José Torres, un hombre que está recluido en la cárcel de La Dorada (Caldas) le donó a su centro de reclusión una jornada de desinfección para prevenir la propagación del COVID-19 en plena pandemia. Torres es dueño de una empresa de saneamiento llamada Outvirus, que fue la encargada de la esterilización, pero él corrió con todos los gastos y ahora quiere donar el mismo servicio para otras cárceles. Su primer objetivo es el penal con más casos del nuevo coronavirus en el país: la cárcel de Villavicencio.
“Lo que no ha hecho nadie en libertad lo está haciendo un preso por sus semejantes”, le dijo un guardia de la cárcel a este diario. Y es que, aunque en esta cárcel todavía no hay caso alguno confirmado de coronavirus, en el municipio sí hay más de 500. Por eso, la semana pasada Torres decidió donar la primera jornada de desinfección recurriendo a su empresa. “Cuando estaba en libertad a eso me dedicaba, estaba sacando esa empresa adelante”, explicó el interno a El Espectador.
(Le puede interesar: COVID-19 en las cárceles: van 800 contagios y tres muertes)
La empresa de Torres no utiliza amonio cuaternario ni hipoclorito de sodio, los químicos que más han salido a relucir en medio de esta emergencia sanitaria por su amplio uso, pero que podrían tener efectos adversos al utilizarse directamente en las personas. “La aplicación directa sobre humanos no cuenta con una evaluación de los posibles riesgos sobre la salud y posibles efectos derivados de la aplicación directa sobre las personas”, explicó el Ministerio de salud hace unas semanas sobre estos compuestos.
Lo que sí utilizan, explicó Torres, “son aceites esenciales de eucalpito, menta, jengibre, inclusive hasta moringa. Así como alcoholes terpénicos sacados de la uva y de algunos frutos y de ácido ascórbico, que son 100% naturales”. Según la publicidad de su empresa, el servicio que prestan consiste en “después de una rigurosa limpieza y desinfección física con implementos de aseo común”, aplican el aceite micropulverizado con un “termonebulizador manejado por un funcionario que estará al tanto de medir tiempo, ubicación, ventilación, vigilando que quede un ambiente estéril”.
(En contexto: Cárceles en Colombia, una “olla a presión” en tiempos de COVID-19 (análisis))
“No estoy detrás de ningún lucro”, aclara Torres. Y en la cárcel de La Dorada quedaron tan agradecidos con su donación que el director del penal, Aldemar Penagos, envió una solicitud al Consejo de Disciplina del Inpec para que al recluso le reconozcan un “estímulo de buena conducta”. La carta explica que Torres, además, donó uno de los termonebulizadores al penal y “muy comedidamente se ofrece a dar la inducción al personal uniformado del área de Plan Integral de Gestión Ambiental y mantenimiento, instrucciones de uso e igualmente sofrece a colaborar con las fumigaciones de desinfección al interior del establecimiento”.
“Ahora lo que quiero es llevar esto a todos lados”, explica Torres. “Ni pido dinero, ni nada de eso. Antes, si me toca poner para algo, lo asumo. Yo lo hago porque pienso en mis semejantes, porque además yo estoy acá, pero no busco ningún lucro”, insiste, para recalcar que está dispuesto a asumir los gastos de llevar el servicio a la cárcel de Villavicencio, como le escribió en una carta a la Presidencia de la República hace una semana. Aunque no le han respondido, insiste en que está dispuesto a asumir los costos, que están entre un millón y millón y medio.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.
Por Redacción Judicial
