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Hace un año exactamente, el país se despertó con una noticia que rompió con un mito de cuatro décadas: Luis Édgar Devia, Raúl Reyes, había muerto por acción de la Fuerza Pública. La Operación Fénix fue un trabajo minucioso que derrumbó la creencia de que los miembros del Secretariado de las Farc eran imbatibles. Por su parte, la organización guerrillera, aunque lamentó la muerte de su comandante, no tardó más de una semana en reemplazarlo con Joaquín Gómez. Y aunque, sin duda, Reyes era el segundo hombre en importancia para las Farc, la contundencia de este golpe no fue su muerte, sino el hallazgo de la información que reposaba en su computador personal.
En 37.872 documentos, cuya autenticidad avaló la Interpol, se puso al descubierto la intrincada red que, por años, las Farc construyeron alrededor del mundo. Tema de gran relevancia para la organización que, en su búsqueda de un estatus de beligerancia por parte de la comunidad internacional, ha invertido grandes esfuerzos porque ésta legitime su causa insurgente. No obstante, lo que los archivos digitales dejaron en evidencia fueron relaciones con altos funcionarios gubernamentales y parlamentarios de otros países; compra de armas, rutas de narcotráfico y otras tantas acciones ilegales. Develar estos datos significó, en algunos de los casos, graves enfrentamientos diplomáticos, como los ocurridos con Ecuador y Venezuela.
El primero, un día después de la Operación Fénix, rompió relaciones diplomáticas con Colombia, las cuales aún no ha restablecido. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, admitió haber tenido contactos con las Farc, sin embargo, argumentó que sus motivos eran estrictamente humanitarios, en busca de la liberación de secuestrados. Su ex ministro de Gobierno, Gustavo Larrea, incluso aceptó haber tenido reuniones personales con Reyes. El subsecretario de Larrea hasta 2007, José Ignacio Chauvín, expresó que también se reunió con Reyes. A Chauvín lo está investigando la Fiscalía ecuatoriana por su relación con los hermanos Jefferson, Édison y Miguel Ostaiza, supuestas ‘fichas’ de las actividades de narcotráfico de las Farc en ese país.
En Venezuela, el lío diplomático también fue mayúsculo. El presidente Hugo Chávez expulsó al embajador colombiano y acusó al presidente Álvaro Uribe de haber hecho “un circo de payasos”. Según el computador de Reyes, Chávez Frías les aportó US$300 millones. Su ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín, y su jefe de inteligencia militar, general Hugo Carvajal, fueron los delegados para reuniones con Iván Márquez y Rodrigo Granda. Chávez propuso crear un grupo internacional que reconociera el estatus beligerante de las Farc y mantenía constante comunicación, a través de cartas, con Manuel Marulanda; pero hasta el día de hoy, el mandatario no ha aceptado una sola acusación.
Por otra parte, algunos correos dejaron ver contactos entre las Farc y el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Al parecer, traficantes de armas libios le sugirieron a Reyes adquirir misiles con Ortega como intermediario y Granda, luego de una conversación con el ex canciller nicaragüense Miguel D’Escoto, afirmó que Ortega estaba “en completa disposición” de ayudarlos. Ortega, además, les otorgó asilo político a las tres sobrevivientes del bombardeo al campamento de Reyes, una mexicana y dos colombianas. En diciembre pasado, un juez ecuatoriano las llamó a juicio por atentar contra la seguridad del Estado, para lo cual, la Fiscalía ecuatoriana ya las había pedido en extradición meses atrás.
Gracias a los archivos de Reyes, la Policía de Costa Rica halló US$480 mil ocultos en la casa de una pareja de pensionados en la ciudad de Heredia. El dinero, supuestamente, provenía del pago que el suizo Jean-Pierre Gontard —conocido en Colombia como un mediador con las Farc— le había entregado a este grupo guerrillero por la liberación de dos ciudadanos de su país que trabajaban con la farmacéutica Novartis y que habían sido secuestrados en 2001. El gobierno suizo respaldó a Gontard. Aunque la Fiscalía colombiana señaló en algún momento que podría solicitarlo en extradición, en palabras de Mario Iguarán, para “absolver los interrogantes que tiene la justicia en Colombia”, la petición nunca se hizo efectiva.
