Violencia de género no fue colateral a la guerra, fue parte central: Oscar Parra

En dialogo con El Espectador, uno de los relatores del macrocaso 11 de la JEP entrega detalles de las pruebas en las que se soporta la apertura de la nueva linea investigativa. Explica el concepto de la “masculinidad guerrera” y habla del por qué la Fuerza Pública victimizó a mujeres y víctimas con orientaciones diversas.

01 de octubre de 2023 - 07:34 p. m.
Entrevista con uno de los relatores de la JEP que investiga y sancionará las violencias sexuales y basadas en género durante el conflicto armado.
Entrevista con uno de los relatores de la JEP que investiga y sancionará las violencias sexuales y basadas en género durante el conflicto armado.
Foto: JEP

¿Durante la recepción de informes y el estudio de los mismos, ¿qué fue lo que más le impactó?

Durante la recepción de informes y el estudio de estos, lo que más me impactó es ver que cuando se ofrecen espacios seguros desde la institucionalidad, las víctimas rompen el silencio y encuentran espacios para hablar. Las víctimas quieren hablar, pero han encontrado numerosas barreras en el sistema de administración de justicia, que están muy asociadas a la impunidad de este tipo de casos, a estereotipos contra las víctimas, a revictimización, entre otros factores que desmotivan o desincentivan la búsqueda de justicia a través del Estado.

Lo que observé fue la importancia del trabajo de la Jurisdicción por abrir un espacio de voz para las víctimas. Un espacio que no se había abierto con suficiente fuerza de forma previa, en condiciones que para las víctimas fueran adecuadas. Eso nos permitió recorrer el país, recibiendo informes muy variados y distintos, que reunían relatos estremecedores sobre este tipo de violencias en el conflicto armado. En algunos momentos abrimos espacios privados para recibir este tipo de testimonios y todo eso permitió que recibiéramos información que jamás se había allegado ante la jurisdicción ordinaria.

También resalto que, en muchas de las dinámicas del conflicto armado, por ejemplo, en las masacres, las víctimas hablaban de las dinámicas del hecho, pero muchas victimas de violencia sexual no aludían a este tipo de violencias por vergüenza, estigmatización o dolor profundo. En gran medida porque el sistema de administración de justicia no era tan claro en las rutas a partir de las cuales procesare esta información que estaba llegando.

En suma, abrimos espacios seguros para la recepción de esta información y esperamos que ahora, a partir de la priorización, se sigan consolidando nuevamente esos espacios seguros para el desarrollo de recolección de evidencia, interrogatorios y otro tipo de actividades de impulso de los procesos y que todas esas actividades estén acompañadas de entornos seguros para el desarrollo de administración de justicia

¿Qué tan difícil será identificar responsabilidades individuales en la Fuerza Pública?

Los hechos de violencia basadas en género y violencias sexuales ocurrida en Fuerza Pública, hubo barreras adicionales para las de uncias de las víctimas. En este tipo de instituciones, como lo hemos documentado en otros macrocasos, surgieron muchos desafíos respecto a la desestimación de las denuncias. Dificultades cuando se quería denunciar a un mando superior. Entre más jóvenes eran las víctimas, tenían mayores dificultades para denunciar. Ese es un tema estructural que estamos analizando en la JEP y que en este caso tiene impactos diferenciados, desproporcionados, porque el subregistro de casos es enorme.

En este macrocaso 11, el universo de hecho que teneos en fuerza publica es, por lo pronto, de 246 casos en el marco de lo específico. A lo cual habría que sumar muchos de los hechos que miramos en conjunto con otros macrocaso, por ejemplo, el 08 sobre crímenes de la Fuerza Publica en asocio con paramilitares. Vemos que es un número reducido y es también u numero reducido el de comparecientes sometidos a la JEP por estos hechos. Sin perjuicio de ello, vamos a avanzar en el mayor nivel de rendición de cuentas que sea posible en este tema, articularemos lo que sea pertinente con lo que ha avanzado la Fiscalía y la Procuraduría, y esperamos abrir nuevas rutas que superen estas barreras para las denuncias por este tipo de crímenes.

¿Por qué es importante que la sociedad comprenda el concepto de “masculinidad guerrera” y que sus ejércitos, legales e ilegales, lo derriben?

Respecto a la prevalencia de imaginarios en torno a la masculinidad guerrera, yo concuerdo con mis colegas y agregaría que las normas que rigen la vida de los ejércitos, en ocasiones durante épocas del conflicto armado colombiano, dieron lugar a una serie de repertorios de violencia conta civiles e intrafilas, basados en el género, identidad o expresión sexual de las víctimas.

Por eso es tan importante lo que ha ido analizando la Comisión de la Verdad y el Centro Nacional de Memoria Histórica, porque estas instituciones aludieron a este concepto de masculinidad guerrera, aludiendo a la experiencia e identidad masculina dentro de los ejércitos. Los debates asociados a lo que significa ser hombre en el marco de la guerra y los valores y atributos que la guerra les agrega a esas identidades. En ese sentido, esa idea del guerrero se alimenta de los atributos tradicionalmente considerados propios de lo masculino. El poder sobre otros. Disciplina. Conducta. Reputación. Dignidad basada en una identidad masculina rígida. No sentir o demostrar miedo. Ser fuerte.

