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A sus 64 años, la semana pasada murió de un infarto en Medellín el exjefe paramilitar Iván Roberto Duque Gaviria, conocido en la guerra como Ernesto Báez. A pesar de que estuvo 11 años privado de la libertad desde el accidentado proceso de paz entre el gobierno Uribe y las autodefensas, nadie como él supo maniobrar ante el poder judicial para imponer su versión. Lo logró desde la perspectiva que trazó al llegar a prisión: adelantarse a contar la historia. Sin embargo, en él se resume la tragedia que vivió Colombia en las últimas décadas.
Nacido en mayo de 1955 en Aguadas (Caldas), desde sus años como estudiante de derecho en la Universidad de Caldas, sacó a relucir su condición política. A finales de los años 70, cuando los movimientos estudiantiles liderados por Bernardo Jaramillo Ossa les daban brega a los directivos del centro docente, Duque se inventó el Movimiento de Unidad para la Restauración Académica. Desde su postura institucional, logró conectarse con el ámbito laboral, de forma que se desempeñó en algunos cargos públicos y privados en Manizales.