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“No es un momento de cálculos políticos sino una cita con la historia”: Jorge Londoño

El nuevo ministro de Justicia, en entrevista con El Espectador, habló sobre la importancia de entender lo que se está negociando en La Habana y de los retos de su nuevo trabajo. En 2010 fue inhabilitado por la Procuraduría y absuelto en segunda instancia.

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Diana Durán Núñez / María José Medellín Cano
05 de mayo de 2016 - 04:04 a. m.
Jorge Londoño Ulloa, ministro de Justicia. / Cristian Garavito
Jorge Londoño Ulloa, ministro de Justicia. / Cristian Garavito
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Jorge Londoño Ulloa es la nueva ficha del presidente Juan Manuel Santos para manejar un ministerio fundamental: el de Justicia. En esta cartera están varios de los problemas más graves que aquejan al país: la crisis del sistema carcelario, los alto niveles de impunidad y los acuerdos de justicia transicional. Londoño fue el elegido para tomar las riendas de esta oficina, que deja el hoy candidato a la Fiscalía General Yesid Reyes. En entrevista con El Espectador, el recién posesionado ministro habla sobre los retos que tendrá que enfrentar, de su propuesta para tratar de arreglar el problema en las prisiones y de su posición frente al debate del consumo de drogas.

¿Cuáles son los temas prioritarios en su agenda?

Tengo bastantes. Pero creo que lo fundamental es todo lo que va a desarrollarse de justicia transicional. Cuando el presidente Juan Manuel Santos presentó su nuevo gabinete, dijo que iba a ser fundamental para consolidar la paz y que se trataba de un equipo incluyente con las regiones, con amplia participación de mujeres y afrodescendientes. Cuando habló sobre la cartera de justicia, la prioridad que sustancialmente le dio fue la de tramitar todo lo relativo a la justicia transicional, que seguramente concretará los acuerdos de La Habana.

Igualmente creo que hay que trabajar mucho en la implementación de los códigos de procedimiento oral. Este mecanismo es una de las posibilidades para descongestionar los despachos judiciales. También es clave acercar al ciudadano a la justicia. Otro tema fundamental que también se trató en el ministerio anterior es en una convocatoria que se está haciendo a las facultades de Derecho del país para trabajar en su pénsum: ver cómo se están formando los futuros abogados. Esos son sustancialmente las prioridades, pero seguro habrá muchas otras.

¿De qué manera quiere abordar el tema de la crisis carcelaria?

Esa es otra de las prioridades. Creo que si hay algo vergonzoso para nuestra generación, es el tema de las cárceles. Si bien es cierto que no lo vamos a resolver del todo, sí lo trataremos desde una perspectiva interdisciplinaria. Creo que así podemos construir una solución contundente. Me parece que solo se han tomado medidas de choque que pueden funcionar, pero no están resolviendo el problema de fondo. Seguro habrá medidas como la de conseguir más recursos económicos para construir establecimientos carcelarios, y otras que tengan que ver con leyes. Pero creo que también es urgente que cambiemos esa cultura tan colombiana que dice que la solución a cualquier problema en el derecho penal se arregla con la cárcel. Es hora de que discutamos otras alternativas.

El Ministerio de Justicia juega un rol fundamental para La Habana. ¿Cuál va a ser su aporte en ese sentido?

Quiero continuar con el trabajo que ya viene haciendo el Ministerio. Nosotros no vamos a comenzar ningún proceso. Lo único que haremos es retomarlo, fortalecerlo y ponerlo en práctica.

¿Qué piensa del acuerdo de justicia que se pactó en La Habana?

Creo que sólo es el inicio. La justicia transicional, que es fundamental para la solución de conflictos, se va construyendo. Hasta ahora, lo que se ha conversado en La Habana tiene todos los elementos para que funcione en la práctica: verdad, justicia, reparación y no repetición. Lo que tenemos que hacer ahora es explicarle a la sociedad por qué es tan importante y eso le corresponde al Ministerio. A mis alumnos siempre les pongo un ejemplo: mi abuelo me hablaba de la Guerra de los Mil Días; mi padre me hablaba de la violencia liberal y conservadora; yo le hes hablado a mis hijos de la violencia de las Farc y los paramilitares; y yo espero que ellos no tengan que hablarles a sus hijos de más violencia.

¿Cree que es suficiente?

Yo creo que sí. Si hay una justicia y una reparación y una promesa de no repetición, pues esos son los elementos sustanciales para lograr un acuerdo. Existe la creencia entre la gente de que no va a haber penas para quienes cometieron delitos. Pero es importante entender que, de acuerdo con lo que se ha pactado en La Habana, es seguro que sí van a pagar penas. Lo que pasa es que pueden ser de otro tipo. Pero la sociedad puede estar tranquila: sí va a haber justicia.

La falta de justicia es camino seguro a la violencia. ¿Qué ideas tiene para mermar la impunidad y a la cultura de justicia por mano propia que, por ejemplo, facilita la limpieza social y los linchamientos?

La guerra terminará el día que haya justicia social, el día que tengamos mejor alimentación para nuestros niños y adultos mayores, que tengamos mejores oportunidades de prestación de servicios públicos, salud y educación, y cuando tengamos acceso al conocimiento en igualdad de condiciones. Ahí se construirá la justicia. Por eso el proceso de posacuerdo es quizás el mayor reto para la sociedad colombiana. Para ello tenemos que dialogar y conversar. Tenemos que cambiar esa costumbre de que todo lo arreglamos a bala y matándonos unos a otros. Debemos tratar de construir un proceso de diálogo en el que el Estado escuche a la sociedad y viceversa.

