Publicidad

Mano de Estados Unidos en la Operación Jaque

Desde meses atrás, Estados Unidos hizo parte de los planes para liberar a los tres secuestrados norteamericanos que tenía la guerrilla. Hoy están interesados en que los detenidos ‘César’ y ‘Gafas’ colaboren con la justicia norteamericana.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
María del Rosario Arrázola/ Especial para El Espectador
09 de agosto de 2008 - 04:32 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

A los pocos días de su captura a bordo del helicóptero que se utilizó para liberar a 15 secuestrados de las Farc el pasado 2 de julio, Gerardo Antonio Aguilar, alias César, y Alexánder Farfán, alias Gafas, recibieron una inesperada visita en su celda de La Picota: varios funcionarios del FBI de Estados Unidos, quienes después de presentarse con cordiales saludos, preguntaron a los detenidos si tenían inconvenientes en conversar con ellos.

Los dos guerrilleros se miraron extrañados porque no entendían lo que estaba sucediendo, pero aprovecharon para advertir en tono enfático a sus visitantes que no tenían mucho que decir y que además había dos temas sobre los cuales jamás pensaban hablar: extradición y secuestro. Días después se lo confirmó a El Espectador el abogado Eduardo Matías, quien apodera a uno de los guerrilleros: “Ni Gafas ni César van a aceptar los delitos que les quieren imputar”.

Luego de la sorpresiva visita de funcionarios del FBI a las celdas de La Picota, quedó claro que no era la primera vez ni seguramente será la última en que los jefes guerrilleros van a escuchar esas tres letras. De hecho, desde que se concretó su captura en el desarrollo de la Operación Jaque, el pasado 2 de julio, César y Gafas se dieron cuenta de que el FBI no fue un agente ajeno a la acción, sino que fue definitivo en toda la acción militar. Incluso, que el plan fue suyo y los colombianos lo ejecutaron magistralmente.

Lo cierto es que, aunque parezca una historia imposible, la cronología auténtica del exitoso operativo militar del 2 de julio empezó a contarse desde mayo de 2006, cuando el DAS en Colombia interceptó la comunicación de un teléfono satelital ubicado en el departamento de Meta y detectó una conexión con un almacén de equipos de comunicación en Florida, E.U. A los investigadores del DAS les llamó la atención el hecho y de inmediato dieron aviso a las autoridades en Estados Unidos.

Semanas después, con el apoyo de Estados Unidos y luego de rastrear varias líneas, se descubrió en qué consistía la insospechada conexión: las Farc estaban comprando teléfonos satelitales a una tienda especializada en Miami. Su reto era descubrir quién era la persona que hacía los contactos. Por eso, después de escuchar decenas de llamadas que entraban al almacén, los investigadores del FBI lograron establecer la identidad del interlocutor colombiano: Luz Dary Conde Rubio, alias Doris Adriana.

Una enigmática mujer que resultó ser la compañera de alias César, el hombre clave del frente primero de las Farc en la región del Guaviare y la persona que se encargaba de abastecer de equipos de comunicación, armamento y medicinas a las Farc en esa zona. “Ella era algo así como una jefa de logística”, dijo a El Espectador una fuente oficial consultada. Así que el


FBI se infiltró en la tienda especializada de Miami y luego de innumerables llamadas telefónicas interceptadas a Doris Adriana, supieron quiénes eran sus contactos.

La mujer nunca supo que sus conversaciones eran rastreadas con extremo sigilo y que además eran analizadas por expertos de inteligencia. Mucho menos sospechaba que cada vez que llamaba a la tienda de Miami, quien realmente la atendía era un oficial del FBI, quien se supo ganar la confianza de la guerrillera y coordinó con ella una compra grande de equipos de comunicación entre septiembre y octubre de 2007. Entonces Doris Adriana viajó a la Florida y recogió los equipos para abastecer a los frentes 1, 16 y al Bloque Oriental de El Mono Jojoy.

Lo que jamás supo Doris Adriana, una guerrillera de 36 años y 20 en las Farc, era que cada aparato recibido llevaba inserto un localizador que, a la postre, terminó por determinar el sitio exacto en donde se encontraban los secuestrados de las Farc, especialmente los tres estadounidenses, la principal preocupación del gobierno norteamericano. Doris Adriana fue capturada el pasado 1º de febrero en Cúcuta y de inmediato fue pedida en extradición por Estados Unidos.

