Mientras en Estados Unidos sigue sin esclarecerse la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, una persona que podría estar vinculada al caso está en Colombia y tiene estatus diplomático. Se trata de Dmitry Tarantsov, agregado militar de la Embajada rusa en Bogotá. Es poco lo que se sabía de cómo logró Tarantsov llegar a suelo colombiano, en un silencio absoluto, mientras en Washington comenzaban a preguntarse por su identidad. Hasta ahora. Documentos secretos obtenidos por este diario revelan cómo aterrizó en el cargo y muestran que detrás del visto bueno final para entrar a Colombia estuvo el general (r) Nicacio Martínez, excomandante del Ejército.
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En contexto: Hackeo a las Fuerzas Militares: la filtración que penetró al Comando General
Se trata de documentos del Comando General de las Fuerzas Militares que fueron filtrados por el colectivo de hackers Guacamaya. El Espectador tuvo acceso a los archivos a través de la organización Forbidden Stories, consorcio de periodistas radicado en Francia que continúa el trabajo de periodistas amenazados o asesinados. En ellos se ve que, semanas antes de que se publicara un informe en el que aparecía el apellido de Tarantsov, principal indicio de su vinculación con la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones en Estados Unidos, en Colombia se tramitaba el beneplácito que ha permitido que ejerza de agregado militar en Bogotá por casi cuatro años.
Para entender el caso hay que remontarse a julio de 2019, cuando el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos publicó su informe sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016. Una sección titulada “los esfuerzos de Rusia para investigar los sistemas de votación de Estados Unidos, sus procesos y otros elementos de la infraestructura de votación”, está totalmente tachada, lo que la hace ilegible. Excepto una frase: “Es desconocido si Tarantsov estuvo en las reuniones”. Es la única mención a ese apellido y no hay detalles previos o posteriores de a qué reuniones se refiere.
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Así, mientras los medios de comunicación de Estados Unidos desmenuzaban el informe del Comité de Inteligencia, en agosto de 2019, la revista “Foreign Policy” se preguntaba quién era ese hombre misterioso. Según su publicación, Tarantsov no es un apellido común en Rusia y, al menos hasta mediados de 2015, había una sola persona con ese apellido en el cuerpo diplomático de la Embajada rusa: el agregado aéreo, el coronel Dmitry Tarantsov. La investigación añadía que, por mucho tiempo, se ha sabido que los agregados militares son cruciales en labores de inteligencia. A la fecha, no se conoce que Tarantsov haya sido vinculado a investigación alguna por estos hechos.
Ahora, para la fecha de esa publicación periodística, Dmitry Tarantsov ya estaba ejerciendo de diplomático ruso en Colombia, tras un proceso bastante rápido con las Fuerzas Militares colombianas. Documentos de la filtración muestran que la Embajada de Rusia le escribió a la Cancillería, el 7 de mayo de 2019, pidiendo su beneplácito para que Tarantsov ejerciera de agregado militar. Según explicaron, el período de quien ocupaba ese cargo estaba por vencerse y adjuntaron la hoja de vida de Tarantsov, en la que se aseguraba que desde 2015, “a la fecha”, ejercía como oficial mayor de la dirección del Comando General de las Fuerzas Aeroespaciales, en Moscú.
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Un mes después, el 14 de junio de 2019, el general (r) Nicacio Martínez, entonces comandante del Ejército, firmó un documento en el que daba su visto bueno para Tarantsov “al no existir impedimentos legales explícitos que imposibiliten su designación en el cargo”. Y más adelante, el 11 de julio de 2019, el general Mario Augusto Valencia dio la luz verde final, cuando, le escribió al Ministerio de Defensa que el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares “da aprobación y emite concepto favorable para la designación del coronel Dmitry Tarantsov como agregado militar de la Embajada de la Federación rusa” en Colombia.
Sin embargo, llama la atención que el documento más antiguo que menciona a Tarantsov es previo, incluso, a que la embajada rusa le pidiera el visto bueno al Gobierno colombiano. El 6 de mayo de 2019, justo un día antes de la firma de esa nota diplomática, el general Eduardo Quirós, comandante del Comando de Contrainteligencia, le confirmaba al Ejército que había recibido su solicitud de beneplácito para Tarantsov, pero que “se hace necesario que se establezca la plena identidad”. El documento luego procede a citar leyes penales sobre presunción de inocencia, órdenes de captura e identificación de investigados.
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Este diario consultó a la Embajada de Rusia en Colombia y un vocero confirmó que Tarantsov continúa en el cargo y que nunca ha sido sancionado ni condenado. A su vez, reiteraron un comunicado de 2022, cuando otros medios denunciaron la presencia del militar aparentemente vinculado con la interferencia en las elecciones. En el comunicado, la misión diplomática explica que el coronel Tarantsov terminó sus labores en Washington en julio de 2015, “o sea, más de un año antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos”, y asegura que todo se trata de una “campaña mediática malintencionada”.
En la filtración de las Fuerzas Militares hay documentos posteriores que mencionan su relación con Rusia y se preguntan cómo proceder, por ejemplo, con una capacitación programada para 2022 con las fuerzas de ese país, después de la invasión del Kremlin a Ucrania. Pero no hay más menciones al beneplácito otorgado a Tarantsov, ni siquiera posterior a las publicaciones en Estados Unidos que revelaban que era el hombre mencionado en el informe del Comité de Inteligencia. Una fuente consultada afirmó que Iván Velásquez, ministro de Defensa, ha revisado en detalle a los agregados militares y, hasta ahora, Tarantsov continúa con el beneplácito del Gobierno.