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Entre lo neutral y lo humanitario: Los retos de la Cruz Roja en el conflicto local

Desde mediar en la liberación de secuestrados hasta asistir a los heridos, sean civiles o combatientes del conflicto, la Cruz Roja ha trabajado en hacer que la guerra impacte en menor medida a la población en Colombia. Le explicamos cómo funciona.

Tomás Tarazona Ramírez
09 de mayo de 2024 - 04:05 p. m.
El CICR dialoga con todos los actores armados.
El CICR dialoga con todos los actores armados.
Foto: CICR

Muchos han sido los capítulos en el libro del conflicto armado colombiano en que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha escrito para recordar que hasta las guerras tienen límites y deben respetarse. Desde aportar sus consideraciones en materia de Derecho Internacional Humanitario (DIH) y facilitar el traslado de negociadores durante los diálogos que llevaron al Acuerdo de Paz de 2016, hasta otro tipo de acciones que sigue desarrollando, como mediar en la liberación de personas secuestradas, su labor se ha basado en hacer que se cumpla el DIH y ofrecer ayuda humanitaria a quienquiera que lo necesite sin distinción de condición social, credo político, nacionalidad o religión.

En el marco de la conmemoración del Día de la Cruz Roja, El Espectador habló con Jose Antonio Delgado, coordinador de operaciones de la CICR en Colombia, sobre en qué ha consistido la tarea de esta organización durante 55 años de presencia en el conflicto colombiano y cuáles son los retos que, como grupo humanitario, enfrentan día a día.

(Recomendado: Diccionario breve sobre el derecho internacional humanitario en tiempos de guerras)

Presencia frente a la ausencia estatal

Aunque se cree que la Cruz Roja únicamente ofrece servicios de salud y asistencia médica, hay muchas otras funciones en el conflicto que esta organización se ha encargado de desarrollar. El CICR ha logrado llegar a los territorios en guerra en los cuales el Estado, bien sea por limitaciones geográficas o falta de presupuesto, no ha hecho presencia ni con sus instituciones, servicios básicos y en algunos casos, ni con Fuerza Pública para proteger a los territorios.

“Nuestra función principal es la de proteger y asistir a las víctimas, y al mismo tiempo, promover el cumplimiento del DIH. En Colombia cumplimos un rol complementario al que tienen las autoridades. Es cierto que hay zonas de institucionalidad muy baja históricamente, pero nosotros buscamos que nuestros principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, unidad y universalidad se apliquen a cada lugar que auxiliamos”, explica Delgado.

Uno de los principales retos que han encontrado los integrantes del CICR, pese a que muchas veces llegan antes que las entidades estatales para apoyar a las víctimas, es recalcar su imparcialidad, para que les permitan, por ejemplo, el acceso a zonas de conflicto.

“En Colombia y a nivel global también predomina la desinformación, la manipulación y los discursos de odio. Esta radicalización ha llevado a no entender el rol que el CICR tiene en los conflictos y se olvida que nosotros hacemos una labor humanitaria y no tomamos partido ni favorecemos a nadie”, explica Delgado.

Solo en su papel de mediadores para liberar a personas secuestradas, el CICR ha logrado que los grupos armados, ya sean guerrillas, paramilitares o bandas criminales, liberen al menos a 1.960 personas desde 1980 hasta la actualidad.

“El elemento central de nuestra misión es siempre poner a las personas en el centro de la acción y saber que sin ese acceso a las víctimas de la guerra, claramente guardando el principio de confidencialidad, no podríamos hacer nuestra labor (...) No solo respondemos en el ámbito de la salud, también en mitigar consecuencias del conflicto, en contaminación de los territorios por armas, en seguridad y en promover el DIH”, aclara.

El reto de lo humanitario

El coordinador de la CICR recuerda que para promover el DIH en la guerra colombiana ha tenido que superar varios obstáculos, como el de aplicar los principios que caracterizan a la organización en todo momento y cualquier circunstancia. Dice que han sido muchos los escenarios en que el CICR ha tenido que presenciar violaciones al derecho internacional humanitario, sentarse a hablar con grupos armados y aun así, actuar con neutralidad.

“Sentarse con estos actores implica que tenemos que tener mucha paciencia, entender con quién estamos hablando y poner en el centro a las personas”, precisa Delgado, quien añade que el objetivo siempre será fomentar el diálogo y la transparencia.

Durante sus 161 años de existencia el Comité ha hecho presencia en numerosos conflictos. A hoy, por ejemplo, tiene presencia en 100 países y solo en Latinoamérica ha auxiliado a los heridos en Argentina, Ecuador, Perú, Chile y Paraguay.

“Continuaremos aplicando nuestros principios para auxiliar a las víctimas. Mi mensaje siempre será que no nos quedemos en discusiones teóricas y tomemos medidas concretas para que se llegue a acuerdos y se respete lo que realmente importa: el Derecho Internacional Humanitario”, concluye Delgado.

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Tomás Tarazona Ramírez

Por Tomás Tarazona Ramírez

Periodista de investigación con énfasis en conflicto, memoria y paz.ttarazona@elespectador.com

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