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Lápidas, cenizas o plantas: tres métodos para dar el adiós definitivo a su mascota

Despedirse de un ser amado es importante para dar inicio al duelo, una etapa que en la que se siente intenso dolor, pero que permite transformar la pérdida en bonitos recuerdos.

Jimena Delgado Díaz
19 de enero de 2024 - 11:00 p. m.
Hacer un ritual de despedida, bajo las condiciones de cada quien, puede ser una forma de agradecer por lo que aportó el peludito a una vida humana.
Hacer un ritual de despedida, bajo las condiciones de cada quien, puede ser una forma de agradecer por lo que aportó el peludito a una vida humana.
Foto: Freepik

Lápidas sobresalen en un campo verde, llevan los nombres de Tequila, Violeta, Tonny y 600 más. Al fondo, en un muro azul, están pintados –entre nubes– un husky, un labrador, junto con más perros, gatos y conejos, que reposan cerca de una escalera que conduce al cielo. En frente de la pared, se pone un ataúd sobre una mesa para que las personas den un último adiós a su amigo fiel. Así es el lugar que Tierra de Mascotas, un parque memorial ubicado en Jamundí, Valle del Cauca, ofrece a quienes pierden a sus animales de compañía.

De acuerdo con Freddy Beltrán, psicólogo especialista en duelos, estos espacios son vitales para aquellos que quedan atrás, ya que lo que ocurre con exactitud es que la persona “elabora la pérdida de una forma consciente desde la psiquis. Algo que causa mayor dificultad cuando no se puede realizar una ceremonia, no se sabe de la muerte o cómo ocurrió. E, incluso, le da la oportunidad de resignificar la vida, para agradecer por las cosas lindas que se tuvieron junto a la mascota y rescatar las experiencias bonitas”.

De ahí que existan tantos tipos de velorios como personas en el mundo y, en consecuencia, que se hayan creado diferentes formas de despedir a los animales de compañía, entre estas, la cremación, la sepultura y el compostaje.

¿Qué hacer para despedir a una mascota?

En la actualidad, se pueden escoger entre tres modalidades para despedir a los peludos. La sepultura puede ser la alternativa más tradicional, sin embargo, es la menos elegida por las personas que requieren de servicios fúnebres, comenta Yuly Enríquez, fundadora de Tierra de Mascotas.

Al realizar la sepultura se debe ejecutar el mismo proceso que si se tratara con un cuerpo humano. Lo que comparte Gregory Mejía, docente de la facultad de veterinaria y zootecnia de la Universidad CES, es que se debe preparar un cuerpo para su descomposición a través de un tratamiento biológico aerobio, es decir, que en presencia de oxígeno, unos microorganismos empiezan a consumir la materia y de esta forma dar inicio a la biodegradación.

Por ello, en Tierra de Mascotas “el animalito dura sepultado dos años bajo una lápida. Al pasar el tiempo se decide si retirar los restos y que la familia se los lleve; si se crema, se devuelven sus cenizas en un cofre de madera; o si se renueva por un año más la sepultura”, comenta Enríquez.

El proceso biológico anteriormente explicado es el mismo que se realiza si el tutor decide acudir al segundo método, en que el organismo de su mascota se transforma en una planta. Esta técnica, llamada compostaje de mortalidad, ha tomado relevancia en los últimos años y consiste en transformar al animal en fertilizante, tras haberlo sometido a bacterias, que agilizan su descomposición para que tarde cerca de tres a cinco meses, dependiendo del tamaño del animal. Lo que es llamativo, porque luego del tiempo necesario, la familia recibe una planta con el abono de su peludo.

Lea: Esto debe hacer para afrontar la muerte de una mascota

Entre las iniciativas que han surgido para que la despedida de una mascota se convierta en la bienvenida de una planta está Pleia. Esta empresa, pionera en Antioquia y Cundinamarca en compostar restos animales, se creó luego de que su fundador, Daniel Correa, notara que luego de la muerte se contaminaba el planeta por los gases de efecto invernadero que produce la cremación, tanto en humanos como en mascotas.

Además, porque al convertir el cuerpo de un difunto en abono se resignifica la muerte, pues a través de la biotecnología se cambia la experiencia triste en un acontecimiento que conmemora la vida, por medio de plantas que se están nutriendo de los restos animales.

