Desde hace cuatro décadas, Colombia libra una desigual batalla contra un monstruo de mil cabezas llamado narcotráfico. Justamente hace 40 años, un sicario menor de edad descargó la carga de su metralleta contra el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien ocho meses atrás había emprendido una solitaria batalla por desenmascarar a los capos de la mafia y frenar su ascenso violento a punta de dinero manchado de sangre y droga. Después de él, sus aliados también cayeron como fichas de dominó, desamparados por el Estado. La guerra contra...
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