Los datos de Reyes condujeron al arresto de la española Remedios García Albert, sindicada de ser el contacto clave entre las Farc y la Eta. En julio del año pasado, el juez Baltasar Garzón ordenó su captura. A García le encontraron videos de las Farc, información sobre la Coordinadora Continental Bolivariana y un documento en el que las Farc desmentían la muerte de los diputados del Valle. En el computador también aparecieron fotografías de Walter Wendelin, delegado del grupo en América Latina, e Iñaki Gil, miembro de la Red Vasca Roja, quienes participaron en el Congreso de la Coordinadora Bolivariana que se realizó en Quito días previos al bombardeo del campamento de Reyes.
En Colombia, el escándalo no fue de menores proporciones, pues el computador marcó el inicio de la llamada farcpolítica. El fiscal Mario Iguarán anunció la apertura de una indagación preliminar contra los periodistas Carlos Lozano y William Parra, el ex asesor de paz Lázaro Viveros, el ex ministro Álvaro Leyva, Liliana Obando, ex asesora de la ONG Fensuagro, que fue detenida por este proceso; el venezolano Amílkar Figueroa (diputado chavista), los ecuatorianos María Augusta Calle (asambleísta) y Marcelo Larrea (hermano de Gustavo Larrea) y el catedrático norteamericano James Jones. Iguarán le pidió a la Corte Suprema que hiciera lo mismo con los congresistas Piedad Córdoba, Wilson Borja y Gloria Inés Ramírez.
Hace menos de 10 días, la Corte Penal Internacional le solicitó al Gobierno colombiano el computador de Raúl Reyes con todos sus discos y los documentos encontrados en el campamento, petición que fue acatada de inmediato. El propósito del organismo es revisar el material y llamar a declarar a las personalidades no colombianas a quienes Reyes, aparentemente, menciona y compromete. Así las cosas, este dispositivo, que contiene 610 gigabytes de información y que fue escrutado por 64 funcionarios de la Interpol, provenientes de 15 países, seguirá siendo objeto de análisis por organismos nacionales e internacionales. Al parecer, este computador todavía encierra muchos secretos de las Farc que darán de qué hablar.
Un marzo negro para las Farc
Para las Farc, marzo de 2008 resultó ser un mes de pérdidas. El secretariado sufrió una cadena de duros golpes que debilitaron su estructura militar. El primero: el bombardeo al campamento de Raúl Reyes.
Tres días después de este hecho, Manuel de Jesús Muñoz, alias Iván Ríos, fue asesinado por su jefe de seguridad, Pedro Pablo Montoya, alias Rojas. Éste le cortó la mano al miembro más joven del secretariado y la llevó a las tropas del Ejército como prueba de su acto. Posteriormente, Rojas recibió una recompensa, lo que generó una encendida polémica.
Al finalizar marzo, se presentó la muerte del hombre histórico de las Farc: Pedro Antonio Marín, alias Tirofijo o Manuel Marulanda Vélez. Al parecer, murió por un ataque al corazón.
“El Canciller de la Montaña”
En un texto de 277 páginas, el periodista José Gregorio Pérez, con más de 20 años de experiencia en el oficio, cuenta cuáles eran los propósitos estratégicos subversivos de Luís Édgar Devia, conocido con el alias de Raúl Reyes.
Esta obra, que se divide en cinco capítulos: ‘El plan estratégico’; ‘El reclutamiento’; ‘Drogas, finanzas y política’; ‘La Coordinadora Continental Bolivariana’ y la ‘Operación Fénix’, es la primera que se publica luego de la muerte del canciller de las Farc, como se le conocía también a Reyes, muerto en Ecuador el 1° de marzo de 2008.
El libro, que narra en detalle la trayectoria de este hombre por la guerrilla, pormenoriza la consolidación política y armada del grupo subversivo más importante del país.
Para ver el especial sobre la muerte de Raúl Reyes, haga clic AQUÍ.