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La lucha de las mujeres kankuamas por el respeto de sus derechos en el territorio

Las mujeres kankuamas lidian con las mismas violencias y vulneraciones que las conocidas en el territorio urbano. Sin embargo, se han unido para ir a contracorriente de las tradiciones que las oprimen y buscar equilibrio en la comunidad.

Redacción Judicial

18 de septiembre de 2020 - 06:05 p. m.
Asamblea de mujeres kankuamas. Foto: cortesía.
Foto: Comisión de Mujeres K
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“Desde la tradición, la fuerza del territorio es la mujer. Somos las que acompañamos, ordenamos y damos vida. Dentro de la cosmovisión indígena la mujer es la madre tierra, entonces no debemos ser violentadas, ni afectadas”, dice Delbis Estrada, una mujer indígena que hace parte de la Comisión de Mujer y Familia Kankuama (CMIFAK). Para ella, recibir de la madre tierra los recursos necesarios para vivir es un privilegio y la enorgullece haber nacido en esta comunidad, sin embargo, sabe que ser mujer kankuama también es un reto. Reconoce que en el territorio hay una cultura de violencia y maltrato contra las mujeres que debe ser erradicada. Su lucha, afirma, es por reforzar el respeto, el valor y el liderazgo de las mujeres en la etnia kankuama.

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Y es que en los últimos meses dos casos de violencia sexual han sacudido el territorio kankuamo, localizado en la Sierra Nevada de Santa Marta. El primer hecho se conoció en julio y se trató de la violación de una niña de apenas 12 años por parte de seis hombres de la misma comunidad. Producto de estos hechos la pequeña quedó embarazada y, finalmente, accedió a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Apenas habían pasado dos meses cuando se registró una nueva denuncia. Esta vez, una joven de 17 aseguró que estaba embarazada como consecuencia del abuso sexual que sufrió a manos de un hombre que fue cabildo menor (autoridad) del resguardo Rancho de la Goya, donde ella vivía.

Ambos casos están en manos de la Fiscalía General de la Nación que es la competente para tratar los asuntos relacionados con violencia sexual que se presenten en el territorio kankuamo. Pero la violencia sexual no es el único flagelo que amenaza a las mujeres kankuamas, según cifras de la CMIFAK, cada mes atienden unos 30 casos de violencia intrafamiliar y psicológica en contra de mujeres en el territorio. “Sí hay aumento en los casos de violencia contra las mujeres, principalmente en contextos familiares. Como estamos conociendo nuestros derechos y hacemos alianzas entre nosotras, ya nadie quiere quedarse callada, las situaciones que antes se guardaban, ahora están saliendo a la luz”, explicó Sibelis Villazón, coordinadora de la Comisión.

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Pero la exposición de los casos no sería el único factor que ha incidido en el aumento de los reportes. “Esta pandemia cambió la realidad de las familias kankuamas, la verdad es que se alteró bastante el abuso, la violencia sexual y la violencia intrafamiliar. Esas conductas no las aceptamos, ni las permitimos, por eso nuestra principal función es empoderar a las mujeres en derechos y deberes, enseñarles cómo defenderse, cómo denunciar, cómo conversar con la autoridad. Nosotras de la mano con las autoridades kankuamas estamos buscando las mejores estrategias para manejar las situaciones”, agregó Villazón.

Sandra Mestre, otra lideresa kankuama ex coordinadora de la Comisión señala que todavía es notorio la conducta machista en la que el cuerpo de la mujer se ve como un objeto sexual y reproductor. “Estamos incidiendo en nuestros hombres para que nos vean con el valor que merecemos, que nosotras mismas nos damos. Entonces hemos visto hombres que cuando notan que su mujer se está fortaleciendo en conocimiento, les dicen ‘esas mujeres lo que quieren es que tú mandes, que yo me quede con los muchachos’. Ellos deben hacer conciencia y entender que afectar a una mujer es lastimar el territorio, la comunidad, el pueblo”, aseguró.

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Sobre los dos casos de violación sexual contra las menores que han salido a la luz recientemente, afirma que como colectivo femenino se han sentido muy golpeadas porque “cuando se afecta a una, se afecta a todas”. Asegura que se han presentado ante las familias de ambas menores para hacer lo que en cada caso corresponde, es decir, asesorar y acompañar a las mujeres en los procesos, algo que se han propuesto hacer cada vez que conocen un caso de violencia contra una kankuama. “Hemos llegado a cada lugar donde ocurren afectaciones a una mujer, siempre y cuando tengamos el conocimiento a través de la familia, vecinos o la comunidad, enseguida actuamos, escuchamos, hacemos pedagogía y enrutamos”.

