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La testigo secreta de ‘Jaque’

La desmovilizada, conocida como Cindy, fue fundamental en la operación que terminó con la liberación de 15 secuestrados. Se casó con un Policía  y ahora vive en  Estados Unidos.

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Redacción judicial
26 de diciembre de 2008 - 11:00 p. m.
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Antes del resonante éxito de la ‘Operación Jaque’, que llevó a la liberación de 15 secuestrados, entre ellos Íngrid Betancourt, los  testimonios de desmovilizados que abandonaron el frente 1 de las Farc fueron determinantes para interceptar comunicaciones, establecer los dispositivos de seguridad y la distribución y el manejo de los recursos provenientes del narcotráfico del grupo ilegal. Fue el caso de una mujer de 22 años, de nombre Cindy, quien terminó en uno de los programas de protección a testigos del gobierno de los Estados Unidos y casada con un Policía que se encargó de recibirla una vez abandonó la lucha armada.

A finales de 2007, en declaración ante un fiscal, enviado desde Colombia, declaró en Norteamérica que ingresó a la guerrilla cuando apenas tenía 13 años. Aseguró que fue obligada a abortar en varias oportunidades y que fue muy cercana sentimentalmente a Gerardo Antonio Aguilar Ramírez, alias César. En sus inicios fue guerrillera de base, que hacía patrullajes y participaba en combates, pero luego se encarga de distribuir alimentos y fue después ascendida a enfermera por disposición del Embo (Estado Mayor del Bloque Oriental). Por su cercanía con alias César  fue testigo de una comunicación entre el jefe subversivo y un interlocutor en Venezuela, en 2004, en la que se daba cuenta de la captura de los guerrilleros José María Corredor Ibagué, alias El Boyaco, y Edilma Morales Loaiza, alias La Negra, llevando un cargamento de cocaína.

La idea de la conversación escuchada por Cindy  era buscar unos abogados que los defendieran de los cargos de los que los acusaban en el vecino país. Al final la defensa fue en vano porque ambos terminaron extraditados a Estados Unidos. La ex subversiva también relató que tuvo que efectuar varias misiones custodiando droga en lanchas. Después de arribar a Carurú, Vaupés, el alcaloide era recogido por avionetas que venían desde Brasil. Luego de un combate con el Ejército, Cindy resultó herida en uno de sus senos y pasados varios días de padecimiento, recibió el permiso de alias César para ser atendida en un hospital del departamento del Meta. Durante su recuperación comenzó a pensar en la posibilidad de escapar y así lo hizo. Abandonó el centro asistencial y se entregó en una unidad militar.

En el proceso de dejación de las armas se enamoró de un policía, a quien conoció durante su convalecencia. Tras sufrir un atentado que casi la deja inválida, los dos terminaron viviendo en Estados Unidos y en la actualidad tienen un hijo. Las declaraciones que entregó a la justicia norteamericana fueron fundamentales en la información de inteligencia que los Estados Unidos suministraron a las autoridades colombianas. Su testimonio contribuyó a identificar la red de logística y la ruta que el frente 1 de las Farc tenía a través de Surinam para sacar la cocaína al exterior.

Así mismo, el testimonio de la ex guerrillera develó el accionar de la célula subversiva para conseguir equipos de comunicación satelital en  Estados Unidos y dejó en evidencia a  las organizaciones que se encargaban de suministrar armas y otros insumos al grupo insurgente. Sobre guerrilleros como alias Josúe, Chepe Boyaco y Morocho, quienes eran los encargados de conseguir la droga para luego exportarla, dijo que nunca se ponían uniformes y que utilizaban la fachada de la ganadería para realizar sus actividades ilegales. La ex guerrillera también relató que, como estrategia, las Farc destruían las cocinas donde se fabricaba la cocaína luego de tres producciones porque ya la gente sabía dónde estaban y qué se hacía en esas cocinas. De igual forma recordó que cuando el estupefaciente era pagado por los clientes, veía llegar lanchas cargadas con dinero en dólares o en pesos colombianos. Parte de esos recursos eran guardados en caletas que luego milicianos de mucha confianza de los comandantes guerrilleros debían ir a recoger.

Aunque sólo entregó una declaración a la Fiscalía, su versión fue clave a la hora de propinar uno de los más duros golpes que han sufrido las Farc en toda su historia. En Estados Unidos. Cindy ahora estudia enfermería, oficio que paradójicamente desempeño en la guerrilla.

Por Redacción judicial

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