En menos de 24 horas el presidente Iván Duque, la cúpula militar y el fiscal general entregaron tres declaraciones distintas a los medios de comunicación sobre lo que han podido indagar sobre el atentado con un carro bomba a la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta (Norte de Santander) que dejó 36 personas heridas. Entre los anuncios importantes, como la participación del FBI en la investigación de estos hechos, resaltó el pronunciamiento de la cabeza del ente investigador, Francisco Barbosa, quien señaló que las pesquisas avanzan a determinar en qué circunstancias se permitió que la camioneta blanca que cargaba los explosivos lo hiciera con aparente facilidad y si se cumplieron los controles de seguridad.
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Sobre las presuntas responsabilidades de uniformados en la seguridad, el comandante de las Fuerzas Militares, el general Luis Fernando Navarro, señaló que fueron relevados del cargo quienes estaban a cargo de la seguridad: el oficial de operaciones y los comandantes del batallón atacado. Aunque las autoridades dicen que el Eln es el grupo criminal que perpetró el ataque, tampoco descartan la participación de las disidencias de las Farc del frente 33 o la Segunda Marquetalia, de Iván Márquez, pronunciamiento que da cuenta de la cantidad de actores criminales que tienen interés en Cúcuta como parte de su violenta disputa por el control del tráfico de cocaína en la frontera con Venezuela.
Un escenario de disputa
En el último año, El Espectador registró varios hechos que, aunque parecen inconexos, hablan de una ciudad que es escenario de confrontación urbana. Asesinatos de excombatientes, redes de lavado de activos, masacres enfrentamientos en zona rural de la ciudad que han dejado cientos de desplazados y policías heridos son el balance crítico que viven los habitantes de la capital del departamento. Hace apenas tres semanas, la Fundación Progresar alertó que cerca de 400 personas han salido de sus casas en tres corregimientos de Cúcuta luego de que llegaran hombres del Clan del Golfo que se han enfrentado con miembros del Eln por el narcotráfico.
Dos puntos claves de esta disputa son las vías que conducen de Cúcuta a Tibú y al municipio de Puerto Santander, que son puerta de acceso al Catatumbo, una región que, según la ONU, concentra una buena parte de los cultivos de uso ilícito en Colombia, volviendo esta subregión en un territorio estratégico para los actores ilegales. Entre ellos las disidencias de las Farc, el Eln y el Epl, que hacen presencia a través de distintas estructuras que se disputan el control de los negocios ilegales y cuyo dominio territorial ha golpeado directamente a las poblaciones con el aumento de asesinatos, desapariciones, amenazas y reclutamiento forzado.
Una de las veredas que más preocupa, y que incluso la ONU puso sus ojos sobre ella, es la de Banco de Arena, la que está más al norte de Cúcuta y que colinda con el Catatumbo. En febrero de 2021, Juliette de Rivero, representante en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, visitó Banco de Arena con el fin de verificar las condiciones actuales de esta comunidad, que está en medio de los enfrentamientos -en los que también la Fuerza Pública interviene-. Lo que encontró el organismo internacional fue una comunidad sitiada por los enfrentamientos entre elenos con el Clan del Golfo, que anunció su llegada a la zona en diciembre de 2020.
La llegada del Clan del Golfo a esta zona se hizo por medio de una alianza con los Rastrojos, otra organización criminal con vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo, pero que en los últimos años ha sido golpeada por las autoridades. En Enero pasado, la Dijín informó que alias “Aquiles”, un hombre de confianza de “Otoniel”, envió hombres a esta zona del país para retomar las rutas ilegales hacia Venezuela. “Desde los Llanos Orientales se encuentra articulando un plan de consolidación del Clan del Golfo en Cúcuta y como eje principal del narcotráfico en la región del Catatumbo y la frontera con Venezuela”, se lee en un documento de la Dijín conocido por este diario.
No es la primera vez que hombres de “Otoniel” hacen presencia en la capital de Norte de Santander y sus municipios circundantes. En noviembre de 2017, cuando alias “Inglaterra” murió durante un operativo policial en Chinácota, se supo que sus hombres se movían entre Cúcuta y Zulia (Venezuela). La Policía señaló que en abril de ese año “Otoniel” le había ordenado a su hombre de confianza reagrupar a todas las filas dispersas que operaban en la frontera, luego de un operativo policial que los dejó contra las cuerdas y como una medida para encabezar la ruta del narcotráfico internacional y evitar divisiones internas.
El frente 33 de las disidencias, que opera también en el Catatumbo y tiene intereses en Cúcuta, estaría alineado con la disidencia de Gentil Duarte y tendría negocios con carteles mexicanos, dice una fuente militar, quien descarta que Iván Márquez haya tenido que ver con el atentado con la Brigada 30, ya que no tiene aliados en la zona. Aunque ningún grupo se ha atribuido el ataque y la Fiscalía tampoco mencionó algún hecho concreto sobre la autoría, el ministro de Defensa aseguró que “estos terroristas no pueden seguir posando de gestores de paz en el extranjero, mientras que cometen actos atroces contra nuestros soldados y los colombianos”, haciendo referencia al Eln, el grupo al margen de la ley más poderoso en Norte de Santander.