19.

Asistieron alrededor de 223 personas, en su gran mayoría jefes de la mafia, y acordaron crear una organización que fuera eliminando sistemáticamente a los secuestradores, o cualquier sospechoso de ser colaborador o simpatizante. Los ríos de sangre comenzaron a correr. Y la figura de autodefensa, para evitar los abusos de la guerrilla, empezó a expandirse y a multiplicarse en el territorio nacional. Los secuestros, torturas y desapariciones de personas que eran señaladas de ser guerrilleras o apoyarlas eran cada vez más comunes.
Por su parte la Fuerza Aérea Colombiana le explicó a El Espectador que ante el incidente de los panfletos enviaron un helicóptero a la zona para identificar la avioneta. Una aeronave que, confirmaron más tarde, tenía sus documentos en regla, permiso para volar y para aterrizar, así como su plan de viaje aprobado. La Aeronáutica Civil confirmó que el hecho se encuentra en investigación y por eso no pueden ofrecer más datos.

Lo cierto es que, al menos por algunos minutos, se alcanzó a creer que el MAS había renacido. Una situación que parece un capítulo reeditado del incidente que ocurrió hace casi 76 años, cuando el 30 de octubre de 1938, el escritor Orson Welles creara pánico afirmando que a Estados Unidos lo estaban invadiendo los alienígenas. En Colombia creímos que estábamos presenciando el resurgir de un grupo criminal sangriento.

 

mrincon@elespectador.com

@macamilarincon

Por María Camila Rincón Ortega

 

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