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Mancuso y “Jorge 40”, los acusadores de Francisco Santos

En una carta que se divulgó esta semana, “Jorge 40”, a punto de regresar a Colombia, dijo que estaba dispuesto a contar lo que sabe de la guerra. ¿Hablará de “Pacho” Santos y el Bloque Capital, como lo hizo en su diario hace 12 años?

Redacción Judicial

11 de septiembre de 2020 - 05:09 p. m.
Salvatore Mancuso; Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40; y Francisco Santos.
Foto: Archivo El Espectador
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El embajador del gobierno Duque en Washington, el exvicepresidente Francisco Santos, volvió a tener un momento amargo esta semana por Salvatore Mancuso. “Colombia ya sabe lo que me ocurrió, como venganza criminal y para callarme fui extraditado, debido a que relaté como colaboradores, funcionarios cercanos al gobierno del presidente Álvaro Uribe, como Francisco Santos”, dijo el exjefe paramilitar en una carta que envió a Álvaro Leyva desde el Centro de Detención Irwin County, en Georgia (EE.UU.). Mancuso está allí desde el pasado 27 de marzo, cuando terminó de pagar su condena por narcotráfico y quedó recluido allí, a la espera de que Estados Unidos defina su próximo destino.

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“Las aseveraciones que hace Salvatore Mancuso en las que me menciona son las mismas que hizo hace 13 años, con ninguna prueba distinta a su palabra”, respondió Santos desde Washington, quien agregó que la Fiscalía “jamás ha encontrado mérito alguno para ningún tipo de imputación por parte de la justicia”. Y es verdad: desde que Mancuso comenzó a hablar contra Francisco Santos, la única decisión de fondo de la Fiscalía al respecto fue el 27 de marzo de 2012, cuando profirió una resolución inhibitoria a favor de Santos por su supuesta responsabilidad en la creación del llamado Bloque Capital, una estructura que los paramilitares no reportaron en el proceso de desmovilización.

Del Bloque Capital empezó a saberse por delaciones –a medias– de antiguos hombres armados que se postularon a Justicia y Paz, como Jorge Rojas Galindo, un capitán retirado del Ejército condenado por el atentado contra Wilson Borja. Según el militar (r), ese atentado fue una de las primeras “tareas” encomendadas al Bloque, que se creó en Bogotá por instrucciones de Carlos Castaño y Mancuso. En la justicia, sin embargo, existen pruebas suficientes para sostener que, para la época del ataque al excongresista (diciembre de 2000), ese grupo llevaba unos cinco años operando, que se fortaleció con Miguel Arroyave y que contó con la ayuda de militares y de políticos reconocidos.

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En los años 90, con Romaña a la cabeza, las Farc se ubicaron en las conteras de Bogotá. Su presencia era evidente en Sumapaz, en La Calera. Cerca de Choachí, al que separa de Bogotá una vía serpenteada de 38 kilómetros, fue que se ejecutó el secuestro del periodista Guillermo La Chiva Cortés, y cerca de Choachí, en campamentos guerrilleros, permaneció en cautiverio casi un año entero. El temor de que las Farc se tomaran el poder, sumado al ambicioso proyecto paramilitar que se tejió desde finales de los ochenta y que se expandía por todo el país a punta de desplazamientos y asesinatos, fue caldo de cultivo para que ciertos líderes políticos exigieran la presencia de las AUC en la capital del país.

(Lea también: Las preguntas de “Pacho” Santos por versiones que lo vincularían con paramilitares)

Entre ellos, ha dicho Mancuso, estaba el hoy embajador Francisco Santos. “Ante las aseveraciones que hoy vuelve a hacer evalúo iniciar las acciones legales correspondientes en su contra”, dijo Santos hace unos días, recordando que él hacía parte del gobierno que dio luz verde a la extradición del exjefe paramilitar. Y aunque es cierto que, desde que Mancuso habló por primera vez contra Santos en 2007 –un año después fue extraditado, la Fiscalía asegura no haber hallado pruebas para avanzar en una investigación contra el exvicepresidente, también es cierto que Mancuso no es el único exjefe paramilitar que ha asegurado que “Pacho” Santos quería el Bloque Capital para Bogotá.

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Whisky de contrabando

Por estos días en que se debate si el gobierno colombiano logrará que Estados Unidos deporte o extradite a Colombia a Salvatore Mancuso, cuyo plan era ser enviado a Italia, otro exjefe paramilitar que ya pagó su condena por narcotráfico en Estados Unidos se encuentra a la espera de su regreso a Colombia: Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40 (cuyo hijo, Jorge Tovar, es alto funcionario del gobierno Duque). Y aunque toda la discusión reciente de “Pacho” Santos ha girado alrededor de las palabras de Mancuso, Jorge 40, excomandante del Bloque Norte de las AUC, podría también aportar información con respecto a este controversial tema.

Así lo indica una especie de diario que 40 escribió mientras estuvo detenido en Colombia, antes de su extradición en 2008. Allí, este exjefe paramilitar dejó plasmado: “Mi levantamiento político en armas, como ven, no fue un acto deliberado ni creado por fuerzas diferentes a mi razón, a mi convicción y a mi sentir”. Y agregó un episodio sobre Francisco Santos, el único político que aparece mencionado a lo largo de las 152 páginas del documento. Jorge 40 aseguró que entre marzo y mayo de 1997, “estando en una parranda vallenata”, lo presentaron ante “Pacho” Santos como la persona “que lo podía contactar con el comandante Salvatore Mancuso”.

