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Gelatina, un ángel con discapacidad que me salvó porque la salvé y ahora busca una familia

#CartaParaMiMascota | Para: Gelatina | A Gelatina le estamos buscando una familia que, de manera definitiva, le proporcione cariño, respeto y calidez, pues, como es la tendencia de las parejas jóvenes modernas, migraremos, pero, antes de irnos, queremos que ella quede en excelentes manos.

María Dilia Rosa Reyes Torres*
18 de abril de 2024 - 11:00 p. m.
Gelatina es una perrita criolla, de aproximadamente un año, que rescataron en el barrio Olaya Herrera, en Cartagena.
Gelatina es una perrita criolla, de aproximadamente un año, que rescataron en el barrio Olaya Herrera, en Cartagena.
Foto: Cortesía

Carta escrita por María Dilia Rosa Reyes Torres*

El viernes 23 de febrero, entre las 05:50 p. m. y 06:00 p. m., me caí de mi moto. Otra se me atravesó y para evitar colisionar, frené en seco, entonces perdí el equilibrio y más de 100 kilos, lo que pesa una motocicleta automática, me cayeron en el peroné. Se fracturó. En ese momento, en el que, además de llorar, sentía que se me quemaban las nalgas por el calor acumulado en el pavimento, vi en mi mente el rostro de Gelatina y sentí que ella me había salvado: todo se puso peor, era hora pico y yo estaba tirada en la carretera más peligrosa de Cartagena, en la que pasan mulas y otros vehículos pesados.

Gelatina es una perrita criolla, de aproximadamente un año, que rescatamos en el barrio Olaya Herrera, en una de las zonas más vulnerables del Corralito de Piedra, en Cartagena. Entre las 11:50 a. m. y las 12:00 del mediodía, de noviembre del año pasado, la vimos, en medio del sol inclemente, caminando con muchísima lentitud y con la lengua afuera. Ese momento aún lo recuerdo y se me eriza la piel. Me acerqué para darle agua y noté que tenía un hueco en una de sus patas derechas y estaba llena de gusanos, larvas muy grandes. Sentí dolor. Fui empática.

Pregunté a la gente de alrededor si conocían a la perrita y varias personas dijeron que sí, que un carro, hacía menos de una semana, le había pasado por encima y que, a regañadientes, el conductor le compró una crema para el dolor, pero, como la perrita no tenía dueño, nadie veló completamente por su recuperación (y quien más estaba pendiente de ella, dejó de estarlo por causa de una incapacidad médica). A una persona le pedí una sábana o un trapo que pudiera usar para transportarla hasta un veterinario y, cuando me la dieron, la arropé, tomé un taxi con una amiga y la llevamos a una clínica.

Allá, a la pobre perrita, cundida de garrapatas y con fiebre de 40 °C, con el pecho lleno de costras y con una escápula luxada y una pata con miasis, le brindaron primeros auxilios y le mandaron medicación.

Ustedes, si han participado en el rescate de una mascota, sabrán cómo es el proceso de recuperación y cómo este también incide en la salud mental de quien rescata porque el tema de los recursos frustra (por eso agradecemos a todas las personas que se sumaron y aportaron dinero para esta causa), y más aún, en contextos con el cartagenero, en el que los animales son tratados peores que una cosa y se vulnera, de múltiples maneras bastante violentas e indiferentes, su dignidad. Cabe resaltar que la respuesta y el accionar institucional son pocos o nulos.

El caso es que han pasado cinco meses desde que le brindamos hogar de paso a Gelatina, que ya está recuperada del todo: el hueco cicatrizó y cerró, está esterilizada, vacunada y desparasitada (interna y externamente). Cuando camina, su escápula derecha se mueve más de lo normal porque ahí tiene una luxación, pero esto no la limita en nada: ella juega, salta, vive sin restricciones y, lo más importante, sin dolor.

Es más… esperamos que, como ocurre en las historias estadounidenses, una familia la adopte porque su amor y su discapacidad llegarán a transformar las rutinas para llenarlas de afecto incondicional. Ahora le estamos buscando una familia que, de manera definitiva, le proporcione cariño, respeto y calidez, pues, como es la tendencia de las parejas jóvenes modernas, migraremos, pero, antes de irnos, queremos que ella quede en excelentes manos.

Mientras tanto Gelatina y yo seguiremos caminando lento, ella va a mi ritmo y yo al de ella, ambas con un poco de cojera (continúo mejorándome), pero con la gratitud mutua y suficiente por habernos salvado. El día del accidente le dije a Dios: “Gracias por mi vida y por mirarme con ojos de bondad, usted vio lo que hice por esa perrita y, por eso, usted me salvó”.

Si le interesa recibir más información de Gelatina e integrarla a su familia, puede escribirme o llamarme al 3007373846. ¡Le aseguro que le aportará amor ilimitado (y, con un plus: solo hace sus necesidades afuera)!

*Este contenido hace parte de #CartaParaMiMascota, un espacio de opinión que creamos en La Red Zoocial para que las personas escriban libremente sobre sus mascotas. La carta fue escrita por María Dilia Rosa Reyes Torres, una de nuestras lectoras. Buscamos que, por medio de la expresión escrita, puedan liberar aquellos sentimientos que no se han dicho. Si usted quiere hacer parte de esta comunidad, puede enviar su escrito y la foto de su animal de compañía al correo laredzoocial@elespectador.com

Por María Dilia Rosa Reyes Torres*

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