En estos momentos, la Sala de Guerra de las Fuerzas Militares tiene como prioridad contrarrestar la arremetida violenta de las distintas facciones de las disidencias de alias Iván Mordisco en el sur occidente del país. Sobre todo en el norte del Cauca y sur del Valle del Cauca, en donde se han concentrado los ataques del Estado Mayor Central de las Farc (EMC) en las últimas semanas. Incluso, ayer se perpetraron atentados en los municipios de Jamundí y Suárez. Sin embargo, aunque no ha tenido tanto eco, en los últimos días la situación en el departamento de Magdalena, particularmente en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus zonas aledañas, se ha complicado la seguridad por cuenta de los enfrentamientos con el grupo criminal que controla esta zona.
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Se trata de Los Pachencas, grupo criminal sucesor del narcoparamilitarismo que desde 2019 se autodenomina como las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN), en un intento de parecer una estructura ilegal de carácter político. La preocupación de las autoridades en este momento radica en que la semana pasada ocurrieron tres hechos que calentaron el ambiente de las zonas rurales de Santa Marta, Ciénaga, Zona Bananera y Fundación, en Magdalena; y Dibulla, Uribia, Maicao, Riohacha y Manaure, en La Guajira. Primero, el pasado 4 de junio, fue capturado Carmen Evelio Castillo Carrillo, alias Muñeca, considerado como el máximo líder de Los Pachenchas.
Su captura se produjo lejos de su fortín criminal: de acuerdo con los reportes policiales, fue capturado en Pereira, Risaralda, momentos antes realizarse una cirugía facial, con la que intentaba despistar a los organismos de inteligencia, que durante meses le estaban siguiendo la pista. Veinticuatro horas después, la Dijín de la Policía capturó a su hermano, Danilo Castillo Carrillo, mientras se escabullía por las calles de Barranquilla, pues, según fuentes de la fuerza pública, fue alertado por un “soplón” de que era buscado. Este clan mafioso de las ACSN representaba la principal ala de la organización criminal dedicada al envío de cocaína a Estados Unidos y Europa, informó el ministro de Defensa, Iván Velásquez, tras las capturas.
Aunque el alto funcionario del Gobierno de Gustavo Petro señaló que con estas capturas “generará para todas las comunidades de la Sierra un ambiente de mayor tranquilidad y seguridad”, fuentes de la zona le dijeron a este diario que ahora empezará una cruenta purga interna para determinar quién va a ser el nuevo líder de Los Pachencas. Y que, además, se va a quedar con el vacío de poder que dejaron los hermanos Castillo Carrillo, el cual representa el principal rubro financiero de la estructura ilegal conformada por 300 integrantes, según la inteligencia militar. Se trata de una disputa que se ha repetido durante décadas en esta zona del país y que desencadenado en una espiral de violencia sin fin entre capos narcotraficantes.
Sin embargo, todavía está libre el principal miembro de esa familia mafiosa: Freddy Castillo, alias Pinocho, quien hasta hace un año estuvo preso. El señalado jefe de los Pachencas es procesado por su presunta participación en el asesinato del líder ambiental Alejandro Llinás Suárez, el 23 de abril de 2020 en Santa Marta. Sin embargo, en junio de 2023 recobró la libertad y se está defendiendo de ese señalamiento. Una decisión que fue criticada por la Fiscalía y la familia del líder. “Como autoridades estamos convencidos de que Pinocho es el principal líder de la organización”, dice una fuente judicial, sin embargo, el señalado narcotraficante dice ser un empresario y niega cualquier vínculo con la ilegalidad.
El ministro de Defensa también señaló que, tras las dos capturas a miembros del clan Carrillo, las Fuerzas Militares y de Policía continuarían desplegando acciones para desarticular al grupo criminal, con el que el gobierno de Gustavo Petro intentaba llegar a un acuerdo para que se sometieran de manera colectiva a la justicia. Y fue en medio de esas operaciones, que el pasado fin de semana murió en combate el cabo primero Luis Felipe Ramírez, durante una acción de las autoridades militares en la vereda Quebrada del Sol, en Santa Marta. “Este grupo criminal no dará el brazo a torcer tan fácil, tiene lazos en el territorio que ha forjado durante décadas, recientemente con el paramilitarismo”, dice un alto oficial de la zona.
Además, indica que durante el Gobierno de Iván Duque se intentó instalar la teoría de que con las muertes de Chucho Mercancía y alias 80 —dos antiguos líderes de los Pachencas—, sería el comienzo del fin de ese grupo criminal. Pero, en realidad, fue todo lo contrario. El grupo siguió adelante y le ganó gran parte del territorio al Clan del Golfo en esa zona del país. Un asunto clave que explica la fortaleza de los Pachencas en esta zona es que varios de sus líderes son familiares de Hernán Giraldo, el temido exjefe paramilitar que comandó el Bloque Resistencia Tayrona en la Sierra Nevada y sus inmediaciones. Por ejemplo, el propio alias 80, quien murió en combate con el Ejército en junio de 2020, era yerno de Giraldo.
La inteligencia militar también pudo determinar que al menos cuatro de los 21 hijos de Giraldo (Sirley, Gladys, Alberto y Daniel) hacen parte de la cúpula de la estructura criminal de los Pachencas. Además, una líder social de la región le contó a este diario que, en enero 2021, cuando Hernán Giraldo regresó a Colombia tras pagar una condena por narcotráfico en Estados Unidos, circularon panfletos de los Pachencas en Santa Marta reivindicando la figura y poder del exjefe paramilitar. Otro condimento que oscurece el panorama es que, desde principios de mayo de 2024, el Clan del Golfo intentó retomar el poderío que tenía en la zona hace algunos años.
Un asunto que generó el confinamiento de varias comunidades indígenas y campesinas, que incluso hoy tienen miedo de volver a quedar en medio de las balas, como ha sucedido en varias oportunidades durante las últimas dos décadas. Un factor que nubla más el asunto es que las conversaciones del Gobierno con las autodenominadas ACSN apenas están en una fase exploratoria y no se avizoran prontos anuncios. De cualquier modo, la fuerza pública tiene los ojos puestos en esta zona que, aunque no vive los mismos niveles de violencia del norte del Cauca, podría convertirse en un nuevo dolor de cabeza en materia de seguridad para el gobierno de Gustavo Petro.
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