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Los gatos son conocidos por ser animales muy limpios y aseados. Desde pequeños desarrollan una rutina meticulosa de acicalamiento que les permite mantener su pelaje sin necesidad de baños frecuentes. Pero ¿qué pasa cuando su dueño decide bañarlos? ¿Es necesario? ¿Y cómo lo viven ellos?
Según la Dra. Alison Diesel, profesora clínica asociada en la Facultad de Medicina Veterinaria y Ciencias Biomédicas de Texas A&M, en la mayoría de los casos no hace falta bañarlos. “Su meticuloso aseo hace que esta tarea sea innecesaria”, asegura. Sin embargo, hay situaciones específicas en las que el baño puede considerarse.
Algunos gatos pueden dejar de acicalarse adecuadamente si tienen obesidad, dolor en las articulaciones u otra condición médica. Otros, en cambio, pueden necesitar baños medicados debido a afecciones cutáneas. También hay casos de gatos curiosos que terminan sucios con productos o sustancias potencialmente tóxicas al lamerse.
En estas situaciones, un baño puede ser necesario para ayudarles a lograr una limpieza profunda y eliminar residuos que no pueden quitarse por sí solos. Pero incluso en estos casos, la recomendación es actuar con precaución y bajo orientación veterinaria.
La decisión de bañar o no a un gato debe considerar su salud, su tolerancia al agua y la posibilidad de utilizar métodos alternativos, como cepillados o productos sin enjuague.
¿Qué sienten los gatos al entrar en contacto con el agua?
Para la mayoría de los gatos, el baño no es una experiencia agradable. El agua cambia la textura del pelaje, lo hace más pesado, frío y tarda en secarse, lo que puede generar incomodidad. Además, muchos gatos sienten inseguridad al estar mojados y sin control, lo que puede provocar miedo, estrés e incluso agresividad.
“Bañar a los gatos puede causar traumas conductuales, lo que puede afectar el vínculo entre humanos y animales si el gato no está acostumbrado a ello”, señala la Dra. Diesel. Por eso, en gatos adultos no habituados, el baño debe ser el último recurso.
Sin embargo, si el gato está acostumbrado al agua, como en el caso de algunos de raza esfinge que requieren baños más constantes o gatos criados con exposición positiva al baño, este hábito puede ser tolerado e incluso convertirse en una parte natural de su rutina.
Recomendaciones para bañar a un gato:
- Consultar con el veterinario antes de bañar al gato, especialmente si es por una condición médica.
- Utilizar productos específicos para gatos, nunca champú de humanos o perros.
- Preparar el espacio con antelación: agua tibia, una superficie antideslizante, y un ambiente silencioso.
- Evitar mojarle la cabeza y los oídos.
- Secarlo con una toalla suave.
- Reforzar con premios o caricias para que la experiencia sea lo menos traumática posible.
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