Las premisas son inequívocas: el juez es el antídoto del quebrantamiento de derechos. Convencido de la democracia y el Estado constitucional, en su criterio, el juez -en su visión ideológica y filosófica del mundo-, debe tener claro el tipo de país que quiere construir y que quiere dejar a las futuras generaciones. Ese planteamiento está arraigado en la mente y el pecho del magistrado de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia Luis Armando Tolosa Villabona. Y producto de esa férrea convicción son sus fallos, aclamados por unos y criticados por otros. Uno de ellos, de este año, resultó histórico: por primera vez caracterizó como sistemática la intervención violenta del Esmad de la Policía en la protesta social.
Con poco tiempo para analizar el voluminoso expediente, la tarea consistía en analizar los hechos de violencia endilgados al Escuadrón Móvil Antidisturbios en el marco del paro nacional de 2019. El trabajo se extendió a analizar los excesos de la Fuerza Pública en la movilización social y los casos de ciudadanos fallecidos, jóvenes estudiantes, desde por lo menos 2005. El análisis final fue contundente: que ese cuerpo policial ha hecho una intervención sistemática, violenta y arbitraria en la protesta social. La decisión no solo incluía una orden de excusas públicas que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, hizo a regañadientes, sino un llamado de atención para que la protesta supere la lógica de los buenos y los malos.
“El juez es el bastión en América Latina hoy en un Estado constitucional. Hemos sido un país violento. El juez tiene que ser autónomo y apolítico, pero filosófica y políticamente debe tener una visión del mundo y del tipo de Constitución y de país que quiere hacer”, apunta el jurista. Nacido en Charta (Santander) hace 63 años, pero bogotano por adopción, el magistrado Tolosa Villabona estremeció al país con la decisión que él proyectó y que fue acompañada por sus colegas de la Sala Civil Aroldo Quiroz Monsalvo, Francisco Ternera y Octavio Tejeiro, y a la que se opusieron Luis Alonso Rico y Álvaro Fernando García, como una muestra más de que el disenso es parte de la sociedad y de la administración de justicia.
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Lo estremeció porque tocó un punto que, si bien era reseñado por las organizaciones sociales, solo había sido objeto de pronunciamientos judiciales en casos concretos. Sin tapujos, la Corte señaló que el Esmad, antes que defender el derecho a la protesta, lo pone en peligro. “No es capaz de garantizar el orden sin violar las libertades y los derechos de los ciudadanos a disentir”, dice la decisión que dejó de lado la eterna defensa que los gobiernos han hecho sobre la violencia policial en el sentido de ser casos aislados. Es un fallo valiente, que llegó justo en medio de un país revuelto por el homicidio a manos de agentes de Policía del abogado Javier Ordóñez en un CAI de Bogotá, maniatado y en situación de indefensión.
“Claro que el juez tiene que ser valiente y, sobre todo, comprometido con la Constitución. Las que se reputan como mejores democracias tienen problemas de toda naturaleza. La tarea del juez es caminar, construir y tener capacidad para entender la realidad y las personas, y despojarse de los formalismos, no ver únicamente la ley por la ley, sino mirar la prueba y entender que somos parte de un tejido social que tiene muchas heridas. Tenemos que buscar un país incluyente, un país de alteridad, de cara a cara. Cuando llegan casos como el del Esmad, que son conflictos de violencia presente y pasada, son fenómenos que inciden en los derechos de las futuras generaciones”, insiste Tolosa.
Casado y con tres hijos, abogado y filósofo, se especializó en derecho público, de familia, económico, en penal y criminología, en comercial y en derecho constitucional. Docente universitario, amigo de trotar por las mañanas y de la lectura, Tolosa ha sabido buscar consensos para lograr sacar avante decisiones judiciales complejas y también ha sabido proyectar en numerosos salvamentos de voto su visión del derecho, pues sus posturas también, muchas veces, han sido derrotadas. Es un juez de controversias. La más recordada tal vez fue haberle otorgado un hábeas corpus (un recurso solo usado para seres humanos) a un oso de anteojos llamado “Chucho”, para que fuera transferido a su hábitat natural en la Reserva de Río Blanco en Caldas.
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“Me decían qué había hecho el oso. Yo lo que tengo es una visión del mundo de que tenemos que superar el mundo antropocéntrico. La naturaleza existe y tiene derechos. Cambiar la concepción de sujeto de derecho a la madre naturaleza genera críticas, pero uno ya sabe. Lo importante es lograr consensos”, asegura. Aunque esa decisión fue posteriormente anulada, hoy lo siguen llamando a hablar sobre el asunto por el mundo. Al igual que sobre una decisión de 2019 que otorgó derechos a la Amazonia colombiana, que obligó a trazar un camino para su preservación. “Es un conflicto que contiene otro por la tierra, la deforestación, la minería ilegal. Por eso hay que buscar que el juez tome medidas, porque eso se refleja en la vida misma”.