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La violencia y olvido estatal que durante años ha sufrido Tumaco y su gente no es un secreto. Este municipio, ubicado en la Costa Pacífica nariñense, ha sido epicentro de una batalla campal entre grupos al margen de la ley que se disputan a sangre y fuego los corredores viales de la droga, dejando a su paso una estela de dolor, sufrimiento y despojo. Pocas veces Tumaco es noticia por asuntos distintos a sus complejos problemas de orden público y, por eso, quizá, poco se habla de que, en su territorio, poblaciones étnicas e indígenas que lidian con la titánica labor de proteger sus tierras del control de los grupos armados, de la expansión de cultivos ilícitos y del crecimiento desmedido de grandes industrias que pretenden acaparar sus tierras. Por eso, un par de demandas que buscan que más de 28.000 hectáreas regresen a manos de cientos de familias afro e indígenas alimenta la esperanza de poblaciones históricamente vulneradas.