En la galería de Tuluá (Valle del Cauca), nombre que lleva la plaza de mercado del municipio, fueron asesinadas tres personas en los últimos 15 días. El más reciente hecho violento ocurrió el pasado 23 de agosto contra dos comerciantes de cebolla -papá e hijo-, cuando hombres que se movilizaban en una moto les dispararon con armas de fuego. Las autoridades locales, incluidas fuentes de la Policía del departamento, señalan que los hechos están relacionados con la disputa territorial por el monopolio en la venta de productos agrícolas, como la cebolla, y que ya en el pasado dejó víctimas mortales en ese municipio y otros departamentos como Tolima y Risaralda.
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Tras el asesinato de los comerciantes de cebolla, el propio comandante del Gaula en el Valle del Cauca, mayor José Espitia, hizo una declaración que prendió aún más las alarmas: dijo que estas mafias están “más cerca de lo que uno puede imaginar”. Dos fuentes de la Alcaldía de Tuluá le contaron a este diario que son frecuentes las denuncias de amenazas y atentados contra comerciantes que se rehúsan a comprarles a precios elevados a personas avaladas por la estructura criminal denominada como cartel de la cebolla. El propio Gustavo Álvarez Gardeazabal, reconocido escritor tulueño del libro Cóndores no entierran todos los días, recordó la semana pasada una de las primeras víctimas de estos carteles: Nuberley Trujillo, un vendedor de cebolla asesinado en noviembre de 2012.
El riesgo que sufren los tulueños que viven del agro ya había sido anunciado por la Defensoría del Pueblo. Una alerta temprana de ese organismo, de julio de 2019, advierte: “En especial situación de riesgo se encuentran las personas que cultivan y comercian productos como el cilantro y la cebolla, quienes son objeto de amenazas, atentados contra la vida y la propiedad privada, de negarse a atender las exigencias de un grupo ilegal hasta el momento sin identificar, que controla monopólicamente la distribución y comercialización de estos bienes agrícolas; el sector del comercio es afectado por una permanente amenaza extorsiva”.
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El documento de la Defensoría advirtió en ese momento que en marzo de ese año hubo dos asesinatos relacionados con el cartel de la cebolla y dio detalles de lo que viven los campesinos. “Habitantes del corregimiento Aguaclara, sector semirrural de Tuluá, que tenían cultivos de cilantro en sus parcelas o iban a sembrarlo, comentaron en mayo haber recibido la visita de sujetos en moto advirtiéndoles que la cosecha debía ser vendida a ellos, por lo cual optaron por arrancar las matas y dejar enmalezar el lote; el temor incidió también entre los vendedores ambulantes que en carretas ofrecían el cilantro por calles de la ciudad o en la galería”, dice la alerta temprana de julio de 2019.
Ese mismo año se produjo la captura de un hombre relacionado con las extorsiones a comerciantes por la venta de cebolla y el cilantro: alias el Gordo Padilla, un hombre que estaría al servicio de alias el Porrón, líder de la banda La Inmaculada y que, según fuentes policiales, sigue dando órdenes a sus hombres desde la cárcel de máxima seguridad de Cómbita (Boyacá). Lo que le preocupa a los habitantes de Tuluá es que familiares de Padilla tendrían poderosas conexiones políticas en el municipio. La banda criminal La Inmaculada es recordaba por estar detrás de las amenazas a Faustino Asprilla, exjugador de la selección de Colombia, y al cantante de música popular el Charrito Negro.
Aunque la Policía ha hecho una serie de capturas entre 2017 y 2020 contra supuestos miembros del cartel de la cebolla, la sensación que hay entre los tulueños es que se captura a los autores materiales de las amenazas, atentados y homicidios, y no a los determinadores de los crímenes que también son perpetrados en el municipio aledaño de Buga. En abril de 2020 fueron capturados seis integrantes del cartel de la cebolla y se instaló un puesto policial en la galería de Tuluá para recibir denuncias de extorsión. Sin embargo, en diciembre de ese año fue asesinado otro comerciante en la plaza de mercado. “Los bandidos siguen en las calles”, dijo un funcionario local.
Un cartel difuso
No hay certeza de quiénes y cómo está conformado el cartel de la cebolla. Por ejemplo, no se sabe si existe un grupo unificado o son varias estructuras independientes en los municipios en donde se han presentado asesinatos de personas relacionadas con el comercio de la cebolla y otros productos agrícolas. Por ejemplo, durante los últimos años se ha reportado la presencia del cartel en Ibagué (Tolima), Pereira y Guática (Risaralda). En marzo de 2020, el presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos en Risaralda, Alirio García, aseguró que su hijo fue una de las víctimas mortales que se atrevió a alertar sobre esta mafia que controlaría el mercado campesino en Pereira, Armenia y el norte del Valle.
“El campesino está expuesto y sigue siendo expuesto a cuatro mayoristas de Mercasa, que les ponen el precio a los cultivos y abusan del pequeño productor pagándole a veces por debajo de los costos de producción y perdiendo hasta el transporte. El Gaula lo comprobó, mi hijo denunció y a los 15 días lo mataron, aquí nos han matado a todos los productores que han tratado de ingresar a las plazas de mercado de Pereira, Armenia o Cartago, los pequeños productores que se pongan a llevar productos sino se someten a ellos los matan”, aseguró el líder campesino García a Caracol Radio días después del asesinato de su hijo.
En Ibagué se ha detallado un poco más quién lideró el cartel de la cebolla en la última década. Se trata de alias el Señor de la B, un hombre que han vinculado con el narcotráfico y que lideró la banda los Paisas en Tolima. Las autoridades dicen que este grupo criminal tendría alianzas con la temida Oficina del Valle de Aburrá en Antioquia y que tendría presencia en Bogotá y municipios aledaños. Lo último que se supo del Señor de la B es que la JEP le negó en 2019 su ingreso a esta justicia transicional, ya que sus crímenes no tendrían nada que ver con el conflicto armado. Actualmente sigue recluido en la cárcel de Cómbita, en donde purga una condena de 17 años por el asesinato de un mayorista de la plaza La 21 en Ibagué.
Un comerciante de cebolla al que la Fiscalía y la Policía ya le endilgaron relaciones con el grupo criminal de la Oficina ha sido Alirio de Jesús Rendón, alias el Cebollero, quien fue condenado a 13 años de prisión por lavado de activos. Según el portal periodístico Verdad Abierta, cuando Rendón fue capturado en 2009, fueron detenidas 21 personas señaladas de pertenecer a la banda La Unión-Calatrava, que delinquía en Itagüí, era financiada por el Cebollero y le prestaba servicios criminales a la Oficina. Durante esos años Rendón se ufanó de ser quien prestaba seguridad privada a la Central Mayorista de Antioquia, ubicada en el municipio itagüiseño y de evitar secuestros y homicidios de comerciantes.