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La versión de “Jorge 40” de cómo conoció a Salvatore Mancuso e ingresó a las Auc

El jefe del bloque Norte de las Auc, que acaba de ser deportado desde EE.UU, dijo en su diario que empezó a colaborar con los “paras” en 1995. Un año y medio después conoció a Mancuso en Valledupar. Una relación que prosperó en esos años pero que se empezó a resquebrajar en el proceso de desmovilización de las Auc a comienzos de este siglo.

Redacción Judicial

30 de septiembre de 2020 - 06:08 p. m.
Jorge 40 fue extraditado a los EE.UU en mayo de 2008 por delitos de narcotráfico.
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En las últimas semanas, los nombres de dos cabezas de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) han copado los titulares de prensa. Se trata del exlíder del bloque Norte de los paramilitares, Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y Salvatore Mancuso, uno de los hombres más importantes de esa organización junto al clan Castaño. El primero, porque hace dos días que volvió al país luego de pagar una condena de 16 años por narcotráfico en EE.UU. (de los cuales estuvo detenido 12 años); el segundo, porque está tratando, por las vías judiciales, de evitar que vuelva a Colombia. Mancuso quiere que lo deporten a Italia, país del que es ciudadano, o quedarse en últimas en EE.UU. Pero no quiere regresar.

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Como se sabe, Jorge 40 nació en Valledupar en una familia de clase alta de la capital del Cesar. Es hijo de un oficial retirado del Ejército y la familia de su madre incursionó en la política de esa ciudad y del departamento. Se trata de un hombre que desde muy joven tuvo buenas conexiones con el poder en la región. Sin embargo, poco se sabe de cómo fue su transición de comerciante y ganadero de la región a temido jefe paramilitar, señalado de ser determinador de decenas de masacres en Magdalena, Cesar, Bolívar, Atlántico y La Guajira. Además, durante los años que estuvo preso en Estados Unidos, este se negó a hablar ante cualquier instancia judicial.

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Antes de que el entonces presidente Uribe lo enviara junto a otras 13 cabezas del paramilitarismo a EE.UU. —entre ellos Mancuso— se conoció que Jorge 40 escribía un borrador de sus memorias mientras estuvo preso en la cárcel de Itagüí. El texto “Mi vida como autodefensa” tiene 152 páginas y narra sus inicios como colaborador de las Auc, en 1995, y cómo poco a poco los paramilitares le fueron ganando terreno a las guerrillas de las Farc y el Eln en el norte de Colombia. Este diario de Tovar Pupo poco conocido también da detalles de cómo fueron sus primeros contactos con Salvatore Mancuso, relación que, dicen exparamilitares, estaba rota desde antes de la extradición.

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Este capítulo de la vida de Jorge 40 inicia en julio de 1995, cuando, contó él mismo, se comprometió con alias Luis, un hombre cercano a Mancuso. “Mi compromiso con Luis sería ayudarlo a crecer la incipiente organización con la que las autodefensas habían hecho su arribo a Valledupar. Él hablaba de 20 hombres que yo jamás vi, pues uno de los puntos que dejamos claros era que mi comunicación sería única y exclusivamente con él. Esa condición la puse, las desconfianzas eran grandes y el temor que tenía consistía en que las guerrillas fueran a saber de algún tipo de involucramiento que tuviera con grupos de autodefensas”, reza el escrito de Jorge 40.

En el transcurso de julio a diciembre de 1995, narra Tovar Pupo, empezaron a verse en Valledupar algunas acciones de los paramilitares. “Él me comentaba que si alguien me preguntaba si sabía sobre lo que estaba pasando, mi respuesta debía ser: esa es la respuesta de las autodefensas a la guerrilla. Los meses transcurrían y la verdad es que, para nuestras necesidades, el avance era muy lento. Valledupar seguía a merced del Frente 6 de diciembre y del Frente José Manuel Martínez Quiroz del Eln. Más que de las Farc, quienes actuaban principalmente en toda el área de la Serranía del Perijá y sus municipios”, contó Jorge 40.

