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En medio del dolor por la pérdida de su hija, Glenda Spindler ha encontrado consuelo en una entrañable e inusual amistad entre su perro Pomerania, Flash, y una paloma a la que llamó Screech.
La historia comenzó en el otoño de 2024 en Gold Medal Park, cuando Flash mostró un inusual interés por algo en el suelo. Al acercarse, Spindler descubrió una cría de paloma aparentemente abandonada. La recogió y la llevó consigo en su silla de ruedas. Desde ese momento, el vínculo entre la pequeña ave y el perro fue instantáneo.
Screech creció cerca de la casa de Spindler, a pocas cuadras del río Misisipi. A pesar de no haber querido nunca un ave como mascota “son muy desordenadas”, confesó, la calidez y la compañía de la paloma comenzaron a ganarse su afecto. Con el tiempo, Screech se convirtió en una visitante habitual, y Spindler empezó a alimentarla mientras disfrutaba de la compañía del ave y su evidente cariño por Flash.
En febrero, la hija de Spindler falleció. Aunque el dolor sigue presente, la mujer valora profundamente la conexión entre los dos animales, que su hija había aprendido a querer. “Creo que llegó en el momento justo, porque pude ver lo profundamente que se enamoró de la paloma”, comentó.
Vecinos como Joe Wellin también se han percatado del singular lazo. “Normalmente, los perros espantan a las palomas o las ignoran, pero estos parecen ser amigos”, observó.
Un video que circula muestra a Flash moviendo la cola alegremente mientras corretea alrededor de Screech, quien camina torpemente sobre los pies de Spindler. La imagen de ambos juntos transmite un mensaje simple, pero poderoso: el amor y la amistad pueden aparecer donde menos se espera, incluso en medio del duelo.
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