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Por un instante, Dunnia y Orlando se miraron, asintieron y miraron al público del auditorio de la Universidad Javeriana, en Bogotá. Los dos funcionarios judiciales permanecieron estáticos en la mesa de la tarima, recibiendo elogios, comentarios y preguntas sobre las sentencias que bajo sus togas habían logrado hacer la justicia que necesita Colombia, la de desenmascarar los estereotipos.
Poco antes de ofrecer alguna respuesta al público, tanto Dunnia Zapata, jueza administrativa del circuito en Quibdó, y Orlando Gallo, magistrado de la Sala Laboral del Tribunal en Medellín, comprendieron el efecto que habían tenido sus decisiones como funcionarios judiciales: demostraban que la justicia podía adoptar un enfoque de género.
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En 2022, la Comisión de Género de la Rama Judicial, con apoyo del programa Justicia Inclusiva de USAID, premió a Zapata y Gallo por emitir fallos que reconocían las violencias basadas en género en los casos que llegaron a sus despachos. Zapata concluyó que una mujer embarazada, cuyo hijo recién nacido murió, fue víctima de violencia obstétrica por parte del hospital. Gallo, por su parte, defendió la decisión de un banco que despidió a tres de sus empleados por haber acosado sexualmente a una subordinada en la fiesta de despedida de la empresa.
“El enfoque de género no es solo en las sentencias, es también en la vida”, explica Gallo en diálogo con El Espectador.
Cuando el caso de los trabajadores del banco llegó a su despacho en Medellín, el magistrado vio cómo sus decisiones podían dividirse en dos caminos. El primero, emitir una sentencia que continuara con estereotipos y máscaras que justifican la violencia de género. Y la segunda, dotarse de la literatura, la experiencia empírica y una buena visión del caso, para distinguir que hay expedientes en los que se necesita un lente con enfoque de género. Así, aunque en primera instancia un juez aceptó la versión de quienes acosaron a la empleada del banco, en segunda instancia el magistrado concluyó que hubo “un evidente abuso” basado en el género, y por ello debían adoptarse medidas para proteger a la mujer.
“Los jueces deberían leer mucha más literatura”, asegura. Para el magistrado, las reflexiones que escritores y filósofos ofrecen en sus textos es un insumo que se puede tener en cuenta al escribir una sentencia judicial. Por ejemplo, se refiere al escándalo sexual que Bill Clinton, expresidente de EE. UU., tuvo con Monica Lewinsky, practicante de la Casa Blanca. “El intento de encubrir el escándalo fue peor que el escándalo mismo”, asegura, y recuerda que se encontró con una situación casi idéntica cuando el expediente de acoso llegó a su escritorio.
Pero adoptar un enfoque de género no es algo que a Gallo le cueste hacer. Esta actividad se ha vuelto una actividad cotidiana en sus 17 años dentro de la rama Judicial, pues reconoce que al menos en otras dos sentencias ha tomado una perspectiva así.
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Incluso, esta visión lo ha puesto a reflexionar sobre su propia vida y ahora reconoce cómo en su infancia su abuela reforzaba muchos de los estereotipos que él ahora intenta desenmascarar. Por ejemplo, el magistrado recuerda un episodio en el que su abuela, con “pensamientos patriarcales”, no lo dejaba lavar los platos sucios, pues no era algo “de machos”.
Un enfoque diferente
Dunnia Zapata considera que tener otra visión dentro del universo de las togas y las sentencias es clave. Sobre todo en situaciones como las que se presentan en Chocó, el quinto departamento con más casos de violencias basadas en género de Colombia, según registró la Defensoría del Pueblo en 2022.
La jueza, quien también fue víctima de una amenaza por parte de un abogado, asegura que la impotencia de sentirse acorralada es algo que la motiva para poder adoptar un enfoque de género cuando el caso que llega a su despacho lo requiere.
“No significa que por ser mujer o por tener una experiencia todos los fallos tengan esa perspectiva”, aclara Zapata. “Yo veo mi caso como una bendición porque me ha permitido fallar con perspectiva a partir de hacer una valoración real de las pruebas (...) Hoy sigo en esa lucha para que ninguna mujer sea violentada”.
Cada vez que se presenta la oportunidad, Zapata hace énfasis en que las cosas que son vistas como “normales” para la sociedad deben ser examinadas cuidadosamente en su despacho. La jueza aprovecha los foros y conversatorios a los que ha asistido invitada por la Judicatura y por el programa Justicia Inclusiva de USAID para explicar su sentencia de 2022, algo que no es muy común cuando los funcionarios judiciales emiten un fallo sobre los casos que se les asignan.
“Hay que dejar de normalizar las cosas”, explica Zapata, pues cuando estudió las pruebas de violencia obstétrica del caso que la llevó a ganar el galardón, encontró que desde los dolores de la mujer embarazada hasta las actuaciones del personal médico fueron descritos como un acto “normal” que justificaba la violencia.
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En su exposición en Bogotá, Zapata explicó que su sentencia no se remitió solo a una indemnización económica. “Eso no le va a devolver la vida de su hijo a esa familia”, cuenta. La jueza, con más de una década de experiencia en la rama Judicial, buscó una reparación integral y ordenó que el hospital aceptara su responsabilidad, publicara la sentencia en su portal web y que desde el personal de limpieza hasta los más altos cargos del hospital conocieran la decisión judicial.
Gallo y Zapata aseguran que las sentencias con las que ganaron el concurso no serán las únicas que emitirán sus despachos con una perspectiva de género. El reto que enfrentan desde sus cargos en la rama Judicial, al igual que otra decena de jueces, es la de socializar sus conocimientos con colegas y hacer frente a los altos volúmenes de procesos que llegan a los juzgados y tribunales y que con cada uno de ellos se pueda utilizar el lente que demande cada situación específica.
Al finalizar la exposición de sus sentencias, una mujer en la mitad del auditorio alzó la mano. Luego de presentarse y dar un corto preámbulo, la asistente que escuchó atentamente una nueva forma de hacer justicia en Colombia aseguró que tras haber escuchado a Gallo y a Zapata “se vuelve a confiar en que la vida de las personas pueda cambiar”, pues la decisión que cada uno tomó en su despacho “reconcilia a los ciudadanos con la justicia”.
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