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Otra verdad a cuentagotas del Palacio de Justicia

Durante años, su madre no supo que estaba muerto. Por décadas, su familia pensó que había muerto durante la toma del Palacio de Justicia.

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Jaime Flórez Suárez
27 de octubre de 2015 - 03:55 a. m.
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Recientemente sus hermanos supieron que había salido con vida del Palacio y esta semana, tres décadas después, apenas empezó la búsqueda de sus restos.

Por un periódico, el hermano* de William Almonacid se enteró de su muerte, después de ocho meses de haberle perdido el rastro. Por una amiga indiscreta, la madre supo que su hijo, el menor, del que no recibía llamadas ni cartas, había sido asesinado cinco años atrás. Frente a un televisor se enteraron de que no había muerto en combate, sino que había sido ejecutado a sangre fría. Y después de un anuncio inesperado que reprodujeron los medios de comunicación supieron que la verdad, tan oculta, tan desviada, podría empezar a emerger.

La muerte de William Almonacid es una noticia que su familia ha recibido a cuentagotas. Durante 30 años, la información sobre la suerte del guerrillero del M-19, quien participó en la toma del Palacio de Justicia, les ha llegado fragmentada y siempre a través de otros canales distintos a los del Estado, que hasta ahora no ha aportado ni la más mínima pista sobre las circunstancias de su muerte.

Su hermano dejó de saber de él de manera súbita. Eran cercanos y, pese a que no vivían juntos, se encontraban los fines de semana para salir de fiesta. Al mayor le llegaban rumores de que Almonacid simpatizaba con grupos de izquierda, pero nunca se imaginó que estaba metido de lleno en las estructuras del M-19. Era un tipo reservado. Lo único que sabía era que se ganaba la vida trabajando en una fotocopiadora en la Universidad Nacional, la misma de donde estaba a punto de graduarse como ingeniero civil; y que tenía una novia que, luego se supo, también entró a las filas guerrilleras y murió en el asalto al Palacio.

En noviembre de 1985, tras el holocausto, la prensa nacional reconstruía el terror que habían dejado los acontecimientos de los días 6 y 7. Fotografías dolorosas y listas de muertos ocupaban las páginas de los diarios. En una de esas apareció el nombre de William Almonacid, así fue como su hermano se enteró del desenlace de su vida y de lo que él había estado haciendo durante los ocho meses en los que le perdió la pista.

Por esos días, la madre de Almonacid ya estaba enferma. Un cáncer la había dejado en silla de ruedas, pues para salvarla fue necesario amputarle una pierna. Así que para evitarle más sufrimientos a la mujer, a quien su condición física la mantenía apartada de lo que sucedía fuera de su casa, su hijo y su esposo le ocultaron la verdad. Entre lo último que supo ella de Almonacid fue que luego de una pelea que tuvo con militares en una carretera del Tolima, en la que su hermano, por defenderlo, terminó herido, Almonacid les dijo que se iba para evitarles problemas. Y eso pensaba ella, que se había ido, que andaba por ahí.

Cinco años después del holocausto del Palacio, el hermano de Almonacid llegó a casa después de un viaje a Cartagena y encontró a su madre vestida de luto y rezando una novena frente a un altar que había improvisado en la cocina, con la foto de su hijo. Una amiga había visitado a la mujer para darle el pésame, sin saber que la madre de Almonacid ignoraba el destino que había corrido su hijo. Como lo habían sospechado sus familiares, ella no aguantó el dolor. La noticia se le sumó al cáncer del que no se recuperaba del todo y en agosto de 1990 la mujer murió pensando que su hijo había caído en los combates del Palacio.

Pero, 25 años después de ese episodio, la versión sobre la muerte de Almonacid tomó otro rumbo. Frente a un televisor, su hermano lo reconoció en un video que había permanecido oculto en el archivo de Señal Colombia. En febrero de este año, Noticias Caracol reprodujo las imágenes en que se veía a un guerrillero dentro de una camioneta dirigida hacia la Escuela de Caballería. Y luego, la fotografía del cadáver del mismo hombre. Su hermano lo identificó al instante. Era Almonacid, tenía el pelo y el bigote como la última vez que lo vio con vida. La rabia lo desbordó: “Salió vivo, no tenían por qué matarlo”, dice hoy.

Para el hermano, el video indica que la muerte de Almonacid fue una ejecución extrajudicial. Una investigación similar está haciendo la Fiscalía desde 2010, cuando, por videos y declaraciones de testigos, concluyó que el magistrado auxiliar Carlos Horacio Urán había salido con vida del Palacio de Justicia. Personas como su viuda, Ana María Bidegaín, lo reconocieron en un video que divulgó Noticias Uno en 2008, en el cual se ve que Urán salió cojeando, apoyándose en su pie derecho. Desde 1985 los reportes de Medicina Legal mostraban que el disparo que Urán recibió en el cráneo fue a quemarropa. En 2014, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Colombia por la ejecución del magistrado auxiliar.

Con respecto a la familia Almonacid, tras la nueva evidencia, no llegaron respuestas por parte de las autoridades judiciales sino hasta la semana pasada. El martes, el hermano supo de nuevo por los medios de comunicación de la identificación de Luz Mary Portela, Lucy Oviedo y Cristina Guarín, tres víctimas del Palacio de Justicia de las que, hasta ese momento, se desconocía su paradero. El anuncio trajo más preguntas que certezas. La Fiscalía hizo saber que se venían nuevas pruebas para identificar restos de fosas ubicadas en el Cementerio del Sur, en Bogotá.

Al fin las autoridades buscaron a los Almonacid. En las últimas semanas, dos de sus hermanos lo reconocieron en una diligencia de la Fiscalía, que les mostró de nuevo el video que divulgó Caracol Noticias. Y, el pasado viernes 23 de octubre, se adelantó la exhumación del cuerpo de la madre del guerrillero, con el fin de cotejar su ADN con los restos desenterrados de la fosa común. Tres décadas después de su asesinato, apenas empieza la búsqueda de William Almonacid, otro de los caídos durante el holocausto y una prueba más de la lentitud de la justicia alrededor de los hechos del Palacio de Justicia. Su hermano espera que un día, tal vez de manera súbita, como se ha enterado de las circunstancias del asesinato de Almonacid, por fin se sepa la verdad.

 

* Nombre reservado para proteger la privacidad del entrevistado.

 

Por Jaime Flórez Suárez

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