Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              01 de marzo de 2018 - 07:34 a. m.

                                                                                                                              La viuda que durante 32 años le rezó a la tumba de los verdugos de su esposo

                                                                                                                              La historia de Fabiola Hernández Guevara es de no creer. Su esposo falleció en la toma del Palacio de Justicia. Le entregaron unos restos en 1985, pero hace poco se enteró de que en la supuesta tumba de su marido estaban, en realidad, los despojos mortales de dos guerrilleros del M-19.

                                                                                                                              JUAN DAVID LAVERDE PALMA

                                                                                                                              Fabiola Hernández Guevara y Libardo Durán, el día de su matrimonio. / Archivo particular

                                                                                                                              A Fabiola Hernández Guevara le asesinaron a su esposo el 6 de noviembre de 1985 en la toma del Palacio de Justicia. Se llamaba Libardo Durán y era el escolta del magistrado Alfonso Reyes Echandía, el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Treinta y dos años después la llamaron de la Fiscalía para decirle que donde creía que estaba enterrado Durán en realidad estaban los cuerpos de dos integrantes de la guerrilla del M-19. El Espectador se comunicó con doña Fabiola, y su relato es tan crudo y tan preciso que es mejor que salga así, en primera persona. Esta es su historia: 

                                                                                                                              “Esa mañana, el 6 de noviembre de 1985, mi esposo Libardo Durán salió corriendo de la casa a pagar unas cosas que había comprado en la tienda y, justo ese día, no se despidió de mí. Cuando estaba en la tienda llegó a recogerlo Nelson Buitrago, el conductor del presidente de la Corte Suprema de Justicia Alfonso Reyes Echandía. Libardo, que era policía, había sido designado como escolta del magistrado apenas 20 días antes. Él antes estaba en un grupo de contrainteligencia monitoreando grabaciones, pero siempre le había gustado la acción. Por eso pidió el traslado y vea usted a dónde fue a parar. Sé que ese 6 de noviembre Libardo quiso despedirse de mí, pero no alcanzó. Igual él siempre iba a almorzar al apartamento. Así que pensé: ‘Bueno, ahora lo veo’.

                                                                                                                              (En contexto: Desaparecidos del Palacio de Justicia: una búsqueda de varias generaciones)

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Ese día yo tenía una entrevista de trabajo en el Banco Popular, ahí en el centro, muy cerca del Palacio de Justicia y, por eso, después pasé por allá e incluso alcancé a entregar mi cédula en la entrada. Quería ver si lo esperaba para que saliéramos a almorzar juntos. Pero luego me di cuenta de que quizá estaba perdiendo tiempo; así que agarré mi cédula y fui a cocinar a la casa. Me salvé por 10 minutos de la toma del M-19. Llegué a la casa y se me fue el tiempo cocinando. Le hice callos a la madrileña, su plato favorito. De pronto me tocó la vecina, me preguntó si Libardo había llegado a almorzar y entonces me dijo que prendiera las noticias. Me puse histérica. No paraba de llorar. Salí enloquecida buscando quién me llevara al Palacio. Me monté en una buseta. Ni siquiera pagué el pasaje.

                                                                                                                              Allá llegué y todo estaba acordonado. Era un caos. Yo gritaba y les decía que me dejaran pasar, que yo era la esposa del escolta del magistrado Reyes Echandía, que Libardo estaba allá, que lo rescataran. Recuerdo que intenté burlar la seguridad, que los golpeé, los arañé. Ellos me pedían que me calmara y al final me montaron en un carro del Ejército y me llevaron a la casa de mi mamá. Yo tenía apenas 20 años. Allá me acompañaron en la tragedia. A mí no me gustó que Libardo cambiara de trabajo. Es que a ellos, como escoltas, también les mandaron sufragios y amenazas. Alguna vez le dije al comandante de la Policía que cómo había sido posible que enviara a quienes protegían a gente tan amenazada con tan solo un revólver de seis balas. Los mandaron a la muerte.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              (Lea también: ¿Cuánto tiempo más para saber la verdad del Palacio de Justicia?)

