“Colombia no protege a las víctimas de trata”: lideresa Claudia Quintero

La sobreviviente de explotación sexual y directora de la Fundación Empodérame critica la falta de efectividad de las políticas y medidas institucionales para combatir la trata de personas y la explotación sexual en el país.

08 de mayo de 2024 - 07:28 p. m.
Líder social, activista que trabaja por la defensa de los derechos de las mujeres, galardonada con el premio Mujer Cafam 2022, en la ceremonia del premio Mujer Cafam 2023.
Líder social, activista que trabaja por la defensa de los derechos de las mujeres, galardonada con el premio Mujer Cafam 2022, en la ceremonia del premio Mujer Cafam 2023.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Claudia Yurley Quintero, lideresa galardonada en 2022 como Mujer Cafam, por su trabajo en defensa de los derechos de las mujeres y las víctimas de la trata de personas y la explotación sexual en Colombia, habló con El Espectador sobre su labor en la Fundación Empodérame. En su discurso, argumenta que, a pesar de las leyes existentes, la implementación falla en proteger adecuadamente a las víctimas y en castigar a los responsables de cometer delitos como estos. Además, destaca la necesidad de un cambio en la percepción social de la prostitución y explica en qué consiste su postura abolicionista, cómo ve el papel del Ministerio de la Igualdad, y si es suficiente una medida para combatir la trata como el reciente decreto de la Alcaldía de Medellín relacionado con la demanda por sexo en la capital antioqueña.

En 2024, el Ministerio Público alertó que hubo 264 casos de trata de personas en el país, una de las más altas en quince años. ¿Cuál es el panorama que tienen desde Empodérame respecto a este delito en lo que va de 2024?

El fenómeno de la migración, más el tema de la pandemia, hicieron que se incrementaran las denuncias, en especial porque hay más trabajo de líderes sociales, o porque los medios visibilizan más. Pero, por ejemplo, lo que está pasando en Medellín no es nuevo. Desde 2016, yo estaba denunciando que había paquetes turísticos que incluían explotación sexual. Entonces, por un lado, es el incremento de la ola migratoria en 2020 y por eso la ONU saca la recomendación general 38 en 2020 que dice que alerta sobre la trata de personas de mujeres y niñas en contextos migratorios. Colombia no hace caso a esa recomendación. Por el otro lado, tenemos el coletazo de la pandemia que ingresa a un montón de mujeres a la industria pornográfica, todo lo que tiene que ver con webcam, por ejemplo. Esto también sigue repercutiendo en que, como hay una sobreoferta en el espectro virtual, muchas de las mujeres se ven obligadas a combinar las formas de explotación para poder subsistir.

¿Cómo garantizar el acceso a la justicia para mujeres que deciden salir de la explotación sexual y denunciar?

Es supremamente complicado el acceso a la justicia. Por ejemplo, los casos de trata siguen siendo tipificados solo por la inducción a la prostitución y esto deja a la víctima totalmente desprotegida. Cuando una víctima se atreve a escapar de la red de trata de explotación sexual, que la lleva a prostituirse, escapa de esa situación e intentan reconstruirse y aun así no reciben atención. Por eso es que yo, como activista, ya no denuncio, o sea, ¿para qué?, de verdad es una pérdida de tiempo. Los fiscales no saben qué es trata, el Ministerio de Interior no atiende, yo, ¿para qué pongo a una víctima que aguanta hambre a ir a audiencias? Me parece inhumano.

Nosotras no promovemos la denuncia, pero sí dejamos claro cómo, después de que hagan terapia, las víctimas puedan alzar su voz y denunciar. Además, porque veo la misma Colombia hace 12 años que arranqué con el activismo por las mujeres. Son los mismos funcionarios diciendo que si es menor de 18 años es explotación, pero si son mayores, son trabajadoras sexuales. Por eso, para mí, el panorama es bastante preocupante.

¿Cuáles son las barreras que enfrentan para denunciar la trata y la explotación de mujeres?

El primero es la naturalización del fenómeno y la deshumanización del sistema. No es posible que una víctima dure meses y meses sin atención y tengamos que meter tutelas para que garanticen sus derechos fundamentales. Entonces, si no vamos a lo básico, ni siquiera atendemos las víctimas de trata, ¿qué pueden esperar las personas que no se reconocen como víctimas?

Si alguna de las mujeres sobrevivientes que terminan el proceso de la Fundación quiere denunciar, ¿qué les recomienda en esos casos?