¿Cuál es su posición en el debate sobre consumo de drogas?

Para hablar de esto, me gusta remitirme a una sentencia muy buena del exmagistrado Carlos Gaviria con la que se legalizó la dosis personal. Con ese fallo caemos en cuenta de un tema fundamental y es que el problema de la drogadicción no se trata desde la represión. Hay que entender, como lo dice la sentencia, que estamos hablando de una enfermedad y por eso hay que tratarla como tal, con procesos preventivos y no con represión. En el mundo, la política represiva de las drogas está fracasando. Hay que buscar otros caminos, tal y como lo ha propuesto el presidente Santos.

Gente de su propia colectividad, como Antonio Navarro, salió a decir que su nombramiento era más mermelada del gobierno Santos. ¿Qué les responde a ellos?

Jamás repartiremos mermelada. Ese no es nuestro estilo. En el partido hay unas voces que están es desacuerdo con colaborar con el Gobierno. Eso nos parece legítimo y lo respetamos, porque están lideradas por personas muy respetadas, como Claudia López, Angélica Lozano y Antonio Navarro. Pero hay una gran mayoría que creemos que este no es un momento de cálculos políticos, sino que se trata de una cita con la historia. Cada uno de los sectores de la sociedad debemos prestarle nuestros servicios al país y si me toca desde un ministerio, aplicando los mecanismos de justicia transicional, pues lo haré.

Miembros de su partido hablan de división por cuenta de su nombramiento. ¿Se siente responsable por ello?

No creo que mi nombramiento haya sido el florero de Llorente. Siempre han existido divergencias y no solo en este tema de elecciones. Pero estos debates y diferencias enriquecen a los partidos. Este impasse se va a solucionar en la medida en que vayamos trabajando. No tengo la mayor duda respecto de que el partido va a retomar su rumbo. Por eso mismo seguiré militando en él. Yo me siento un poco responsable de su construcción y me corresponde continuar.

¿Qué va hacer el día que lo llame a control político su propio partido?

Responderemos.

La Rama Judicial es difícil. En los cinco meses que van corrido del año, ya hubo un paro de más de dos meses. ¿De qué manera piensa compensar su falta de experiencia en esa Rama?

Ya me advirtieron. En mi vida pública he colocado el diálogo y la capacidad de concertación como la herramienta principal para solucionar los problemas. Con los sindicatos tendremos que conversar pero yo confío en las cabezas de esta Rama. En el Consejo de Estado, por ejemplo, su presidente está recorriendo el país explicando qué significan los fallos de lo contencioso administrativo; desde la Corte Suprema, Margarita Cabello es fundamental con todos los años de experiencia que tiene; y el año pasado, una de las voces más autorizadas en el mundo para hablar de jurisprudencia, Luigi de Ferrajoli, dijo que la Corte Constitucional es una de las mejores cortes del mundo. Tampoco podemos olvidar el trabajo de la Fiscalía que seguramente será fundamental en este trabajo. Entonces creo que sí tenemos la posibilidad de solucionar los problemas. La justicia precisamente es eso: la expresión de un diálogo continuo.

¿Quién debería ser el próximo fiscal general?

No sé. Que la Corte Suprema elija.

Solo por curarnos en salud: ¿su doctorado de la Universidad Alfonso X sí existe?

¡Claro! Lo terminé en junio el año pasado. Lo hice sobre una propuesta federalista de país, de lo importante que sería cambiar la organización territorial. El doctorado sí existe.

Usted hizo parte del grupo de senadores que en 2010 hizo públicas sus declaraciones de renta bienes e inhabilidades. ¿Cree que debería ser costumbre de los funcionarios públicos?

Sí. Es una forma de trabajar con transparencia. Sería interesante que todos lo hicieran y que lo apliquemos en el Ministerio. Debería ser una política para que todos los funcionarios públicos podamos mostrarle a la sociedad qué tenemos y cómo lo hemos conseguido. Siempre lo haré cuando desempeñe un cargo público.

Usted dijo en una reciente entrevista para Blu Radio que a su hermano Hugo Fernando le habían precluido la investigación por narcotráfico, pero la verdad es que en febrero de 2005 la Unaim de la Fiscalía lo llamó a juicio. ¿Qué pasó en ese caso?

Nunca fue llamado a juicio. Es una situación que involucró a dos hermanos y ambos fueron absueltos por la justicia. Se precluyeron los cargos y fueron declarados inocentes. Desde mi perspectiva, eso fue producto de un montaje que fue muy difícil para la familia. Lo que me parece contradictorio es que esto salga a relucir nuevamente cuando vuelvo al ruedo, para enlodar mi nombre. Mi comportamiento siempre ha sido transparente. Yo no supe mucho de los detalles, porque en esa época estaba de gobernador. Quizás esto corresponde a unos intereses políticos que la verdad no logro entender.

¿Cuál quiere que sea su legado para el Ministerio?

Al terminar nuestra labor, esperaría que el ciudadano crea más en la justicia y que perciba que ella está de su lado. Espero que podamos haber tramitado un ordenamiento de justicia transicional que sea bueno para el desarrollo del posacuerdo y que podamos implementar un estilo diferente en el que la sencillez, el trabajo arduo, la honestidad y la transparencia sean los valores fundamentales de mi paso por el Ministerio.

 

Por Diana Durán Núñez / María José Medellín Cano

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