Mestre considera que las acciones de la Comisión no se hacen muy visibles por fuera del territorio porque la intimidad de las mujeres indígenas es algo sagrado. “Difundir algo así es como desnudarnos, muchas veces lo que pasa es que nos revictimizan y eso hemos sentido con los casos de esas niñas. Por ejemplo, la de 12 años no ha vuelto al territorio porque, no solo la comunidad, sino todo el mundo conoce los detalles de lo que pasó y la gente es cruel, seguramente se la van a pasar recordándole lo que le pasó y es muy difícil sanar, si por otro lado siguen hurgando la herida”.

Las tres mujeres coinciden en que la búsqueda del equilibrio entre hombres y mujeres en una comunidad indígena que se desarrolla con base en unas tradiciones ancestrales en las cuales el hombre es el epicentro de los hechos más más relevantes y trascendentales no ha sido fácil, han tenido que pasar muchos años para que poco a poco y lentamente las mujeres se abran paso y consiguan que los kankuamos empiecen a reconocerlas e incluirlas en escenarios de poder, autoridad, liderazgo y toma de decisiones.

“Ha sido un reto bien grande hacer parte de la Comisión de Mujeres de uno de los pueblos de la Sierra donde tradicionalmente quienes ejercen la autoridad son los hombres, pero desde el principio la fuerza del territorio ha sido la mujer. Sabemos que por influencia de afuera nuestros pueblos no son netamente tradicionales, ha habido incidencias occidentales y hemos tenido dificultad para avanzar en el tema de mujeres. Hay una cultura de mucha violencia y maltrato, pero esos temas se iban quedando ahí o se tomaban como algo normal, ahora las cosas han cambiado”, explicó Delbis Estrada quien también fue coordinadora de Mujeres hace varios años.

Para ella, el que las mujeres estén hablando de lo que antes no se hablaba es una señal de que están reconociendo su valor, confiando en el acompañamiento de otras mujeres y creyendo en el proceso de justicia del territorio. Más porque las decisiones judiciales de las faltas que se cometen en el territorio -menos las relacionadas con violencia sexual, que le competen a la Fiscalía- son resueltas por el Consejo de Mayores del cual están participando mujeres, mayoras, quienes reconocen y procuran destacar los derechos de la mujer dentro de la comunidad.

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Tener mujeres en los cargos y posiciones de autoridad ha sido uno de los mayores logros que han alcanzado las kankuamas, teniendo en cuenta que antes no tenían lugar en estos espacios. Actualmente, la coordinadora de la Comisión, Sibelis Villazón, tiene voz y voto en el Gobierno Kankuamo; hay una mujer con cargo de cabildo menor en el corregimiento La Mina; y hay mujeres liderando comisiones de derechos humanos y participando en los consejos locales. Sin embargo, todavía hay falencias, especialmente, para que los hombres confíen y apoyen a las mujeres en estas facetas.

“Como mujeres buscamos que si hay una mujer que diga que está liderando proceso, los hombres digan ‘yo también me apunto’ y la apoyen. Se trata de que la mujer sea valorada en cada espacio que ocupa. Mi esposo es el coordinador de Mayores y ¿qué busco con él? Como su esposa, su banco y su fuerza he incidido con él cuando hay un tema de mujer que hay que atender inmediatamente. No somos perfectas, cometemos errores y hay falencias, pero tenemos claro que buscamos fortalecernos, tener lideresas, mujeres sin temor de hablar y, sobre todo, que podamos vivir en paz en nuestro resguardo”, afirmó Delbis Estrada.

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Agregó que, aunque en el territorio indígena y la urbe, se vivan culturas diferentes y exista una cosmovisión distinta, los problemas que aquejan a las mujeres son los mismos. “No solamente luchamos como mujeres indígenas. Luchamos por todo el mundo. Nos duele de corazón, como si fuera una hermana nuestra, que una mujer blanca sea violentada o abusada, porque es una mujer. Estamos buscando hermandad, unidad y respeto en todo el mundo, que seamos tenidas en cuenta porque todos somos hijos de la madre naturaleza. Luchamos desde nuestros procesos para conseguir equilibrio, no igualdad, porque ellos no dan a luz, ellos tiene su funcionalidad y nosotras la nuestra y ambas son valiosas”.

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