Asimismo, esas subjetividades masculinas guerrera y subjetividades femeninas cosificadas que enmarcaron este tipo de dinámicas de las violencias basadas en género. Es esa masculinidad que, dentro de la guerra, enfatizaba en la necesidad de afirmar el control sobre las mujeres. Control o poder masculino impuesto por parte de los hombres contra mujeres o identidades diversas. Cada organización armada dio lugar a órdenes de género particulares que determinaron las interacciones de los combatientes con los civiles y los integrantes de sus propias filas. Y en muchas ocasiones esas ordenes de genero implicaron situaciones de violencia.

Resalto como fuimos documentando en diversos informes que miembros de las FARC y de la Fuerza Pública que pudieron haber perseguido a personas con orientaciones sexuales e identidad de género diversos, con el fin de imponer normas de comportamiento de heterosexualidad obligatoria, para obtener trabajos gratitos en campamentos. Reafirmar la masculinidad de algunos de los actores armados. Reproducir ideas sobre los roles adecuados para los hombres y mujeres del grupo armado. Y todo en una extensión de los prejuicios culturales aceptados por las comunidades.

¿Cómo se reivindicará la posición de la mujer en Colombia con la investigación y sanción que se espera de este macrocaso?

Hablando en particular sobre lo que me corresponde, sobre violencia basada en genero contra civiles por parte de la Fuerza Pública, y tenemos un patrón particular de crímenes motivados por el hecho de que las víctimas eran mujeres. Y que se cometieron por parte de efectivos de la Fuerza Pública contra niñas y mujeres. Involucraba violencia sexual motivada por la idea de que las mueres, por serlo, están obligadas a cumplir roles de genero frente a cualquier hombre. Por ejemplo, estar disponibles sexualmente, atenderlos y trabajar para ellos. En este contexto los autores de los hechos aprovecharon la cotidianidad de su presencia y presunción de legalidad de sus actuaciones en los territorios para atacar a las mujeres, niñas y adolescentes.

También documentamos algunos casos en los que los efectivos de la Fuerza Pública, motivados por la idea de castigar a las mujeres y niñas de la población civil, que percibían como propiedad del enemigo, las persiguieron y estigmatizaron en zonas de confrontación. En ese sentido, nosotros creemos que este caso puede ser muy importante para las garantías de no repetición de este tipo de hechos en el futuro. Por eso, queremos dar esa posición a la voz de las mujeres en relación con la investigación y sanción de este macrocaso. Queremos visibilizar muchos temas que durante mucho tiempo han sido invisibilizados en términos de las decisiones de justicia penal y transicional.

Creemos que concentrarnos en estas motivaciones de los actores, en estas lógicas de cada actor armado en relación con el conflicto, será clave y fundamental para mostrar que las violencias basadas en genero no fueron daños colaterales en la guerra, sino hicieron parte central de la guerra. Y eso hay que investigarlo, narrarlo, judicializarlo y sancionarlo.

Preliminarmente, ¿por qué los perpetradores de estos crímenes de la Fuerza Pública eligieron a hombres jóvenes?

En relación de los cerca de 50 casos que hemos recibido, incluso de fuentes como la Fiscalía, sobre soldados que estaban prestando su servicio militar, y que eran jóvenes entre 18 y 23 años, que fueron objeto de violencia durante su servicio militar, nosotros encontramos casos donde los abusos fueron cometidos por compañeros que prestaban el servicio militar con ellos o por sus superiores. Esto se enmarca en estos desafíos que genera la masculinidad guerrera. Muchos de estos casos fueron, según lo que plantean los informes, originados en percepciones sobre identidades de genero diversas que pudieran tener algunos de estos jóvenes.

Tenemos que ir viendo caso a caso. Ese análisis nos permitirá identificar si hay una relación directa o indirecta con el conflicto armado. Seguimos analizando y profundizando en esta materia. Seguiremos complementando la información con respecto a estas denuncias para dar cuenta de cuales eran estas motivaciones y estos patrones que explican la comisión de estos graves hechos.

¿Podría decirse que en algunos casos el mando fue una estrategia para violar a jóvenes integrantes de la Fuerza Pública?

En el marco de lo que analizamos en los informes, identificamos que la violencia por prejuicio y las violencias basadas en género reconocen que, tanto las violencias que se ejercen contra niñas y mujeres asumidas como heterosexuales, como las violencias apuntadas contra personas orientaciones sexuales y de genero diversas, están orientadas a mantener jerarquías, subordinaciones, exclusiones y arrasamientos fundados en representaciones y estereotipos vejatorios (es decir prejuicios) de las diferencias femenina y de la orientación sexual e identidades y expresiones de género no heteronormativas.

Aun cuando ambas violencias se nutren de representaciones prejuiciadas de las diferencias, las desplegadas contra lo femenino asociado a la heterosexualidad buscan mantener incólume las relaciones de subordinación que le asignan a lo femenino frente a lo masculino, mientras las violencias por prejuicio desplegadas contra personas orientaciones diversas siguen lógicas de exclusión, anulación, arrasamiento de ese “otro” por la diversidad rechazada por las masculinidades guerreras tan concentradas en el control de los cuerpos y de las mujeres.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

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Juan(26429)02 de octubre de 2023 - 02:49 p. m.
¡Qué lástima que un artículo sobre un tema tan relevante tenga tantos errores de ortografía y redacción!
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