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En su diario, el entonces colaborador de los paramilitares se atribuye la avanzada de los “paras”. Señaló que empezó a pedirles a empresarios y políticos información sobre la guerrilla, ya que estos eran los sectores que eran obligados a contribuir en dinero a los grupos subversivos. Pues, según su relato, a través de él se canalizaba la información que luego era conocida por los “paras” para contraatacar. “Les decía que hasta los impuestos que le seguíamos pagando al Estado ausente deberíamos pagárselos a las autodefensas para que pudieran implementar la fuerza con la velocidad necesaria y con la cantidad requerida de tropas, porque sin finanzas sería imposible avanzar”, relató el exjefe paramilitar del bloque Norte.

A inicios de 1996, Tovar Pupo contó que empezó a financiar a los paramilitares. Incluso, relata que participó en una emboscada y secuestro a dos guerrilleros que le cobraban vacuna. Con la información que alias Luis sacó de los dos subversivos, se empezaron a fraguar los primeros grandes golpes contra las guerrillas. Luego de unos cambios de mando de los paras en el Cesar, Luis fue relevado de la zona y llegó un hombre al que Tovar Pupo llama por el alias de Jimmy. Es a este a quien le pidió que le presentara a Vicente Castaño Gil, con el fin de que el movimiento de “autodefensa avanzara en el departamento”. Dijo que no volvió a saber de Jimmy hasta agosto de ese año, cuando le pidió que se reunieran en el hotel de la ciudad.

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“Mucho gusto, Salvatore Mancuso”

“Entré y allí estaba el comandante Jimmy. Lo saludé y me presentó a una persona quien me dijo: mucho gusto, Salvatore Mancuso. Me le presenté, para mí ese nombre era desconocido. Jimmy me dijo: usted quería conocer a alguien de los Castaño, ahí lo tiene. No entendía, pero estaba presto a escuchar. Ya Salvatore se presentaba como la mano derecha de Carlos Castaño, a quien había escuchado por una entrevista que había dado a una revista, no me acuerdo si era Cromos. Me dijo que era la persona encargada de las autodefensas para la costa norte, y que el señor Jorge Gnecco le había hablado de mí”, señala Jorge 40.

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Jorge Gnecco era reconocido como el líder de su familia y generaba influencia en la política del denominado “Gran Magdalena” (departamentos de Cesar, La Guajira y Magdalena). En los noventa fue diputado por el Cesar y permitió impulsar la carrera de su hermano Lucas, quien fue electo concejal del municipio de La Paz, luego representante a la Cámara y después dos veces gobernador de ese departamento. Estos dos hermanos también fueron claves en la creación de la Convivir Guaymaral con los hombres de Mancuso y los Castaño durante esos años.

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En el Cesar, desde finales de los años sesenta hasta los noventa, el poder lo detentaron los Araújo, los Castro, los García, los Murgas, los Cuello, los Baute o los Pupo (de esta última familia viene alias Jorge 40). La hegemonía la rompieron Jorge y Lucas Gnecco y, desde entonces, el poder quedó en esta familia y sus fichas políticas. El narcotraficante Marcos de Jesus Figueroa fungió como jefe de escoltas de Jorge Gnecco y años más tarde terminó enfrentándose con Tovar Pupo por peajes de narcotráfico en La Guajira, una pelea casada que no ha llegado a su punto final.

Volviendo al primer contacto entre Mancuso y Jorge 40, este último comentó que la primera impresión que tuvo sobre Mancuso es que era un empresario y que nada tenía que ver con los paramilitares. "Él me pidió que le contara cómo iba el proceso de autodefensas en el Cesar, cuánta gente tenía yo y cómo iba. Yo le dije que no sabía qué información tenía él, pero que yo pensaba que estaba mal informado; primero, porque yo no tenía gente; que el que le podía explicar bien eso era Jimmy, pues mi única participación había sido en colaborarles económicamente y facilitarles algunas logísticas para su funcionamiento; que había sido un abanderado de la opción de la legítima defensa ", narró Jorge 40.

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Allí también Mancuso señaló que estaba en Cesar por órdenes de Carlos Castaño con el fin de secuestrar a la hermana del entonces jefe guerrillero de las Farc, Simón Trinidad, plagio que se perpetró el 26 de agosto de 1996 cuando varios hombres llegaron a su casa en Valledupar y la sacaron. Durante la primera parte del año también fueron secuestrados un hermano de alias Alfonso Cano y la hermana de alias Pablo Catatumbo, integrantes del secretariado de las Farc. Jorge 40 dijo sobre ese plan que no estaba de acuerdo, ya que la hermana de Trinidad “no tenía nada que ver con lo que este hacía (...) yo le dije que podían contar conmigo para lo que fuera pero no con lo del secuestro de Leonor (la hermana de Trinidad)”.

