“Siempre me dediqué a estar detrás de mi papá. Desde niña siempre estuve al lado de él en cualquier paro, en cualquier plantón”, así inició María Camila Gallego Lainez su relato al recordar a su padre, el minero Jaime “Mongo” Gallego, asesinado por el Clan del Golfo el pasado 9 de marzo a 15 metros de la vía nacional que conduce a Vegachí (Antioquia). Gallego era el presidente de la Mesa Minera Agroambiental del Nordeste Antioqueño y una de las figuras claves de la lucha minera ancestral en Segovia (Antioquia).
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En sus últimos años, se dedicó a impulsar mejoras para los mineros de la región del nordeste, se opuso firmemente al ingreso de grupos de armados en la lucha sindical, aun cuando estas denuncias terminaron por ponerlo en una situación de seguridad tan compleja que terminó en su asesinato.
¿Cómo describiría un día acompañando a su padre en alguno de esos eventos? ¿Cómo era el líder Jaime Gallego?
Un día con mi papá era muy lindo y muy agotador también porque era salir desde muy temprano. Primero ir a hacer pueblo como decía él. Era llegar al parque principal, saludar a todo el mundo, tomarse un tinto, hablar con todo el que pasara. Lo que más le daba rabia a “Mongo” era que uno no saludara.
Él siempre me decía: “Hija, hay que juntarse de la gente, hay que saludar a la gente, hay que ser amigo de la gente no importa quién sea”. Mi papá era una persona muy alegre, muy feliz. Él era de saludar, de compartir, de recochar, de bailar, de cantar, de sonreír. Siempre era rodeado de gente y yo era feliz con eso.
¿Y cómo era esa faceta del Jaime Gallego que podía ser serio?
Ahí sí se ponía tenso, serio. Pero de igual forma nunca actuaba grosero con las personas. Cuando daba sus discursos era firme y decía: “Acá hay gente que no tiene miedo, que quiere hablar y que quiere defenderlos”.
Pero aun así, lleno de su ira, de impotencia, nunca tenía mal carácter. Era algo que él sabía separar muy bien: los problemas personales, con los problemas laborales. A “Mongo” no le gustaban las injusticias, no podía tolerarlas. Ese era su límite.
Previo a la desaparición de Jaime, ¿cómo era su situación de seguridad?
Mi papá toda la vida estuvo amenazado. Inclusive cuando yo era bebé a él lo hicieron ir de Segovia alrededor de ocho meses. Siempre fueron constantes las amenazas, llamadas, panfletos, citaciones, reuniones. Él siempre denunciaba, pero al final las autoridades nunca hacían nada. Días previos a que lo secuestraran, no sabemos si ocurrió algo en específico, porque mi papá se callaba esas cosas con nosotras. Yo no le reprocho eso a él porque mi papá buscaba cuidarnos.
Cuando a él lo secuestran, creíamos que era por el paro que se avecinaba y pensábamos que lo iban a soltar en cualquier momento. Pero al final no supimos si fue por el paro o por qué más fue. Esta es la hora y todavía no sabemos.
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¿Podría describir cómo fue esa semana de la desaparición de Gallego?
Tenaz. Fue una cosa impresionante. Desde ese día no comíamos, no dormíamos. Ya han pasado dos meses desde que lo enterramos y todavía me cuesta mucho dormir. Igual a mi mamá. En esos momentos vivimos mucha zozobra, más porque él tenía que tomar medicamentos.
Nosotras pensábamos cómo le estaría afectando la presión, la diabetes, más con los nervios y el estrés. Vivíamos con miedo también porque pensábamos que de pronto iban a llegar a la casa a buscarnos a nosotros también, quizás para presionarlo más a él al decirle que una de nosotras estaba en riesgo. Sentíamos mucho temor. Fueron días muy duros.
Cuando habla de ejercer una presión sobre su padre, ¿ustedes sabían si a él le estaban exigiendo algo?
Yo sí sentía y siempre dije: “A mi papá le están pidiendo algo”. Le están exigiendo algo o quieren lograr algo con él, porque uno no tiene una persona retenida seis días para nada. Pero también sabía que con mi papá no iban a lograr nada. Porque si a Jaime le estaban pidiendo algo que fuera en contra de él, de sus ideales, de sus convicciones, nunca iba a dar el brazo a torcer. Mi papá era muy terco y resabiado.
Él decía: “Nunca me voy a vender. Antes de fallarle a mi pueblo, muero en mi ley”. Entonces, yo decía: “Si le están pidiendo algo que él definitivamente no estaba de acuerdo, más fácil se cansan de tenerlo, que tratar de cambiar las decisiones de él”.
¿De parte de las autoridades les han entregado nuevos detalles del caso?
