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Un coronel retirado de la Policía, esencial en las labores de inteligencia que llevaron a localizar al Mono Jojoy y Megateo, terminó envuelto en un laberinto judicial por su trabajo como agente de inteligencia. Junto a él hay otros seis uniformados que lo acompañaron en misiones contra las Farc, el Eln y el Epl, logrando capturas, allanamientos de droga e identificación o ubicación de jefes guerrilleros, cuya suerte está también en manos de la justicia. Hoy, esos siete hombres son acusados por la Fiscalía de ser parte de una organización criminal que, a cambio de dinero, permitió que los grupos armados ilegales transportara droga a su gusto por todo el país, lo cual va en contravía de los registros que quedaron de su trabajo.
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