El delito de trata no lo denunciamos como tal en una URI ni en la Fiscalía, porque es un delito complejo. Lo que hacemos es que recogemos el testimonio de la víctima y llenamos el formato de casos que tiene el Ministerio del Interior. Luego, se lo remitimos a esta institución, quienes a través del Centro Operativo Anti Trata (COAT) deben delegar a las fiscales especializadas.

El problema es que cuando ellas van y denuncian solitas en una Fiscalía o algo así, es cuando pasa que la mandan a donde un fiscal local que no le pone el delito que es. Entonces, al nosotras tratar de que no se revictimice a la mujer, mejor documentamos bien el caso para que cuando le llegue al fiscal, le digamos que puede leer y no tenga que volverle a preguntar a la víctima absolutamente todo lo que ha sucedido con ella.

Mujeres que han ejercido la prostitución, e incluso estudios, dicen que el camino del prohibicionismo y el abolicionismo no son convenientes, puesto que va a seguir existiendo la venta de sexo, ¿Por qué abolir y no más bien regular una práctica?

Los derechos humanos llegan en todos los fenómenos, pero cuando tocan el de la prostitución es cuando todo eso se olvida. Nosotras creemos que es supremamente importante no desligar el fenómeno de trata de personas con el fenómeno de la prostitución. La prostitución es un mercado y la trata es un mecanismo para llenar ese mercado. Entonces, nosotros ya tenemos regulada la prostitución en Colombia, en el sentido de que no es ilegal. No entiendo qué otras leyes más podríamos hacer, lo que tenemos que hacer es perseguir a las personas que están explotando.

Siempre pienso que es un cambio cultural. Tiene que hacerse que la prostitución se vuelva algo impensable para los seres humanos, que se entienda el tipo de violencia que las personas sufren ahí, que hay daño. Es decir, si algo causa tanto daño a una persona, ¿por qué lo tengo que promover? Y al generar ese cuestionamiento en las personas frente a ese consumo, pues se va haciendo como el cambio.

Entonces, ¿quiénes son las más perjudicadas aquí?

Las víctimas de trata, quienes son la inmensa mayoría de personas explotadas, porque cuando quieren denunciar no son consideradas víctimas, sino que son consideradas trabajadoras. Colombia ha ratificado compromisos internacionales, pero no los cumple. No ha legislado para hacer de la prostitución algo indeseable en la sociedad. Se ha legislado para los proxenetas y se protegen estas personas, y eso es lo que falla.

El daño emocional que produce la prostitución en las personas, es similar al de un veterano de guerra. Se necesitan de 8 a 18 años para recuperarse de la prostitución. Las mujeres quedan muy traumatizadas. De los casos más terribles que podemos decir sobre la explotación sexual, el webcam deja unos de los daños más enormes. Entonces no es como que alguien le haga una hoja de vida para que la mujer consiga trabajo, porque lleva años con una vida nocturna y no tiene experiencia para nada, y no se puede relacionar con los hombres de otra manera que no sea a través de la sexualidad.

¿En qué consiste el modelo abolicionista de la prostitución a diferencia del prohibicionista o el regulacionista?

Hay tres modelos para abordarlo. Uno es el prohibicionista, que es el de Estados Unidos, que criminaliza a las personas en prostitución. Otro es el que regula la prostitución como trabajo, tal como ocurre en Alemania y Holanda, que lo que han hecho es que se eleve el número de trata de personas. Allí, una persona como tú pierde el empleo, va a la oficina de empleo de la nación de la Nación y te ofrecen un puesto como prostituta, como si fuera un trabajo normal. Y está el modelo abolicionista, que es más ético, el que dice que vamos a proteger a las personas que están en prostitución, que no son culpables de esa situación y con el que buscamos que socialmente sea indeseable e impensable la prostitución, tal y como hacemos impensable el homicidio, la venta de órganos o la de niños. De esta manera, el modelo abolicionista no persigue a las mujeres, sino al responsable esta situación que es quien compra los cuerpos.

Hace poco el Ministerio de la Igualdad abrió una dirección para actividades sexuales pagas, el cual está liderado por Charlotte Schneide, una mujer trans. Entiendo que desde el abolicionismo un objetivo es eliminar la explotación sexual, ¿considera posible que este nuevo espacio del Minigualdad garantice los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución para salirse de esos espacios de manera segura?