                                                                                                                              Pero volvamos a ese día. Seguimos escuchando las noticias, cada una más espeluznante que la anterior. Luego vino toda la confusión: que fuera a Medicina Legal a reconocer su cadáver; que no, que él estaba en un hospital; que no, que había noticias de que de pronto seguía con vida. En fin, así me tuvieron durante cuatro días hasta que me llamaron a decirme que el cuerpo de Libardo estaba en la bolsa 92 de Medicina Legal. Casi me desmayo con la noticia. Volví a Medicina Legal y vi cuerpos calcinados. La escena fue horrible. Entonces sacaron un ataúd sellado, sin ventanas, y me dijeron que ahí estaba Libardo. Y ya. Lo enterramos el 11 de noviembre en el cementerio El Apogeo. Ese día cumplíamos un año de casados.

                                                                                                                              Casi 31 años después los investigadores de la Fiscalía me buscaron para que yo les autorizara la exhumación del cuerpo de Libardo, pues seguían investigando el caso. Lo hice, sin mayores expectativas. Y cómo le parece que el pasado 18 de diciembre me llamaron a decirme que ahí donde estaba enterrado Libardo, en realidad, no estaba él, sino los cuerpos de dos guerrilleros del M-19 (Noralba García y Alfonso Jacquin). Casi me enloquezco de nuevo. Me dijeron que, igual, los restos de Libardo ya los habían encontrado y que estaban en la Fiscalía. El cuerpo de Libardo había sido inhumado en una fosa común del cementerio del sur. La noticia me devolvió al pasado. Yo casi me muero. Por fortuna estaba con mi hijo mayor cuando recibí esa información.

                                                                                                                              (En Contexto: Radiografía de la investigación del Palacio de Justicia)

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Imagínese, qué triste. Yo —¡yo!— llevándoles flores y cuidando la tumba de los verdugos de mi esposo. Yo, durante 32 años, llorando a quien no era. No lo podía creer. En todo caso les doy las gracias a Dios y a la ciencia porque ahora sí tengo claro que encontré los restos de Libardo. Y que ahora sí voy a enterrarlo como toca. En la Fiscalía me dijeron que es posible que la primera semana de abril próximo me entreguen el cuerpo para que podamos llevar a cabo una ceremonia simbólica. Ya vi una foto donde está prácticamente todo el esqueleto de Libardo. A ver si cerramos este ciclo tan duro. Él tenía 28 años cuando lo mataron. Es que él fue mi gran amor. Mire, yo duré cinco años de novia con él. Lo conocí cuando tenía 14 años. Luego nos casamos. Y luego vino la toma.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Yo nunca demandé al Estado ni a nadie porque ningún dinero me iba a devolver a Libardo. Siempre tuve claro eso. Y me alejé de todo. Es más, boté todas las fotos que tenía con él. Y los álbumes que durante años conservé con las noticias del holocausto del Palacio de Justicia. Solo conservo una imagen de él: el día de nuestro matrimonio. Todavía lo extraño. Después tuve dos hijos con alguien de quien nunca me enamoré. Por fortuna mis hijos me rescataron del abismo. Hoy Cristian tiene 29 años y Camilo Andrés, 22. Pero Libardo siempre será el amor de mi vida. ¡Mi príncipe azul! Todo con él fue un cuento de hadas. Tan duro me dio su muerte que intenté matarme yo misma tres veces. Por fortuna mi familia lo impidió siempre.

                                                                                                                              (Le podría interesar: “Encontramos a unos y otros desaparecen”: Pilar Navarrete, víctima del Palacio de Justicia)

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Una vez papá alcanzó a tumbar la puerta del baño cuando yo me iba a cortar las venas. Lo que pasó destruyó mi vida. Recuerdo que poco después ingresé a trabajar a la Policía y yo solo les decía que quería ir a buscar a esos guerrilleros. Pero toda mi carrera la hice en el sector de sanidad. Entré como auxiliar de farmacia, luego trabajé en el laboratorio clínico y después en odontología. Yo estudié mecánica dental y llegué a ser coordinadora de sanidad de la Escuela de Policía de Fusagusagá. Viví siete años allá. Ahí me pensioné”.

