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El mediodía del jueves 17 de julio, el Ejército Nacional rindió homenaje póstumo a Sansón, un perro antiexplosivos que sacrificó su vida en cumplimiento del deber. El pastor belga malinois, de cinco años, detectó un artefacto explosivo en Yondó, Antioquia, y gracias a su acción oportuna, 36 soldados sobrevivieron al atentado.
Tras la explosión, Sansón perdió una de sus patas y fue trasladado a una clínica veterinaria especializada, donde luchó durante una semana. Sin embargo, sus heridas resultaron irreversibles. Su historia, marcada por la lealtad y el coraje, ha conmovido a todo el país, convirtiéndolo en un símbolo de heroísmo silencioso.
El acto de despedida se llevó a cabo en la Sección de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino de la Escuela de Ingenieros Militares, en Bogotá. En medio de flores, fotografías y una ceremonia cargada de simbolismo, soldados y binomios caninos despidieron al compañero caído.
“Sansón no fue solo un perro entrenado para detectar explosivos, fue un soldado, un símbolo del sacrificio silencioso que cada día realizan los guías caninos y sus fieles compañeros en la lucha por la seguridad de Colombia. Su olfato fue escudo y su valentía, ejemplo”, expresó el Ejército en un comunicado.
Además del homenaje en la capital, en Barrancabermeja, Santander, se le rindieron honores militares en el monumento a los Héroes del Batallón Nueva Granada, en nombre de Sansón y de todos los caninos que arriesgan su vida en misiones de alto riesgo.
Desde la Escuela de Ingenieros Militares, el Ejército concluyó: “Honor y gloria por siempre. Sansón dejó una huella imborrable en los corazones de quienes tuvieron el honor de compartir misión a su lado”.
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