Eso que llaman actividad sexuales pagas, es un término que no existe en la legislación nacional, tampoco existe en los convenios internacionales, ni en el Protocolo de Palermo, ni en el Código Penal, ni ningún lado. Entonces esto, dentro de un periodo legislativo serio, tendría que caer, porque eso no es legal. Pero si no es un tema legal, ¿qué esperanzas hay? Alguien que considera que la prostitución es un proyecto de vida digno y deseable, porque lo ha hecho público, ¿creen que puede ayudar a una persona que dice: “quiero salir de la prostitución”? Entonces lo único que se va a hacer aquí, es seguir convenciendo a las mujeres, desde las instituciones, de que la explotación es un destino. Yo no veo ninguna otra cosa ahora para la salida de la prostitución.

Es un proceso que requiere mucha empatía, mucho amor por las mujeres más allá de una posición política. Más allá de que si soy abolicionista o no. Por eso, pienso que si tienen una intención de crear un plan de salida para las mujeres en prostitución, este plan tiene que ser muy integral y muy basado en los derechos humanos.

A propósito de las recientes medidas tomadas por Federico Gutiérrez en Medellín, con las cuales prohíbe la demanda por sexo en el barrio el Poblado y decreta un cierre de bares y discotecas en horarios más tempranos, ¿cuál considera que es la medida más efectiva para combatir la explotación sexual?

Creo que se debe tener el tema de trata como una agenda de política criminal. No solamente hay que combatir la trata, sino que, por ejemplo, los ejercicios de inteligencia del estado colombiano no tienen que estar solo para el tema de narcotráfico, hay que hacer la inteligencia a las redes de trata y desmantelarlas. Va más allá de inventar medida, es hacer lo que toca hacer, y lo que toca hacer es combatir la trata con los organismos de inteligencia, policía infiltrados y también tener un robusto sistema de atención a víctimas de trata.

¿Qué pasa cuando, de alguna manera, se criminaliza a estas mujeres?

Es por eso mismo, porque no hemos sensibilizado. Nunca hemos visto a las personas en prostitución como sujetos de derechos, entonces las vemos como un trabajo y que están prestando un servicio y entonces te ganaste esa violencia. Que son hechos que suceden como si fueras un criminal, porque los contextos y los sistemas de prostitución tienen violencia, tienen drogas, o sea, necesariamente las mujeres en prostitución necesitan estar drogadas, porque son mafias paralelas. Necesariamente, hay proxenetas, ellos mismos dicen “la coca la vendo una vez, las mujeres las vendo miles de veces”. Entonces se criminaliza a la mujer porque es el eslabón más bajo de la cadena, porque es a quien nunca le han querido reconocer sus derechos humanos. A las mujeres se les ve como un sujeto que está ahí porque se lo buscó o le gusta.

A partir de lo que dice, ¿qué tanto daño nos ha hecho en la sociedad ver a la venta de sexo como una decisión completamente autónoma y llena de empoderamiento?

Creo que psicológicamente eso ha hecho un daño colectivo, tanto que se ve en el abordaje que se dan los funcionarios públicos. Actualmente, el sistema le pone a hacer muchos trámites a una víctima para poder brindarle atención. La gente no comprende que el delito de trata es terrible, no hacen absolutamente nada, no les importa nada la vida de las víctimas. Entonces es bastante complejo y es porque es un grupo humano sometido a explotación porque supuestamente le gusta, porque quieren plata. No se piensa en el daño emocional ni en el proyecto de vida, no se piensa en lo que pasa en la comunidad de estas víctimas. A las víctimas de trata no se les ve, se invisibilizan.

¿Actualmente enfrenta amenazas por su trabajo?

Siempre he tenido amenazas, pero ahora enfrentó un fenómeno que es distinto. Me criminalizan diciendo que estoy siendo financiada por la ultraderecha de España y esto hace que yo no pueda viajar al Cauca, que es mi propia casa, porque las disidencias de las FARC me pueden atacar. Yo puse una tutela para que rectifique esta información, porque el discurso de odio de quienes dicen esto hace que yo tenga que lidiar con las amenazas del resto.

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Por Valentina Arango Correa

Periodista de la Universidad de Antioquia y realizadora audiovisual.@negruracorreavarango@elespectador.com

Por Dayana Herrera Valbuena

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Central. Me interesan los temas relacionados con derechos humanos, conflicto armado, paz y memoria.DayanaMHVdherrera@elespectador.com

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