“Pídame lo que quiera”, le dijo Ramiro Vanoy Murillo, alias Cuco Vanoy, el extraditado ‘narco’ y ex jefe paramilitar, a Maryluz Ramírez*, en ese momento miembro de las autodefensas del bloque Mineros, un día después del operativo en el que rescataron a Vladimir Vanoy, secuestrado por la guerrilla en diciembre de 1998.
Ese día Maryluz dejó su fusil Galil 556, se quitó el camuflado, se vistió de civil e hizo lo que nadie, según ella, hubiera hecho por el ‘Señor’, como se refiere a Ramiro Vanoy: jugarse la vida para liberar a su hijo, Vladimir Vanoy.
“El ‘Señor’ me compró ropa, me puso bonita. A las seis de la noche llegué a Santa Rita (Antioquia), entré al bar en el que sabía que tenían escondido a Vladimir. Llevaba un radio escondido en el busto y una chaqueta muy linda con dos granadas, una en cada bolsillo. Dije que venía de Puerto Berrío (Antioquia) y que quería trabajar allí”, dice Maryluz.
Vladimir estaba en un cuarto del bar, amarrado de pies y manos. La guerrilla de las Farc lo había secuestrado días antes y pensaban llevárselo esa noche monte adentro.
A las diez de la noche los 20 guerrilleros que custodiaban al hijo de Vanoy estaban ebrios. Maryluz los acompañaba en los tragos, pero no tomaba. En un momento entró al baño y por el radio avisó a sus compañeros. A los 20 minutos entraron 400 hombres del bloque Mineros, bajo el mando de Cuco.
“En ese momento desamarré a Vladimir, le dije: ‘¿Sabe qué, pelado, yo estoy jugando mi vida’, y él me dijo: ‘Tranquila, que si salgo de aquí yo me juego la mía por usted’. Saqué la granada y dije: ‘Si hacen algo, nos morimos todos’. Vladimir se me pegó al cuerpo, me dieron un tiro en un pie pero logré sacarlo con vida”, explica Maryluz.
En ese momento, Maryluz pasó de ser una autodefensa rasa a ser la protegida del amo y señor de Tarazá, quien extendió su poder por todo el Bajo Cauca y Antioquia.
Maryluz le pidió al ‘Señor’ que diera la orden de que ningún autodefensa la mirara como mujer y que no tuviera que participar en torturas ni masacres. Le pagaron 4 millones de pesos y en adelante, hasta el día de su desmovilización, sólo tuvo que patrullar y cuidar los cultivos de droga que tenía Vanoy en haciendas de la vereda La Caucana, del municipio antioqueño de Tarazá.
Doce años después del riesgoso operativo, el panorama ha cambiado de manera radical: Ramiro Cuco Vanoy está preso en una cárcel de Estados Unidos por narcotráfico; Vladimir está muerto, asesinado el 18 de octubre de 2008 por sicarios, y Maryluz está desmovilizada.
Hoy en día confiesa que desde que entregó sus armas en Montería, en febrero de 2006, tras 11 años de guerra, junto con cerca de 2.700 miembros del bloque Mineros, la vida no ha sido más fácil. Desde entonces ha intentado buscar trabajo, pero siempre que sus empleadores descubren que es desmovilizada, buscan la forma de prescindir de sus servicios. Trabajó como vendedora en los principales almacenes de Montería hasta que se le cerraron las puertas y tuvo que irse a Bogotá, en donde actualmente estudia para conseguir un buen empleo, y participa en varios voluntariados sociales al lado de otros desmovilizados y ex guerrilleros que como ella dejaron las armas para soñar con una vida distinta.
Atrás quedaron los muertos y los recuerdos amargos, como el día en que abrazó a una de sus compañeras de frente antes de que fuera ejecutada por órdenes de Cuco Vanoy, después de que la mujer matara por celos a su compañero sentimental con una granada.
Para esta mujer, que hoy usa tacones, falda y maquillaje, hay vivencias que le marcaron la vida: Maryluz es madre de tres hijos, uno de los cuales murió el año pasado, dos meses antes de que el Seguro Social autorizara la droga para la enfermedad que sufría. Sus hijos han sido su obsesión. Por eso evoca con aflicción las veces que vio llegar al campamento un camión de carga lleno de jóvenes prostitutas. “Subían 80 ó 90 peladitas de entre 14 y 16 años, para cerca de 700 hombres. Yo les hablaba y les decía que no volvieran y le pedía a Dios por mis hijitas, que ya tenían 12 y 13 años en esa época”, dice Maryluz.
A pesar de todas las historias de terror que tiene esta mujer a cuestas, es sorprendente su ímpetu por salir adelante. Sin embargo, ella hace parte de los 17.000 desmovilizados que quedaron en el limbo jurídico después de que la Corte Constitucional tumbara el principio de oportunidad. Ahora Maryluz no sólo teme no conseguir trabajo, sino ser apresada por los crímenes que cometió, en bloque, por órdenes de Ramiro Cuco Vanoy. La paz y el perdón para ella, hoy más que nunca, son un sueño imposible.
*Nombre cambiado.
¿Quién es Ramiro ‘Cuco’ Vanoy?
El extraditado narco y ex jefe de las autodefensas delinquió principalmente en el Bajo Cauca y Antioquia, por el control de rutas para el tráfico de estupefacientes.
En Tarazá creó el bloque paramilitar Mineros, que empezó con un grupo de 80 hombres y creció a 2.800.
Cuco Vanoy utilizó la misma estrategia de Pablo Escobar en Medellín. Mezcló el horror con el populismo. Mientras ordenaba asesinar a sangre fría, hacía construir parques infantiles, clínicas, etc. Se desmovilizó en enero de 2006, pero el 13 de mayo de 2008 fue extraditado a Estados Unidos junto con otros 11 paramilitares.
En octubre de 2009, la Corte Federal del Sur de la Florida lo condenó a 24 años de cárcel por narcotráfico, después de declararse culpable de enviar droga a ese país. El 17 de octubre de 2008, un día antes del asesinato de su hijo Vladimir, Cuco Vanoy dijo desde Estados Unidos que no colaboraría con la Ley de Justicia y Paz, por amenazas a su familia.
Por Redacción Judicial
