CONTENIDO SENSIBLE. En la necesidad por reafirmar su identidad de género, mujeres trans de todo el mundo han modificado sus cuerpos con inyecciones de silicona, parafina líquida, cemento óseo y todo tipo de aceites, incluyendo el utilizado en los motores de aviones. En Colombia, las víctimas de esta práctica llevan a cuestas las secuelas físicas y emocionales de un procedimiento que ha desfigurado su organismo, y ante eso han buscado asistencia médica en un sistema que las ha excluido sistemáticamente al no saber cómo tratar los daños colaterales de un problema de salud pública que todos los días acumula decenas de muertos, todo esto a pesar de existir una ley de biopolímeros que las respalda. Estos son 10 valientes testimonios de mujeres trans que quisieron contar su historia.
Narsily se inyectó más de cinco litros de silicona en cada seno. Actualmente, no puede tocarlos por el dolor que le genera. “Hablar de ese procedimiento me trae dolor. Lo hice por vanidad, por sentirme linda y cómoda con mi cuerpo. En mi caso, me inyectaron silicona ecuatoriana porque me canse de insistir en la EPS que me ayudaran a hacer el tránsito, inclusive, cuando me enviaron hormonas, tenía taquicardias y dolores de pecho. Hoy las consecuencias son fatales. Los dolores son tan intensos que me hacen llorar. Un día tuve que ir a urgencias y la opción que me brindaron fue amputarme los senos a un costo de más de $25.000.000. Mi identidad es mi cuerpo, si quedo sin una parte no sería yo, no sería Narsily”.
Foto: Jose Vargas Esguerra