                                                                                                                              Fabiola Hernández Guevara y Libardo Durán, el día de su matrimonio. / Archivo particular

                                                                                                                              A Fabiola Hernández Guevara le asesinaron a su esposo el 6 de noviembre de 1985 en la toma del Palacio de Justicia. Se llamaba Libardo Durán y era el escolta del magistrado Alfonso Reyes Echandía, el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Treinta y dos años después la llamaron de la Fiscalía para decirle que donde creía que estaba enterrado Durán en realidad estaban los cuerpos de dos integrantes de la guerrilla del M-19. El Espectador se comunicó con doña Fabiola, y su relato es tan crudo y tan preciso que es mejor que salga así, en primera persona. Esta es su historia: 

                                                                                                                              “Esa mañana, el 6 de noviembre de 1985, mi esposo Libardo Durán salió corriendo de la casa a pagar unas cosas que había comprado en la tienda y, justo ese día, no se despidió de mí. Cuando estaba en la tienda llegó a recogerlo Nelson Buitrago, el conductor del presidente de la Corte Suprema de Justicia Alfonso Reyes Echandía. Libardo, que era policía, había sido designado como escolta del magistrado apenas 20 días antes. Él antes estaba en un grupo de contrainteligencia monitoreando grabaciones, pero siempre le había gustado la acción. Por eso pidió el traslado y vea usted a dónde fue a parar. Sé que ese 6 de noviembre Libardo quiso despedirse de mí, pero no alcanzó. Igual él siempre iba a almorzar al apartamento. Así que pensé: ‘Bueno, ahora lo veo’.

                                                                                                                              (En contexto: Desaparecidos del Palacio de Justicia: una búsqueda de varias generaciones)

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Ese día yo tenía una entrevista de trabajo en el Banco Popular, ahí en el centro, muy cerca del Palacio de Justicia y, por eso, después pasé por allá e incluso alcancé a entregar mi cédula en la entrada. Quería ver si lo esperaba para que saliéramos a almorzar juntos. Pero luego me di cuenta de que quizá estaba perdiendo tiempo; así que agarré mi cédula y fui a cocinar a la casa. Me salvé por 10 minutos de la toma del M-19. Llegué a la casa y se me fue el tiempo cocinando. Le hice callos a la madrileña, su plato favorito. De pronto me tocó la vecina, me preguntó si Libardo había llegado a almorzar y entonces me dijo que prendiera las noticias. Me puse histérica. No paraba de llorar. Salí enloquecida buscando quién me llevara al Palacio. Me monté en una buseta. Ni siquiera pagué el pasaje.

                                                                                                                              Allá llegué y todo estaba acordonado. Era un caos. Yo gritaba y les decía que me dejaran pasar, que yo era la esposa del escolta del magistrado Reyes Echandía, que Libardo estaba allá, que lo rescataran. Recuerdo que intenté burlar la seguridad, que los golpeé, los arañé. Ellos me pedían que me calmara y al final me montaron en un carro del Ejército y me llevaron a la casa de mi mamá. Yo tenía apenas 20 años. Allá me acompañaron en la tragedia. A mí no me gustó que Libardo cambiara de trabajo. Es que a ellos, como escoltas, también les mandaron sufragios y amenazas. Alguna vez le dije al comandante de la Policía que cómo había sido posible que enviara a quienes protegían a gente tan amenazada con tan solo un revólver de seis balas. Los mandaron a la muerte.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              (Lea también: ¿Cuánto tiempo más para saber la verdad del Palacio de Justicia?)