No. Es que las autoridades nunca hicieron nada, ni Personería, ni Secretaría de Gobierno. A nosotras nos dejaron solas. Desde Bogotá, el Ministerio del Interior, Ministerio de Minas, Defensoría del Pueblo y Cruz Roja Internacional estuvieron muy pendientes de cómo se llevaba todo, qué iba pasando, pero los locales nunca hicieron nada. En el momento que muere mi papá, ahí sí apareció todo el mundo. Cuando por fin nos pararon bolas, e iban a empezar la búsqueda el domingo 9 marzo, ya mi papá aparece muerto.
¿Qué pensamientos han transitado en el núcleo familiar durante este duelo?
Ha sido demasiado duro. La ausencia de “Mongo” es muy dura. Mi papá era una persona muy presente en la vida de todos. Siempre esperaba que la familia estuviera unida, no solo el núcleo de él, sino sus hermanos, sobrinos. Entonces para todos ha sido muy duro. Hay cosas que todavía no se asimilan. Yo a veces pienso que él todavía está por allá en una reunión y que ahora viene.
Después de las seis de la tarde es donde más sufrimos porque no lo vemos llegar. No nos cabe en la cabeza que le hayan hecho una cosa de esa. Tan buena persona, tan noble, tan entregado, tan amigo, tan humano. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué lograron? ¿Qué querían? Son muchas preguntas sin respuesta.
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¿Cómo perciben el ambiente en Segovia? Porque así como Gallego también era un padre, un esposo para ustedes, también era un líder para la comunidad.
En la calle todo el mundo habla de eso, inclusive a uno le comparten audios donde la gente habla que se siente el vacío y la ausencia. También se preguntan lo mismo: ¿Qué como pudieron hacerle algo así a un ser humano como “Mongo”? Las personas nos dicen que así como ellos sienten el vacío, no imaginan cómo es para nosotras. Hace unos días fue el paro y también decían que la ausencia de él allá se notaba, porque estuvo muy solo y mi papá movía demasiada gente. Es un golpe también al sindicato.
¿Cuál es la situación de ustedes como familia? ¿Han recibido amenazas?
Después que lo asesinaron, las dos primeras semanas nos contaban que venían hombres raros en moto a la casa. También en algún momento había gente estudiando la cuadra donde vivimos, pero luego todo parece que se calmó. No hemos recibido llamadas, ni amenazas, ni nada por el estilo. Pero seguimos esperando respuesta de las autoridades. Yo creo que todos tenemos mucha sed de justicia. Todos queremos saber qué pasó, por qué y cómo. Necesitamos que se sepa la verdad. ¿Por qué mataron a mi papá? Sigo buscando las repuestas.
¿Qué recuerda de la época en la que su padre se lanzó como candidato a la alcaldía de Segovia en 2023?
Nosotros la verdad no sabemos a mi papá por qué le dio esa idea. Él decía que quería ser alcalde de Segovia, yo pensé que era charlando y resultó que iba la cosa en serio (risas). Pero yo él lo apoyaban todo, y si él quería hacerle, pues hagámosle. Yo siempre le dije: “Tus sueños también son los míos” Entonces empezamos a trabajar con él y desde esa campaña mi papá quedó con esa frase de “vamos a hacer pueblo”, porque el lema de él era construyendo pueblo.
Al principio le empezó a ir muy bien, era el más opcionado, y como dos semanas antes de las elecciones no sabemos qué pasó para que la haya ido tan mal en los resultados, no quedó ni entre los tres primeros. “Mongo” obviamente quedó muy decaído porque él esperaba contar con más apoyo, esperaban que creyeran más en él.
De todos esos escenarios de lucha en los que acompañó a su padre ¿Cuál sería uno de los momentos que más recuerda?
Hubo uno que fue muy bonito. En julio de 2017 en Segovia hubo un paro de 45 días. En ese momento yo iba a amanecer con él en un hotel de un sector llamado La Electrificadora. Ese hotel tenía una terraza desde donde se veía un sector llamado La Salada, que es la entrada del pueblo. Al amanecer, comenzaron a verse a la lejanía volquetas del Esmad que venían a reprimir a los mineros.
Recuerdo que, parada desde la terraza, vi como todos los mineros se comenzaron a formar con la mano en el corazón y empezó a sonar el himno de Segovia. Todo ese panorama: mi papá allá abajo formado con los mineros esperando con todo ese valor al Esmad. Fue un momento tenso, pero a la vez de tanto valor. Nunca voy a olvidar eso.
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Mencionaba que los sueños de Gallego son sus sueños también, pero ¿qué sigue a partir de ahora? ¿Cuáles son los sueños de María Camila Gallego?
Por ahora, a corto, y mediano plazo, quiero terminar mi carrera de Derecho que era lo que los dos soñábamos. Mi papá quería que yo me graduara y me especializara. Entonces por ahora es enfocarme en eso y seguir con su legado en lo que yo más pueda.
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