Según el relato de Jorge 40, ambos dejaron la fiesta para verse con Mancuso, quien estaba en un hotel cercano. “Vi la forma efusiva en que ambos se saludaron y el saludó al comandante con el apelativo de monito. Ahí confirmé que ya se conocían”, relató Jorge 40. Este aseguró que Santos le preguntó a Mancuso cómo iba la guerra, y mientras Mancuso –dijo 40– le hablaba de la estrategia antisubversiva de Carlos Castaño –quien fue asesinado en 2004–, Santos aprovechó para preguntarle –dijo 40– "en qué quedó el tema pendiente con el comandante Castaño, sobre la presencia de las autodefensas en Bogotá y Cundinamarca. Todo al calor de un whisky de contrabando, aseguró 40.

(Le puede interesar: Las posibilidades que tiene “Jorge 40” para aterrizar desde EE.UU. en la JEP)

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El relato es breve e incluye que Santos al día siguiente “lanzaría, en la plaza Alfonso López, su fundación País Libre”. Lo desfasado de ese último dato es que “Pacho” Santos fundó esa ONG, con ayuda de varias familias de secuestrados, en agosto de 1991, poco después de haber recuperado su libertad tras conocer el cautiverio en carne propia por designio de Pablo Escobar y los Extraditables. Santos, quien –dijo 40– preguntó a los paramilitares por un secuestrado en su poder, quería –dijo 40– “matar tres pájaros de un solo tiro: la liberación de [esa] persona y la tranquilidad de la familia, el posicionamiento de País Libre en la región y hablaría de la voluntad de Paz de las Autodefensas”.

El miércoles de esta semana trascendió una carta de Jorge 40 en la que este manifestó: “Es indispensable contar la parte de verdad que me compete y corresponde”. Una oferta que suena muy bien, pero que está distante de su paso por Justicia y Paz, pues su renuencia a hablar lo llevó a ser expulsado en 2015 de ese programa de justicia transicional creado por el gobierno Uribe para los paramilitares desmovilizados. Trató de someterse a la JEP, pero, hasta ahora, esa jurisdicción no ha querido abrirle la puerta. “Rechazar[on] una parte fundamental de esa verdad, la verdad judicial que no está depositada en ninguna otra jurisdicción”, les dijo 40 a los magistrados.

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Francisco Santos ha expresado varias veces que sí se reunió con Salvatore Mancuso, pero que lo hizo como periodista y miembro de País Libre. Las declaraciones del exjefe paramilitar de 2007 causaron una controversia superlativa, pues se estaba refiriendo a quien entonces ejercía como vicepresidente de la República. Mancuso le contó a la Fiscalía que se reunió con Santos en Montería, en Bogotá y también en Valledupar, en donde, antes de despedirse, Santos –dijo Mancuso– preguntó qué había resuelto Carlos Castaño sobre la idea de crear un bloque paramilitar para que operara en la capital del país. Asimismo, Mancuso dijo que una vez se reunió en Bogotá con Santos y con Jorge 40.

“El comandante Castaño organizó la búsqueda de puentes hacia los medios de comunicación con la intención de mostrar la realidad y buscar aliados que estuvieran de acuerdo con nuestra ideología de autodefensas, motivo por el cual conocía el entonces periodista Francisco Santos”, dijo Mancuso en 2007 sobre una reunión que se habría dado en Tierralta (Córdoba) en el el gobierno Samper. Según Mancuso, Santos anhelaba que se “pudiera replicar ese modelo de autodefensas en Bogotá, pues se veía con preocupación en los círculos capitalinos el avance de la guerrilla como venían siguiendo a la capital colombiana el cual no se podía permitir”.

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En 2016, cuando el tema Bloque Capital salió a relucir en un fallo de Justicia y Paz contra el Bloque Centauros, el Tribunal Superior de Bogotá dijo que había, cuando menos, dos episodios en los que Santos pudo conocer el proyecto paramilitar de Carlos Castaño: la reunión en Tierralta y la posterior visita de Mancuso a las instalaciones del diario El Tiempo en 1997. “Las investigaciones adelantadas en la Fiscalía General de la Nación, en contra de Francisco Santos, no pueden reducirse a establecer si las reuniones dadas a conocer por Salvatore Mancuso en 1997, por sí solas constituyen o no algún crimen. Sino al examen de la situación política por la que atravesaba el país para aquella época”.

(Noticia relacionada: La historia de "Jorge 40″, el exjefe paramilitar que está a punto de volver a Colombia)

Para el Tribunal, había varios hechos relevantes que la Fiscalía debía tener en cuenta al analizar la conducta de Francisco Santos, como las masacres que los paramilitares perpetraron en 1997 en distintas partes del país, de Mapiripán (Meta) a Mutatá (Antioquia). “Debe ser en este contexto en el que resulta preciso establecer si las presuntas manifestaciones del señor Francisco Santos y los actos derivados luego de aquella reunión de abril de 1997, de la que hizo parte, significaron un respaldo en la consolidación ideológica de la estrategia paramilitar, con los efectos que se conocen”. Por eso, el Tribunal pidió a la Fiscalía tomar en cuenta “el contexto contenido en este fallo”.

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Hoy, la indagación contra Santos está en el mismo estado en que estaba en 2012, cuando se profirió la resolución inhibitoria: sin avances para investigarlo formalmente y sin razones, tal parece, para archivarla.

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