                                                                                                                              Pero volvamos a ese día. Seguimos escuchando las noticias, cada una más espeluznante que la anterior. Luego vino toda la confusión: que fuera a Medicina Legal a reconocer su cadáver; que no, que él estaba en un hospital; que no, que había noticias de que de pronto seguía con vida. En fin, así me tuvieron durante cuatro días hasta que me llamaron a decirme que el cuerpo de Libardo estaba en la bolsa 92 de Medicina Legal. Casi me desmayo con la noticia. Volví a Medicina Legal y vi cuerpos calcinados. La escena fue horrible. Entonces sacaron un ataúd sellado, sin ventanas, y me dijeron que ahí estaba Libardo. Y ya. Lo enterramos el 11 de noviembre en el cementerio El Apogeo. Ese día cumplíamos un año de casados.

                                                                                                                              Casi 31 años después los investigadores de la Fiscalía me buscaron para que yo les autorizara la exhumación del cuerpo de Libardo, pues seguían investigando el caso. Lo hice, sin mayores expectativas. Y cómo le parece que el pasado 18 de diciembre me llamaron a decirme que ahí donde estaba enterrado Libardo, en realidad, no estaba él, sino los cuerpos de dos guerrilleros del M-19 (Noralba García y Alfonso Jacquin). Casi me enloquezco de nuevo. Me dijeron que, igual, los restos de Libardo ya los habían encontrado y que estaban en la Fiscalía. El cuerpo de Libardo había sido inhumado en una fosa común del cementerio del sur. La noticia me devolvió al pasado. Yo casi me muero. Por fortuna estaba con mi hijo mayor cuando recibí esa información.

                                                                                                                              (En Contexto: Radiografía de la investigación del Palacio de Justicia)

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Imagínese, qué triste. Yo —¡yo!— llevándoles flores y cuidando la tumba de los verdugos de mi esposo. Yo, durante 32 años, llorando a quien no era. No lo podía creer. En todo caso les doy las gracias a Dios y a la ciencia porque ahora sí tengo claro que encontré los restos de Libardo. Y que ahora sí voy a enterrarlo como toca. En la Fiscalía me dijeron que es posible que la primera semana de abril próximo me entreguen el cuerpo para que podamos llevar a cabo una ceremonia simbólica. Ya vi una foto donde está prácticamente todo el esqueleto de Libardo. A ver si cerramos este ciclo tan duro. Él tenía 28 años cuando lo mataron. Es que él fue mi gran amor. Mire, yo duré cinco años de novia con él. Lo conocí cuando tenía 14 años. Luego nos casamos. Y luego vino la toma.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Yo nunca demandé al Estado ni a nadie porque ningún dinero me iba a devolver a Libardo. Siempre tuve claro eso. Y me alejé de todo. Es más, boté todas las fotos que tenía con él. Y los álbumes que durante años conservé con las noticias del holocausto del Palacio de Justicia. Solo conservo una imagen de él: el día de nuestro matrimonio. Todavía lo extraño. Después tuve dos hijos con alguien de quien nunca me enamoré. Por fortuna mis hijos me rescataron del abismo. Hoy Cristian tiene 29 años y Camilo Andrés, 22. Pero Libardo siempre será el amor de mi vida. ¡Mi príncipe azul! Todo con él fue un cuento de hadas. Tan duro me dio su muerte que intenté matarme yo misma tres veces. Por fortuna mi familia lo impidió siempre.

                                                                                                                              (Le podría interesar: “Encontramos a unos y otros desaparecen”: Pilar Navarrete, víctima del Palacio de Justicia)

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Una vez papá alcanzó a tumbar la puerta del baño cuando yo me iba a cortar las venas. Lo que pasó destruyó mi vida. Recuerdo que poco después ingresé a trabajar a la Policía y yo solo les decía que quería ir a buscar a esos guerrilleros. Pero toda mi carrera la hice en el sector de sanidad. Entré como auxiliar de farmacia, luego trabajé en el laboratorio clínico y después en odontología. Yo estudié mecánica dental y llegué a ser coordinadora de sanidad de la Escuela de Policía de Fusagusagá. Viví siete años allá. Ahí me pensioné”.

                                                                                                                              Por JUAN DAVID LAVERDE PALMA

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar