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Desde marzo de 2023, Robby vive en la fundación Doggy in Home, en Bogotá. Tiene apenas cinco años, pero su cuerpo carga con las secuelas de una enfermedad que lo ha obligado a depender de oxígeno constante y una estricta rutina médica para sobrevivir.
Robby nació en Santa Marta y llegó a la fundación cuando tenía cuatro años. Al poco tiempo de ingresar fue diagnosticado con dirofilaria, más conocida como “el gusano del corazón”, una enfermedad parasitaria transmitida por mosquitos, común en zonas tropicales, que afecta el corazón y los pulmones de los perros si no es tratada a tiempo. En su caso, la enfermedad ya llevaba tiempo avanzando silenciosamente.
Cuando los veterinarios detectaron el parásito, también encontraron un trombo alojado en su arteria pulmonar. El daño ya era considerable. Con el paso del tiempo, Robby ha desarrollado bronconeumonía, hipertensión pulmonar, aumento del tamaño del corazón, agitación constante e intolerancia al ejercicio. Su sistema respiratorio trabaja al límite: apenas recibe un 82 % de oxígeno de forma natural, cuando lo mínimo requerido para un perro sano es de 91 %.
Esa cifra, invisible, pero contundente, define su vida. Robby necesita oxígeno las 24 horas del día. Vive conectado a un concentrador que le permite respirar sin que su cuerpo colapse. Además, depende de once medicamentos diarios para mantener a raya los efectos secundarios de su condición.
Los gastos mensuales para garantizar su tratamiento superan el millón y medio de pesos. A ese monto se suman visitas frecuentes de cardiología, radiografías de tórax, ecocardiogramas y exámenes de laboratorio. Cada peso invertido representa una nueva oportunidad para prolongar su vida.
A pesar de todo, Robby es un perro tranquilo, noble y resiliente. La enfermedad ha limitado su movilidad y su energía, pero no ha apagado su deseo de vivir ni el cariño que ofrece a quienes lo cuidan a diario.
Desde Doggy in Home hacen un llamado a la solidaridad. Robby no está en adopción debido a sus cuidados especiales, pero quienes deseen pueden apadrinarlo o contribuir a su tratamiento a través de donaciones. Cada aporte es fundamental para mantenerlo estable y asegurarle una vida digna dentro de la fundación.
La historia de Robby no es una excepción. Muchos animales en Colombia llegan a los refugios con enfermedades complejas que requieren tratamientos prolongados y costosos. Robby es uno de los tantos que, sin voz, resisten gracias a la dedicación de sus cuidadores y a la generosidad de quienes creen que toda vida, incluso la más frágil, merece ser cuidada hasta el final.
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