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El amor del intendente
Que no se preocupen, que yo aquí estoy muy bien, le mandó a decir a sus padres, a su esposa y a sus dos hijos el año pasado en prueba de supervivencia, en una muestra de amor infinita con la familia que rogó por su libertad desde el mismo 9 de diciembre de 1999, día en que se lo llevaron las Farc en medio de la toma al municipio de Curillo, en el Caquetá. El intendente de la Policía Álvaro Moreno fue ascendido durante su penoso cautiverio al grado de intendente jefe y también murió amarrado a un árbol. Su mujer, María, recibió la noticia en Medellín, mientras su madre viajaba en la Caravana de la ahora utópica Libertad con el periodista Herbin Hoyos. Casi siempre lo tuvieron a manos del bloque sur de las Farc y casi siempre acompañado de los otros asesinados y del desaparecido Luis Alberto Erazo Maya y del liberado Pablo Emilio Moncayo. Su última prueba de vida se dio a conocer el 6 de junio de 2010.
Mayor fiel a la Policía
Al entonces capitán de la Policía Édgar Yesid Duarte las Farc le quitaron la libertad junto al teniente Elkin Hernández, en un falso retén entre Doncello y Florencia (Caquetá), el 14 de octubre de 1998. Hoy al mayor lo llora su hija Viviana, a quien no pudo ver crecer, que estaba recorriendo caminos en la Caravana de la Libertad suplicando un abrazo paterno. Era bogotano. En su última prueba de supervivencia, se declaró, 13 años después de no poder salir de la selva, “fiel a mis promesas y juramentos y fiel a mi institución y con todo el amor a la Policía”. Con doña Hilda y con don Darío, sus padres, habló por última vez un mes antes de irse para siempre. En los mensajes que le mandaban de manera infaltable todas las semanas, ellos recordaban aquella conversación y soñaban despiertos con repetirla pronto. “Ojalá sea este diciembre”, repetían todos los años. Ya no lo volverán a decir.
13 años de espera
“A mi mamita, que te cuides de las piernas, de la enfermedad que tienes. Al igual, a mi papito, que te cuides del corazón y sigas las instrucciones del doctor Muñoz. A mis hermanitas, a Margarita, enviarte un saludo muy especial, gracias por estar conmigo en estos momentos”... Fue en 2009 la prueba de supervivencia y después silencio. Y a partir de ayer, un silencio eterno porque las balas pudieron más y después de 13 años de secuestro a doña Magdalena no se le cumplió el sueño de volver a ver a su hijo con vida. El mayor Elkin Hernández (que cuando fue plagiado era teniente de la Policía y tenía 22 años) también hace parte de la lista infame de asesinados por las Farc. Dejó una novia. Se quería casar. Se lo llevaron de un falso retén en una vía del Caquetá que conduce a Florencia. Su padre, el señor Silvio, viajaba por estos días en la Caravana de la Libertad, del periodista Herbin Hoyos, en un último intento desesperado por llamar la atención de las autoridades y de los captores.
El secuestrado más antiguo del mundo
La barbarie de las Farc no dejó que se cumpliera el cruel aniversario del secuestrado más antiguo del mundo, quien el próximo 21 de diciembre iba a contar 14 años amarrado en la selva sometido a un fusil. Libio José Martínez se lo arrancaron a sus padres cuando apenas tenía 20 años y era cabo del Ejército (luego fue ascendido a sargento), en el cerro de Patascoy. Su padre, don Fidencio, un humilde campesino de vereda, murió el año pasado sin volver a ver a su hijo. En sus pruebas de supervivencia, el sargento Libio José lo recordaba y, sobre todo, hablaba de su hijo Johan Estíven, a quien no pudo conocer. Un niñito de 14 años que caminó todo el país, también rogando libertad.
“Esto no tiene nombre”: Juan Manuel Santos
Así se pronunció ayer el presidente Santos: “Esto no tiene nombre. Eran secuestrados con más de 10 años en cautiverio que fueron torturados y asesinados vilmente. Mis condolencias a las familias de esos héroes de la patria y a la Fuerza Pública. Esta es una demostración más de la sevicia y crueldad de la guerrilla. Un crimen atroz que merece la condena del país y la comunidad internacional. Este grupo narcoterrorista es el único responsable de esta acción demencial. Ya me imagino que van a querer echarle la culpa a la Fuerza Pública. Se requiere tener un poco de sentido común para ubicar la responsabilidad de este crimen entre quienes los secuestraron y apretaron el gatillo para asesinarlos”.