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El escritor y conferencista mexicano Daniel Habif compartió en sus redes sociales una profunda y conmovedora despedida a su gata Rorri, quien falleció recientemente.
En un texto publicado en su cuenta de Facebook, Habif rindió homenaje a la que describió como “una constelación diminuta” y “un fragmento de universo cayendo suave sobre mi pecho”.
“Pocas despedidas pueden ser tan crudas como la de un gato que has amado”, comienza su reflexión. Con una prosa íntima y poética, Habif describe el duelo silencioso que deja la pérdida de un animal de compañía, especialmente un gato: “Los gatos no hacen ruido al irse, no imploran ni pactan. Simplemente, un día se acuestan un poco más lento, te miran un poco más hondo y ya no regresan del sueño”.
Rorri, una gata carey, a las que la tradición popular atribuye cualidades mágicas y espirituales, fue, para el autor, una presencia poderosa y amorosa. “Dicen que las carey son guardianas. Que donde pisan, se mueve la suerte. Que donde duermen, se limpia el aire”, escribió.
La publicación, que rápidamente conmovió a sus seguidores, recorre no solo el dolor de la pérdida, sino también la gratitud por el amor compartido. “Perder a un gato es una injusticia muy íntima. No hay homenajes. No hay flores. Solo ese silencio e impulso de bajar la voz al entrar, como si aún estuviera dormida en algún lugar de mi casa”, relata.
Habif también compartió un sueño que tuvo la noche de su partida, donde, según su visión, Dios le ofrecía consuelo: “Rorri no ha muerto. Solo ha vuelto al cielo del que fue arrancada para enseñarte a recibir el amor sin condiciones y a soltarlo también, sin romperte por completo”.
Para el autor de Inquebrantables, la despedida de Rorri trasciende la muerte de una mascota: representa la pérdida de una presencia espiritual, sensible y profundamente significativa. “Parece mentira que quepa tanto vacío en un espacio tan chico como el que ocupaba su cuerpo”, confiesa.
La muerte de una mascota deja un vacío profundo, muchas veces incomprendido por quienes no han experimentado ese tipo de vínculo. No se trata solo de perder a un animal, sino a un compañero, testigo de rutinas, alegrías y momentos de intimidad.
Como en el caso de Daniel Habif, para muchos, despedir a un ser querido de cuatro patas es también recordar que el duelo por ellos es real y legítimo.
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