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“Todos somos responsables por el respeto y cumplimiento de los derechos humanos”

Beatriz Helena García es la primera mujer en llegar al escalafón de los almirantes de la Armada. El Espectador habló con esta alta oficial, también abogada y mamá de dos niñas, luego de su ascenso histórico en 200 años de vida de la institución militar.

Pedro Mendoza C.

24 de diciembre de 2023 - 09:00 a. m.
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Beatriz Helena García hizo historia. Hace unas semanas se convirtió en la primera almirante de la Armada de Colombia, el grado más alto al que ha llegado una mujer en la institución naval. Ella es una de las 2.369 que forman parte de esta institución, mayoritariamente compuesta por hombres (en total son unos 35.000 uniformados). La alta oficial es manizaleña, abogada, especialista en derecho penal y testigo directo del horror del conflicto armado: su esposo, oficial de la Armada, murió estando en servicio. Además, es mamá de dos niñas. En diálogo con El Espectador, la almirante habló sobre su nuevo ascenso, su vida en la institución y de su trayectoria en el mundo naval.

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El 1° de septiembre de 1997 cruzó por la guardia de la Escuela de Cadetes Almirante Padilla, en Cartagena. ¿Qué recuerda de ese primer día y los tres meses de adaptación a la vida naval militar?

Ese día llegué y conocí a mis compañeras con las que estaría estos años en la Armada. Estaban los oficiales del Batallón de Cadetes vestidos así como me encuentro hoy, de uniforme blanco, y recuerdo que pensé en marcialidad. “¡Aspirante García, pasar al frente!”, me llamaron y ya han pasado 26 años desde el inicio de mi carrera naval.

¿Cuándo fue la última vez que estuvo en la Escuela Naval?

El año pasado tuve la oportunidad de trabajar allí unos meses como asesora jurídica de la Dirección y volver a sentir la misma pasión, los honores al pabellón, las formaciones y toda esa cultura naval que nos hace hombres y mujeres de mar.

Hace más de un año, en una entrevista para este diario, se le preguntó sobre por qué las mujeres han tardado tanto tiempo en ascender a estos grados altos en la Armada. ¿Cómo ve este tema hoy?

Todo ha ido en una evolución. No quiero mirar el tema desde el lado de que se ha demorado, sino mirarlo como un proceso, y se han dado las condiciones para llegar a estos cargos. Hoy, por ejemplo, tenemos a una mujer como comandante del Batallón de Cadetes, la capitán de fragata Liliana Reina. Nuestra Armada tiene 200 años, y todo es un proceso. Las primeras mujeres en ingresar fueron las del cuerpo administrativo, en 1984, y luego llegaron las de línea, en 1997. Algunas ya son capitanes. No me cansaré de rendirles un homenaje a esas grandes mujeres oficiales, suboficiales y personal civil que han transitado por nuestra institución.

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Usted es también testigo del horror de un conflicto armado: su esposo murió durante el servicio, como un oficial de la Armada. Ya tenían una hija y al poco tiempo se enteró de que estaba embarazada…

(Pausa antes de contestar). En este contexto colombiano me solidarizo con aquellos que han vivido situaciones similares: viudas, viudos, huérfanos, madres, amigos… El capitán de Infantería de Marina Mauricio Estrada Durán era mi esposo. Un hombre íntegro, responsable, amoroso y que amaba la patria y a su Armada profundamente. La vida me dio dos hermosas hijas y han sido responsables, juiciosas y son mi apoyo y motor. He sido muy bendecida porque son unas niñas maravillosas. No hubiera sido posible continuar día a día con la vida sino es con el apoyo familiar y de los miembros de la institución, mi otra familia: la naval.

¿Cómo fue alinear su formación académica como abogada en la institución naval militar?

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Tuve la oportunidad de especializarme en derecho penal y ser asesora jurídica del Comando de la Armada. También fui juez de instrucción penal militar, carrera que empecé por Tumaco, después pasé por Coveñas, Bogotá y luego Cartagena. La misma institución va marcando ese derrotero de los cargos en los que uno debe realizarse y uno se va destacando poco a poco en cada uno de ellos. Lo único que no cambian son los principios, las normas y el ejercicio profesional de acuerdo con la ley.

¿Cómo ve el avance de la justicia penal militar? ¿Decía que avanza y se fortalece?

Resalto el trabajo de nuestros jueces y fiscales penales militares, quienes de una manera muy consagrada realizan su trabajo en los diferentes rincones de Colombia. Desde 2015 salió una nueva norma para que ingresáramos al sistema acusatorio, y ya está funcionando en diferentes regiones del país con una nueva estructura y roles para quedar a la par del sistema penal colombiano. Hoy tenemos una gran Fiscalía Penal Militar, una Unidad Administrativa Especial, que se ha venido profesionalizando día a día. Se requiere mucha capacitación y que se tripulen muchos cargos entre otras acciones.

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El Espectador publicó el pasado 8 de noviembre un artículo en el cual se raja Colombia en la protección de los derechos humanos. Falencias en el sistema de justicia, protección de líderes y lideresas sociales, violencia contra mujeres y comunidad LGTB, así como la implementación del Acuerdo de Paz. ¿Cuál cree que puede ser el camino para fortalecer los derechos humanos?

Todos somos responsables por el respeto y el cumplimiento de los derechos humanos, y nuestra labor es seguir propendiendo pata que se respeten y tengan condiciones de garantía en un Estado social de derecho, como es el nuestro. Tenemos que trabajar para que estos puntos sean fortalecidos. La Armada ha buscado que cada uno de sus tripulantes estén capacitados a todo nivel en materia de derechos humanos y en protección del Derecho Internacional Humanitario. Como ya lo había dicho: los derechos humanos son para todo tiempo y lugar, aplicados en situaciones de paz, pero deben ser siempre respetados en situación de conflicto armado. Son la columna vertebral en la que nos apoyamos. Le reitero que la dignidad humana es lo que permite que una sociedad pueda fluir.

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Hablemos de la equidad de género y el machismo en las Fuerzas Militares. ¿Ha presenciado un acto en contra de las mujeres de la Armada?

En la Marina no he percibido situaciones de machismo. Al contrario, solo he visto oportunidades. Se trabaja de igual a igual en el mar, en el río y en la tierra. No hay diferenciaciones de género. Lo importante es que la mujer debe cada día estar más profesionalizada, estudiando, cumpliendo y destacándose por su buen trabajo. Igual que lo hacen los hombres en la Armada. Uno mismo se va haciendo respetar. La estela en el mar se va abriendo con oportunidades maravillosas.

Junto con usted, la Armada tiene a otras 2.369 mujeres trabajando en unidades a flote y en tierra. ¿Qué está haciendo la institución para proteger sus derechos, en una comunidad mayormente compuesta por hombres?

Las mujeres de Colombia tienen un mar de oportunidades en nuestra marina y cada una de las que estamos hoy en la institución somos las encargadas de presentar precisamente ese futuro que se ofrece y mostrarles que tienen muchas posibilidades de ser parte de la institución. En la base de entrenamiento en Coveñas ya hay 72 mujeres de diferentes partes del país que se incorporaron para prestar su servicio militar. Hace tres días, en Barranquilla, 29 mujeres ascendieron a suboficiales y el pasado 7 de diciembre, en Cartagena, 135 colombianos recibieron el grado de oficiales, entre ellos 41 mujeres. El camino se está recorriendo. A inicios de enero, 16 colombianas serán las primeras en iniciar el proceso para suboficiales navales de línea.

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Por Pedro Mendoza C.

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