Por otro lado, quien desee darle el descanso eterno a su peludo también puede pensar en la cremación (que corresponde al tercer método que existe para despedir a un peludo). Sin embargo, esta puede ser colectiva o individual, lo que significa que según el deseo del cuidador, el cuerpo del animal de compañía será incinerado, junto con otras criaturas o solo. Esto, implica diferencia de costos, pues hacerlo con varios animales puede ser más asequible.

Aquí, el tratamiento del organismo y su exposición a químicos o microorganismos es mínima, porque lo más común es que se haga la cremación lo más pronto posible, según Mejía. También es usual que las funerarias entreguen las cenizas en cofres, con algún recuerdo u objeto que se relacione con el amigo fiel que está siendo despedido.

Este último servicio es ofrecido por algunas compañías que se centran en ofrecer servicios para despedir al peludo, no obstante, grandes cementerios, de las ciudades principales de Colombia, se han ido adaptando a las necesidades de las familias que tienen su mascota y también ofrecen cremación para las criaturas. Entre ellos: Campos de paz (Medellín), Funeraria y camposanto metropolitano (Cali) y Jardines de la eternidad (Barranquilla).

¿Cómo superar el duelo por la muerte de una mascota?

Carolina Vargas, en medio del dolor de haber perdido a su perrito que la acompañó por 14 años, luego de ser diagnosticado con cáncer linfático, tuvo que pensar en cómo darle el último adiós. “Un domingo, a la media hora de que dormimos a Jacob llegaron los encargados del funeral. Un señor, sumamente empático, trajo una caja de plástico para meterlo. El martes lo cremamos, pero antes tuvimos una ceremonia y lo vimos por última vez en un ataúd”, cuenta Vargas, que en un momento tan doloroso decidió cremar a su amigo fiel, porque quería conservar sus cenizas en un lugar especial, muy cerca a ella.

De acuerdo con el psicólogo Beltrán, el sentimiento de pérdida se tiene que experimentar por partes, según la conexión que se tenía con quien ya no está, las emociones que provocaba, la cantidad de tiempo que estuvo con sus seres amados, entre otros factores.

Por ejemplo, para Vargas, despedirse de Jacob adecuadamente fue muy importante en su proceso, debido a que fue un miembro más de su familia. Además, porque aprovechó para decirle sus últimas palabras. “Le agradecí por acompañarme todos estos años, que son casi la mitad de mi vida, por el amor tan intenso que nos teníamos. También le pedí que me esperara en el lugar en que está”, agrega.

Ella, cuando escuchó que su perrito tenía una enfermedad terminal, intentó preparase para el impacto de su partida. Algo que el especialista Beltrán determina como duelo anticipado, pero que no evita que se sienta dolor intenso, ya que la pérdida puede ser –de todas formas– abrumadora.

Lea: Perro se despide de su difunto dueño: se acerca al ataúd y lo olfatea

“Jacob falleció de cáncer linfático, lo diagnosticaron en julio y falleció al mes. Pensamos que era una gripa, porque tenía las amígdalas inflamadas. Estuvo muy bien hasta su última semana, en la que empezó a presentar cansancio. Los últimos dos días no era capaz de ir al baño solo. Cuando lo vimos muy afectado, mi familia y yo decidimos dormirlo”, agrega la tutora del cocker spaniel.

Luego de que una persona se ve afectada por un choque emocional de esta magnitud, que es equiparable con la pérdida de un familiar, según Beltrán, las etapas que se suelen transitar pueden estar cargadas de sentimiento de culpa, en que la persona se empieza a cuestionar por no evitar la llegada de la muerte. Asimismo, es natural que se sienta tristeza profunda, soledad, miedo, entre otras sensaciones durante cierto tiempo, pero que pueden ser alarmantes si aparecen luego del año de la pérdida, explica el experto.

En definitiva, no hay formas de prepararse para el día en que las patas de un peludo no se escuchen corriendo por la casa, no se vuelvan a sentir lengüetazos en la piel luego de un saludo eufórico y menos, que aquel compañero incondicional se vaya. Por eso, al afrontar la muerte, lo mejor es transitar cada etapa conmemorando lo lindo que fue tener a un peludo en la vida de quien se hizo cargo de él.

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Jimena Delgado Díaz

Por Jimena Delgado Díaz

Comunicadora social de Eafit. Apasionada por temas de medio ambiente, cultura y género. @jimenadelgadodmdelgado@elespectador.com

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