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“Él (Mancuso) me dijo: no lo crea así, es hora de que los guerrilleros sientan en carne propia el dolor que causa el secuestro. Además, ya es una orden del comandante Castaño y las órdenes son para cumplirlas. Me dijo, inclusive mandó al comandante H2, que es uno de los hombres de confianza, que utiliza el comandante Castaño para operaciones especiales y me explicó que se encontraba afuera de la habitación. Le pregunté que si habían calculado la respuesta que daría Simón a ese hecho y me contestó que para eso habían llegado ellos al Cesar, para responderle a la guerrilla con los mismos métodos con que ellos atacaban a la sociedad”, dice el extenso documento conocido por este diario.

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En ese y en los encuentros siguientes, Jorge 40 dijo que se convenció de que Mancuso era la persona que iba a consolidar a los “paras” en el Cesar. “De allí en adelante empezaría, ante todo, una amistad que se cultivó en el tiempo (...) Cada vez me agradaba más su convicción de luchador por la libertad”, dijo refiriéndose a Mancuso, quien es señalado por la justicia colombiana como uno de los cerebros de la máquina de violencia paramilitar que dejó millones de campesinos desplazados, líderes sociales y sindicales asesinados, y cientos de desaparecidos, entre otros crímenes de lesa humanidad. A partir de ahí, además de enfrentarse contra la guerrilla, Mancuso y Jorge 40 cometieron miles de crímenes que ahora tienen a este último respondiendo ante las autoridades.

Uno de los crímenes en los que se sabe que participaron de manera conjunta es el asesinato de Jorge Gnecco, en agosto de 2001. Antiguos “paras” que conocieron del tema señalan que Mancuso y Tovar no estaban de acuerdo con acciones que Gnecco realizaba a sus espaldas. Incluso, una de las fuentes señaló que un negocio que salió mal con la mafia italiana (Mancuso tenía contacto con ella) fue lo que determinó el asesinato. “Desde mediados de 2000, Gnecco sabía que Mancuso y 40 lo querían matar. Incluso, Darío Laíno Scopetta (alias Ojos Azules) intentó intermediar en la confrontación”, dijo la fuente que tuvo contacto directo con los implicados.

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También se ha ventilado la mala relación que actualmente tienen Salvatore Mancuso y Tovar. Las fuentes concuerdan en que, desde 2005, cuando ya la desmovilización de las Auc estaba en marcha, los dos líderes chocaron por las garantías jurídicas que pedía Jorge 40 en el proceso de desarme. Luego, en agosto de 2009, este señaló que el gobierno de Álvaro Uribe los había traicionado y reprochó que paramilitares hubieran retomado las armas en las mal llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia*, grupo sucesor del paramilitarismo y liderado ahora por alias Otoniel, el hombre más buscado en Colombia. “Mancuso entregó la tropa, y también sé que ahora están distanciados pero no conozco los motivos”, señaló una de las fuentes.

Jorge 40 ahora se encuentra en los calabozos de la Fiscalía. Fue capturado por agentes del CTI a su llegada en la base militar de Catam, en el occidente de Bogotá, el pasado 28 de septiembre. Tiene más de 1.450 procesos activos ante la justicia, 35 órdenes de captura y 38 medidas de aseguramiento. Aunque durante los años que estuvo preso en Estados Unidos decidió permanecer en silencio sobre los cientos de hechos que se le imputan, a principios de este septiembre se conoció una carta suya en la que señala que está dispuesto a contar todo lo que sabe ante las distintas instancias de la JEP, el sistema de justicia transicional creado tras el acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las Farc. Si hablará o no es algo que está por saberse.

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*La familia del prócer liberal Jorge Eliécer Gaitán rechaza esa autodenominación, pues las actuaciones del grupo ilegal en cuestión nada tienen que ver con los ideales por los que trabajó el jefe político.

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