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En el imaginario colectivo, una vaca es vista como un símbolo de abundancia, un animal sereno que pasta tranquilamente en el campo, produciendo leche o sirviendo como fuente de carne. Sin embargo, pocas personas se detienen a pensar cuántos años puede vivir realmente una vaca y cuándo se le considera “vieja”. La respuesta no solo depende de su especie, sino también de su entorno, el propósito para el cual fue criada y los cuidados que reciba.
En condiciones naturales, una vaca puede vivir entre 18 y 22 años. Sin embargo, en los sistemas de producción ganadera convencionales, muy pocas alcanzan esa edad. Muchas vacas son sacrificadas mucho antes, en promedio entre los 5 y 7 años de vida, cuando su productividad empieza a disminuir, especialmente en la industria lechera.
Las vacas lecheras suelen mostrar signos de envejecimiento precoz debido al alto nivel de exigencia física al que son sometidas. Una vaca promedio en producción intensiva puede parir un ternero al año y producir decenas de litros de leche al día. Esta exigencia constante termina por agotar su organismo. Así, aunque biológicamente son jóvenes, su cuerpo empieza a comportarse como el de un animal mucho mayor.
Según veterinarios y expertos en bienestar animal, una vaca empieza a ser considerada “vieja” cuando su movilidad se ve comprometida, su producción de leche disminuye de forma sostenida o comienza a presentar problemas de salud recurrentes, como mastitis, cojeras o desgaste dental. Estas señales pueden aparecer desde los seis años en adelante, aunque en vacas criadas con menor presión productiva, pueden tardar más en manifestarse.
En contraste, las vacas criadas en sistemas extensivos o en santuarios pueden envejecer de manera más lenta. Allí, lejos del estrés de la producción, su cuerpo tiene mayor tiempo para recuperarse y mantener un equilibrio. Es en estos lugares donde se pueden ver vacas viviendo tranquilamente hasta los 18 o incluso 20 años, pastando sin mayor preocupación.
Pero, ¿por qué es importante hablar de la edad de una vaca? Porque en Colombia, como en muchos otros países, aún existe poca conciencia sobre la longevidad natural de estos animales. En muchos sectores rurales y productivos, una vaca de ocho años ya es vista como “vieja”, cuando en realidad podría tener una década más por delante si las condiciones lo permitieran.
Además, la percepción de vejez también tiene un impacto directo sobre las decisiones que se toman en torno al bienestar del animal. Cuando se cree que una vaca ya ha cumplido su “ciclo útil”, se tiende a dejar de invertir en su salud, su alimentación o su entorno. Se le descarta o se le envía al matadero, sin considerar alternativas como la jubilación en fincas de retiro o santuarios.
En años recientes, organizaciones animalistas han comenzado a visibilizar este tema. Santuarios como Juliana’s Animal Sanctuary, en Cundinamarca, albergan vacas rescatadas de la industria que han vivido más de 15 años en condiciones de respeto. Sus historias demuestran que, con el cuidado adecuado, estos animales no solo pueden vivir más tiempo, sino hacerlo con calidad de vida.
También se han registrado casos internacionales de vacas que han llegado a vivir más de 25 años. Uno de los más conocidos es el de “Big Bertha”, una vaca irlandesa que alcanzó los 48 años, un récord registrado en el Libro Guinness. Aunque es una excepción, este caso demuestra que la esperanza de vida de una vaca puede ser mucho mayor de lo que normalmente se cree.
En última instancia, hablar de la edad en que una vaca se vuelve vieja no solo implica una cifra, sino una reflexión sobre cómo se les trata, cuánto se les exige y qué valor se les da más allá de su capacidad productiva.
Así que la próxima vez que alguien pregunte “¿a qué edad una vaca es vieja?”, quizás la mejor respuesta sea: depende de cómo se le cuide y del lugar que se le dé en el mundo.
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