Si se le pregunta por las drogas no responde; si se le pregunta por la familia no responde. La razón: “No quiero que me prejuzguen por algo que haya dicho en medios de comunicación”. Luis Guillermo Guerrero, quien se posesionará ésta semana como nuevo magistrado de la Corte Constitucional, es cauto. Piensa cada palabra. Rechaza a quienes dicen que es un conservador radical.
No niega su condición: “Soy conservador y algo tradicional”, dice. Pero resalta: “No me cierro al debate, me gusta controvertir con ideas y argumentos. He apoyado discusiones progresistas. No creo que se me pueda encasillar, no soy un abanderado de nadie ni estoy comprometido con alguien”, confiesa.
Y agrega: “Cada caso merece su discusión”. El 14 de agosto, cuando el Congreso lo eligió por encima de Martha Sáchica y Carlos Medellín, para ocupar la vacante que había dejado libre el magistrado Juan Carlos Henao, ahora rector de la Universidad Externado, se generó una controversia a la que él, con sencillez, responde: “No tengo agenda política. Lo mío es el debate democrático y la salvaguarda de la Constitución”.
Por ello rechaza, aunque tímidamente, el reformismo que ha caracterizado a Colombia en los últimos años. “A veces existe la tentación de cambiar la Constitución según la coyuntura. A veces se abusa del mecanismo de la reforma. Creo y quiero creer que las instituciones son superiores a eso”.
Asegura que en Colombia no hay tutelitis y que si se quiere que la gente acuda menos a los estrados judiciales, habría que mejorar la respuesta del Estado. Señala que en Colombia la gente debería vivir la Constitución y comenta que los jueces deben ser firmes ante la presión de los medios de comunicación.
Desconocido para muchos, Guerrero, pastuso de 54 años de edad, amante del cuy e hincha furibundo del Deportivo Pasto, es un viejo inquilino del Palacio de Justicia. Fue durante 11 años magistrado auxiliar. Participó, desde las sombras, de algunas de las discusiones constitucionales de mayor importancia para el país.
Después de posesionarse como magistrado, seguramente habrá de lidiar con otras tantas más. Valga una muestra: la discusión sobre la posibilidad de que parejas del mismo sexo adopten, un debate al que tendrá que enfrentarse recién llegado. Antes que amilanarse, Guerrero dice estar preparado para lo que se viene. Su afirmación no es gratuita. Desde hace 20 años quería llegar al cargo que ocupará desde esta semana.
En 1991, apenas graduado de la Universidad Javeriana, Guerrero se encontraba en Estados Unidos cursando un posgrado cuando Juan Carlos Esguerra lo llamó y le ofreció colaborar con las discusiones de la Asamblea Constituyente que se había convocado ese año para sacar a Colombia de la crisis en la que se encontraba. No lo dudó. Se vino para Colombia.
“Fue un momento increíble. Las discusiones eran profundas y había tal diversidad de opiniones”, comenta. Pasaron casi 10 años para que volviera a encontrarse con la Constitución. Lo hizo como magistrado auxiliar de Rodrigo Escobar Gil y Eduardo Mendoza. Y ahora, casi 10 años más, saltará al ruedo.
Este pastuso, quien será protagonista de las discusiones constitucionales venideras, es casado, padre de dos hijos, fanático de Roger Federer y la música clásica, lector empedernido. Fue periodista en sus años de colegio, aunque el medio para el que escribía no perduró. Al hermético Guerrero, al que sus compañeros conocen de tanto tiempo que no se acostumbran a llamarle magistrado y le siguen diciendo Luis Guillermo, ya le llegará el momento de generar controversia.
Por Sebastián Jiménez Herrera