La ubicación dada por los localizadores coincidió plenamente con la información suministrada por el subintendente John Frank Pinchao, quien protagonizó una espectacular fuga del sitio donde lo tenían cautivo. Con precisión casi milimétrica, John Frank Pinchao ubicó las coordenadas de los campamentos, los ríos, las veredas y los pueblos que, al ser comparadas con la información de los localizadores, no dejaron duda de dónde estaba los secuestrados y los guerrilleros del Bloque Oriental y del Frente Primero.

Pero no estaban listos para un ataque y fue necesario instalar cámaras ocultas en diversos sitios por donde los guerrilleros transitaban. El propio embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, lo confirmó en su momento, advirtiendo que si bien el equipo era de fabricación estadounidense, la instalación había sido implementada por oficiales colombianos. Una información que realmente dejaba ver cómo se iba estrechando el cerco alrededor de las Farc y su principal grupo de secuestrados.

Al tiempo que los oficiales de inteligencia revisaban fotos y grabaciones día y de noche, un guerrillero reinsertado aceptó colaborar con el Gobierno y empezó a aportar información clave para el ingenioso plan de rescate de los 15 secuestrados. El hombre enseñó las palabras claves: había que tratar de camarada, hablar largo y pausado, usar la palabra “amigo” y preguntar por “movimientos” de tropa. Con este léxico, expertos agentes de inteligencia se dieron a la tarea de imitar el acento y expresiones de El Mono Jojoy y de Alfonso Cano.


Y los expertos de inteligencia militar no sólo aprendieron a imitar voces, también lo hicieron para mandar mensajes. Fueron largas horas de práctica, de repetir una y otra vez las mismas frases, hasta que lograron “convertirse” en la oficina alterna de El Mono Jojoy. Y así entraron en la acción final y con un audaz procedimiento simulando la voz del jefe del Bloque Oriental, ordenaron a César y a Gafas trasladar a los secuestrados hacia un mismo sitio, para luego ser llevados al campamento de Alfonso Cano.

El resto es la historia reciente que ya se sabe: los oficiales de inteligencia se hicieron pasar por una misión humanitaria, crearon una falsa página en internet, simularon un falso equipo periodístico, equivocadamente utilizaron petos de la Cruz Roja Internacional e imitaron con talento acentos extranjeros. El final de la historia fue afortunado para los secuestrados de las Farc, pero dejó claro que ni fue una operación perfecta, ni mucho menos de creación netamente colombiana. Quedó más bien en evidencia su origen: Made in Usa.

En diligencia de indagatoria cumplida la semana pasada, César y Gafas revelaron que, al momento de la supuesta acción humanitaria, este último tenía una cámara de video con la que grabó la llegada de los helicópteros y el embarque de los secuestrados hacia el campamento de Alfonso Cano. Y aseguró que en la grabación no apareció uno sino tres oficiales portando el peto de la Cruz Roja. Los guerrilleros sostienen que su grabación quedó en manos del Ejército. La defensa anunció que la solicitará como prueba dentro del proceso.

“Hay cosas que no se pueden hacer”: Uribe

“Los triunfos no se pueden empañar”, fue el comentario público del presidente Uribe el pasado 7 de agosto, al advertir a las tropas, durante la conmemoración del Día del Ejército, que “una cosa es el error y otra cosa es el engaño”. Una aseveración para reconocer que fue craso el desacierto de utilizar emblemas de la Cruz Roja Internacional durante la exitosa Operación Jaque que permitió la liberación de 15 secuestrados.

“En estas operaciones hay cosas que no se pueden hacer. Y también hay cosas de estrategia que no se deben decir”, agregó el primer mandatario. Y su alusión fue clara: no se pueden utilizar los emblemas de la Cruz Roja Internacional y, a todas luces, es inconveniente revelar los detalles de una acción que hasta el momento era impecable. Por eso añadió: “no creemos dificultades filtrando noticias sin consultar con el Ministro y los altos comandantes”.

Hasta hoy se desconoce si habrá investigaciones internas por la filtración del video de la Operación Jaque. Lo cierto es que cada día son más sus detalles.

Por María del Rosario Arrázola/ Especial para El Espectador

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.