La arriesgada labor que realizan los uniformados que integran los grupos antisecuestro, en los que deben enfrentarse a situaciones de extrema violencia donde su vida corre peligro, ha ocasionado que muchos de ellos tengan pesadillas y sentimientos de miedo durante la noche y algunas horas del día. Síntomas que conforman un cuadro de estrés postraumático o trastorno de ansiedad, que empieza a preocupar a las autoridades.
Así lo revela un estudio realizado por la Universidad Santo Tomás de Bogotá, con una muestra de 50 agentes activos en operaciones antisecuestro que rondan los 34 años de edad. Aunque todos manifestaron ser concientes de lo arriesgada que es su profesión, el 31% ya sufre de algún tipo de trastorno mental y el 8% lo está comenzando a desarrollar a raíz de su labor. Pero además, los investigadores descubrieron que los uniformados divorciados, solteros y de mayor edad son quienes manifestaron sentir más agobio y presión por sus actividades.
Por su parte, los agentes que llevan más tiempo en la institución y por tanto han tenido que sortear toda clase de aventuras en las que la muerte y el peligro los asechan constantemente, son los que más sufren. A muchos de ellos el trauma les dura años, tienen pesadillas casi todas las noches, los recuerdos parecen perseguirlos e incluso algunos, que ya se encuentran en un estado muy delicado, tienen alucinaciones. Y como si fuera poco, en la investigación también se evidenció que la mayoría de estas personas prefieren no pedir ayuda. En primer lugar porque que creen que los síntomas van a desaparecer con el paso del tiempo. Y en segunda instancia, debido a que temen ser objeto de burlas por parte de sus compañeros o incluso despedidos por incapacidad para trabajar.
Ante este delicado panorama el grupo de investigadores de la Santo Tomás recomienda implementar actividades de prevención y de intervención que logren estabilizar el estado anímico de los uniformados que integran los grupos antisecuestro. Una sugerencia que será puesta en conocimiento de las autoridades que supervisan a estos hombres y que, de acuerdo a las conclusiones del estudio, deberá ser puesta en marcha de manera rigurosa lo antes posible. De lo contrario, el número de uniformados que sufre trastornos postraumáticos o de ansiedad aumentará significativamente y se convertirá en un peligroso problema de salud.
Por El Espectador
