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Si alguna vez se ha detenido a observar una mimosa, habrá notado su comportamiento casi mágico: al menor contacto, sus hojas se pliegan con delicadeza, como si la planta respondiera con timidez al roce, además, durante la noche, también se cierra en silencio.
Este fenómeno, que le ha valido el nombre común de “dormilona”, no solo despierta la curiosidad de quienes la ven por primera vez, sino que también revela un complejo mecanismo biológico, volviéndola enigmática. Pero ¿por qué, en realidad, se mueve o se cierra al tocarla?
Primer movimiento: al tocarla
Aunque los científicos no están completamente seguros de por qué la Mimosa pudica desarrolló el mecanismo de plegar sus hojas, la Universidad EAFIT señala que todo parece indicar que lo hizo para protegerse de sus depredadores. Su movimiento rápido podría asustar a algunos insectos, y al cerrar sus hojas, su apariencia marchita resulta menos atractiva para los herbívoros.
Este fenómeno, conocido como sismonastia, ocurre cuando la planta es rozada o estimulada, provocando que pliegue sus hojas de manera casi instantánea. Así, logra parecer marchita para evitar ser consumida y, al mismo tiempo, reducir la evaporación del agua, lo que contribuye a su supervivencia.
¿Pero qué tiene que ver el agua aquí? Mecánicamente, una célula vegetal se asemeja a un globo lleno de agua dentro de una caja de cartón: mientras conserva el agua, se mantiene firme; al perderla, se ablanda y se marchita. Este principio explica cómo la presión del agua dentro de las células puede generar los rápidos cambios de forma observados en las hojas de la Mimosa pudica.
Según la página de plantas de la Universidad de Oxford, en la base de cada hoja y folíolo de esta especie se encuentra un órgano especializado llamado pulvino. Cuando las células del pulvino están llenas de agua, las hojas se despliegan; al perderla, se pliegan. Este proceso está mediado por una señal eléctrica regulada por iones de calcio, que ordena a las células bombear iones de potasio hacia dentro o hacia fuera.
Al tocar una hoja, las células de la parte inferior del pulvino expulsan potasio, invirtiendo el gradiente osmótico: el agua se desplaza hacia el tejido circundante, las células se contraen y la hoja se pliega.
Segundo movimiento: cerrar sus hojas por la noche
El segundo movimiento de la Mimosa pudica consiste en cerrar sus hojas por la noche, un fenómeno que también se observa en otras plantas y se conoce como nictinastia. Este proceso se caracteriza por el movimiento de hojas o flores en respuesta al ciclo del día y la noche, como si las plantas “durmieran”.
Según la Universidad EAFIT, durante las horas nocturnas, las hojas se pliegan y las flores se cierran para protegerse, conservar energía y reducir la pérdida de agua por transpiración. Al amanecer, con la llegada de la luz, las hojas se despliegan nuevamente para retomar la fotosíntesis, en un ciclo que recuerda al descanso de los animales o al acto humano de acurrucarse bajo las cobijas.
¿Pero como reconocen la luz? Es gracias a sus fotorreceptores, células sensibles a la luz similares a las que poseen los ojos humanos. Estos receptores les permiten percibir distintos tonos y longitudes de onda, incluso algunos invisibles para nosotros, y así determinar si se encuentran a la sombra, bajo el sol o cuándo es el momento adecuado para florecer.
Cuatro consejos por si tiene una mimosa:
- Recuerde que este movimiento implica un esfuerzo y estrés significativos para la planta, por lo que no se recomienda provocarlo de manera innecesaria, solo por curiosidad u observación.
- Es nativa de selvas tropicales de América, por ello es mejor colocarla en un lugar con buena luz indirecta; el sol directo puede quemar sus hojas.
- Evite las corrientes de aire frío o los cambios bruscos de temperatura.
- Pode las ramas secas o débiles para favorecer un crecimiento saludable.
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